Uno de los capítulos más polémicos de la autobiografía de la atleta Sanya Richards, campeona olímpica en Londres 2012 y tres veces oro con el relevo estadounidense, es cuando hace referencia a un aborto que se practicó semanas antes de los Juegos de Pekin 2008, mientras estaba de novia con su actual marido, Aaron Ross, jugador de fútbol americano de los New York Giants.
Según Richards, de 32 años, el embarazo llegó por sorpresa y la puso entre la espada y la pared. “La culminación de toda una vida de esfuerzo estaba ante mí. En ese momento no parecía que hubiese otra opción. El debate sobre cuándo empieza la vida de un bebé daba vueltas en mi cabeza, y un parto en el tope de mi carrera me fue insoportable. ¿Qué pensarían mis patrocinadores, mi familia, mi iglesia, mis fanáticos?”, escribió la atleta en Chasing Grace (Persiguiendo la gloria), que salió al mercado esta semana.
Para la atleta la difícil decisión le costó el oro en Pekin. Y también afectó temporariamente la relación con Ross, con quien en la actualidad espera un hijo. "Por teléfono no entrábamos en detalles. Como si no hablar de eso fuera a aliviar la culpabilidad y la verguenza”.
"Espero que mi testimonio sirva para que otras mujeres jóvenes en mi situación no pasen por lo que pasé yo", aseguró la velocista.
De todas maneras la polémica más fuerte se dio durante una entrevista de promoción con la revista Sports Illustrated en la que Richards pronunció una frase contundente: “No conozco a una sola atleta que no haya tenido un aborto”.
¿Cuál es la razón? Según Richards, se debe a que la mayoría de las atletas se niegan a usar píldoras anticonceptivas porque creen que "van a ganar peso y les va a afectar físicamente en sus carreras. Es algo de lo que todo el mundo se avergüenza y nadie habla, Pero sigue pasando porque las chicas no disponen de la información adecuada”.
