Ryan Mason tuvo que decidir en un segundo. O menos que eso. En una milésima de segundo si saltaba a cabecear una pelota divida contra Gary Calhill. Fue un un partido entre el Hull City y el Chelsea, a principios del año pasado. Decidió saltar. Y su decisión, por ahora, lo dejó afuera del fútbol.
El inglés cayó desmoronado al piso producto del choque de cabezas y tuvo que ser retirado del campo por los médicos. Rápidamente lo llevaron a un hospital y tuvieron que operarlo de urgencia: se había fracturado el cráneo.
A partir de ahí, su vida fue un infierno. Mason se abocó al postoperatorio, al descanso y a la recuperación, todo con el apoyo incondicional de su familia y adaptándose a una rutina que no conocía. Nunca pudo volver a jugar al fútbol.
"Este año ha sido un desafío físico y mental que estoy orgulloso de haber superado. Además, terminar el año junto a mi hijo es una sensación especial. ¡Volveré más fuerte!", había escrito el 31 de diciembre último en sus redes sociales.
Sin embargo, en los últimos días y a poco de cumplirse un año de la lesión, el jugador recibió la noticia de que podrá volver a entrenar. Su deseo es regresar cuanto antes al equipo y ayudar para volver a jugar en la Premier League.
Mientras tanto, decidió mostrar en sus redes sociales una foto de su cicatriz, como una forma de dejar atrás el mal momento. El posteo se ha vuelto viral por la brutalidad de la foto que muestra una línea de puntos que van desde la frente hasta la nuca. Sin dudas, una lesión que jamás olvidará.