Una jugada puede cambiar un partido. Y un partido puede cambiar un campeonato. ¿Pero y si la situación no debió ser cobrada y el destino de un torneo, de un campeón, se ve afectada injustamente?
Eso es lo que puede psar con este torneo de Primera División. Se hablará mucho del penal que Darío Herrera le cobró a Huracán contra Boca, que desembocó en un empate 1-1 y la posibilidad cierta de que el Xeneize pierda la punta. Como un efecto mariposa.
Iban cinco minutos de descuento, y los dirigidos por Guillermo Barros Schelotto ganaban gracias al gol de Darío Benedetto y se escapaban en la cima de la tabla. Casi de manera definitiva, a cuatro fechas del final.
Rolfi Montenegro fue a buscar un centro desepserado y se encontró con el arquero Agustín Rossi, con quien tuvo un contacto en el área. El jugador del Globo cayó al piso y el árbitro cobró penal. ¿Pero fue o no?
Es la eterna duda que quedará siempre. Los jugadores del Xeneize protestaron, su DT se volvió loco y fue expulsado pero la decisión no se modificó. Alejandro Romero Gamarra puso el 1-1 que puede alterar el futuro.
Es que contacto existió entre el uno de Boca y el expermientado enganche. ¿Pero fue suficiente para provocar una falta y que el Rolfi cayera de esa manera? Herrera así lo creyó. ¿Fue imprudente Rossi? Sí. ¿Exagera Montengro? También. Entonces, ¿estuvo bien o mal el árbitro?
Ahora, si River gana los cinco partidos que le quedan será el campeón, en un sprint final que será recordado por siempre. El efecto mariposa ya está en marcha.
