Hace pocas semanas, el equipo argentino de Fed Cup finalizó cuarto en la Zona Americana. Y las comparaciones no tardaron en llegar frente al conjunto nacional de Copa Davis, que pese a perder frente a Italia en primera ronda este año, vienen de salir campeón por primera vez y participa del grupo de elite ininterrumpidamente desde 2002. Esa diferencia fue el disparador de una nota.
Mientras Toda Pasión consultaba a diversos expertos sobre el tema, una respuesta se repetía y se repetía. Al principio sonaba a excusa, pero no podía ser coincidencia que todas las voces usaran la misma. ¿Qué pasa con el tenis femenino en Argentina, que salen menos jugadoras que jugadores?, era la pregunta. “El hockey”, la llamativa respuesta que se recibía.
“Las Leonas ‘mataron’ al tenis femenino”
“El hockey es un deporte que nos sacó muchas chicas. Tienen otro formato, es más fácil de aprender y jugás con amigas. El tenis lleva más tiempo de aprendizaje. El hockey es un juego colectivo y tiene más contención y es más atractivo; el tenis es individual y cuesta que entren a competir”. Estas palabras son de Marcelo Gómez, capitán argentino de Fed Cup y uno de los más preocupados hoy por hoy de esta situación.
“Las Leonas son una competencia fuerte para nuestro tenis. Esta buenísimo que los chicos hagan muchos deportes, pero después no te eligen. Los varones se van al fútbol o al rugby y las chicas al hockey”. Así lo explica Esteban Palombo, director del Profesorado Sudamericano de Tenis.
Para Ramiro Karis, entrenador de Andrea Farulla di Palma -número uno en el país en la categoría Sub16-, “el hockey nos mató. Desde la parición de Las Leonas bajó mucho la cantidad de jugadoras. Ahora muchos colegios y clubes de barrio tienen escuelas de hockey. Ojo, las banco a muerte y son unas genias. Entiendo a los papás que tienen una nena y eligen llevarla a hockey porque es grupal, más barato y más divertido. Los padres hacen un esfuerzo infernal, además, en los gastos para raquetas, encordados, zapatillas, torneos, viajes...”.
Otra de las voces autorizadas para opinar es la de Guillermo Salatino, quien fue jugador de alta competencia antes de ser periodista especializado en el deporte blanco: “Empiezan tenis porque las mandan, pero no lo eligen. En los colegios, el hockey es uno de los deportes que se ha popularizado por Las Leonas, y ganó un espacio que antes no tenía”.
Desde el área de Desarrollo de la Asociación Argentina de Tenis (AAT) también están al tanto de este fenómeno. ¿Y qué opinan las jugadoras? “Competimos con el hockey, que es un deporte que lo juegan desde muy chicas. El tenis es muy caro, y si tengo una hija y soy una persona con pocos recursos no sé si la llevaría a jugarlo. Además es más fácil el deporte, es en equipo y eso llama la atención”, razona Paula Ormaechea (410° del ranking WTA).
“El boom de Las Leonas es un factor clave. Lo otro que es fundamental es que es mucho más fácil para un papá llevar a una nena a jugar al hockey que a practicar tenis. Por lo económico, por lo social, porque es un deporte de equipo contra uno individual…”. Mariano Ryan es periodista y hace años sigue tanto al tenis como al hockey, lo que le da autoridad para opinar sobre esta cuestión.
La popularidad, lo social, que sea un deporte colectivo en el que juegan con más chicas, que sea más atractivo para ver y lo económico son factores clave para que las nenas prefieran practicar hockey que tenis. También está claro que ninguno de los entrevistados tiene nada en contra del desarrollo del deporte de la bocha y el palo, solamente resaltan este factor para graficar la gran caída en el interés por el tenis de mujeres.
Hace más de seis años (el 26 de febrero de 2011), Gisela Dulko lograba el último título en singles de la WTA para una tenista argentina, cuando en Acapulco derrotó 6-3 y 7-6 (7-5) a la española Arantxa Parra. En ese período, Las Leonas ganaron tres veces el Champions Trophy y una vez fueron segundas, lograron una medalla olímpica de plata y una de bronce en el Mundial. Sin contar que un año antes habían sido campeonas del mundo. Y una cifra que es reveladora sobre este tema es que, desde el año 2000, la cantidad de chicas federadas en clubes de hockey creció un 40%. Difícil competir contra todo eso.
Espejito, espejito
La exposición también es un punto central. Si no se difunde, no existe. Desde que el seleccionado femenino de hockey sobre césped logró la medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, se empezaron a televisar sus partidos. Y eso atrajo a muchas chicas. Sumado a los triunfos deportivos, generaron en Las Leonas un combo atractivo para ellas y fatal para el tenis. “Imaginate lo que fue el boom del hockey, que hasta se pensó hacer la revancha de la final olímpica contra Australia en una cancha de fútbol. Ferro se hubiera llenado”, argumenta Ryan.
Para Ormaechea, la cajita cuadrada que emite imágenes también juega en contra del tenis. “La televisión influye, porque a Las Leonas las muestran y al tenis femenino no. No hay espejos dónde mirarse, y a las que están no las muestran. Cuando empecé, mis ídolas eran las hermanas Williams, porque a Gisela Dulko no la mostraban mucho”.
Sobre este punto, Ryan agrega que el equipo nacional de hockey “construyó un par de ídolas que las chicas fueron tomando como modelos. Antes fue Gabriela Sabatini; después apareció Luciana Aymar. Pero si surge una nueva Gaby -que apareció de la nada-, a lo mejor el tenis femenino explote”.
Pocos torneos, acá y en Sudamérica
Yendo más a la parte del desarrollo del juego, otro punto a tener en cuenta es la poca competición de calidad que existe en el país para las mujeres que recién arrancan. Que tampoco la encuentran en Sudamérica. Entonces, la alternativa para ganar roce y ritmo de juego bueno es irse a Europa, pero la parte económica atenta contra ese desarrollo.
“El tenis competitivo de mujeres es sobre cemento y acá formamos sobre polvo de ladrillo. También hay pocos torneos en Sudamérica. El deporte es caro para jugar afuera y cuesta bancarlo económicamente. Esa generación que busca jugar, no puede por los costos. El panorama es sombrío, hay que apoyar con mucho dinero el desarrollo de nuevas jugadoras”, se resigna Gómez.
“Desde el Sub12 al Sub18 hay chicas que juegan bien, pero hay cuatro como mucho por categoría. A veces no completan los cuadros. Hay poca competencia buena, en el país y en Sudamérica, y por eso cuando van a Europa la pasan mal. Allá se juega más rápido, con otra intensidad, tienen más roce permanentemente”, aporta Karis.
Una que sufre esto en carne propia es Paula: “Para la tenistas lo difícil es viajar. Para colmo, hay pocos torneos en la región y cuestan mucha plata. Los hombres tienen más competencia acá y en Sudamérica”.
El trabajo de la AAT
El área de Desarrollo de la AAT es la encargada de promover el tenis en los más chicos, organizando torneos en todo el país y colaborando con el crecimiento de los mejores talentos. También convoca a jugadores y jugadoras a sus diferentes seleccionados de menores, juveniles y juniors, con los que realizan giras y participa de importantes campeonatos en todo el mundo. Financieramente, la Asociación colabora con algunos jugadores en ciertos certámenes. Este es el punto en el que más opiniones diferentes aparecen.
“No hay muchos programas de desarrollo femenino en el país. Una cosa son las intenciones y otra los hechos, que no se evidencian tanto. No hay un programa con referentes de tenis femenino, o algo donde a las nenas se las motive. Pasó siempre, y con los varones también. Pero donde hay más falencias debería haber más foco y acciones. El tenis junior debería ser más atractivo”, reclama Palombo.
“Se apoya a las chicas desde la AAT. Se hicieron giras el año pasado a Europa con las Sub16, también a los Grand Slams, pero hay que buscar cómo mejorar el desarrollo de las juniors que se tienen que insertar en el profesionalismo, las que dejan de ser juveniles y empiezan a competir de manera profesional”, explica el capitán de la Fed Cup y uno de los involucrados en la AAT.
El coach de Farulla di Palma, por su parte, es optimista: “En Desarrollo de la AAT laburan bien, desde Daniel Orsanic para abajo. Me llaman, tengo buena relación y son abiertos a otras opiniones. Y el ENARD apoya a los chicos. Andrea recibe una beca, que no es muy grande pero es un ingreso para que la familia pueda solventar algunos gastos”.
Ormaechea esquiva la pregunta, pero deja su opinión al pasar: “Siempre el apoyo fue la pata floja. No se ve demasiado interés, tampoco. Se habla pero hay que demostrarlo más con hechos”.
“Cuando hubo en Argentina un programa serio, salió María Emilia Salerni. Fue número uno del mundo en juniors y ganó Wimbledon, el US Open y fue finalista de Roland Garros en esa categoría. Pero llegó a profesional y se fue todo al diablo”, reflexiona Salata. Ryan le pone paños fríos a la discusión: “Desde la AAT le quieren dar bola, pero se encuentran ante este problema en todos lados. En las escuelitas de tenis, la proporción es de 80% varones y 20% mujeres. Ahí no hay programa que aguante”.
La historia oficial
La Asociación Argentina de Tenis es consciente del “efecto Leonas” en su deporte. Sabe que tiene que hacer foco en un segmento que perdió hace tiempo, y que quiere recuperar. Pero la realidad es que hay menos torneos de chicas que de varones, según ellos mismos reconocen. Es por eso que año a año implementan estrategias diferentes para lograr la atención de las más jóvenes.
Los torneos de mujeres se intentan jugar en el mismo lugar y en la misma semana todas las categorías, para que pasen más tiempo juntas, se conozcan y sociabilicen. Eso es en lo que más se trabaja, en lo periférico, porque el deporte no se puede modificar: trata de mejorar la organización, los equipos de trabajo y generar campos de entrenamiento. Además, hay un proyecto para empezar a jugar por equipos para evitar un poco esto de la “soledad” de la tenista.
En cuanto al apoyo económico, Desarrollo maneja el presupuesto de la AAT y tiene acuerdos con el ENARD y la Secretaría de Deportes de la Nación. Pero la plata no se divide en mitades iguales para hombres y mujeres, porque las necesidades son distintas y se atienden de acuerdo a eso. Como hay más cantidad de chicos insertos, requieren más apoyo que las chicas. En las selecciones nacionales juveniles sí está empatado el presupuesto, pero el apoyo individual depende de cada caso.
Además, la AAT cuenta con un programa de ayuda y asistencia para los clubes. En el mismo se realizan visitas diagnóstico a las escuelitas y luego se hacen foros, donde participan representantes de varias instituciones e intercambian opiniones y formas de gestión.
El mundo tampoco acompaña
Sí hay que destacar que esta sangría de jugadoras no sólo ocurre en nuestro país, sino en todo el mundo. El tenis femenino está en declive a nivel global.
“No está muy seductor tampoco el circuito femenino, no es una falencia argentina únicamente. Desde esa premisa para abajo decae mucho todo, y decanta a nivel nacional”. Palombo no tiene dudas al respecto. Tampoco Gómez: “El tenis femenino no está muy atractivo para los sponsors ni el público”.
Salatino profundiza un poco más. “Tampoco salen de Estados Unidos o Inglaterra. De Francia sí, que tiene una escuela, y ahora de España salió una. Pero son excepciones, salvo las chicas que vienen de los países que antes estaban atrás de la Cortina de Hierro. Pero las demás no son producto de una escuela de aprendizaje, son casos aislados. Como salió de acá Sabatini, quien no fue producto de ningún trabajo colectivo sino de su talento puro”.
La única verdad es la (preocupante) realidad
Según la página oficial de la WTA, nuestro país cuenta con 17 jugadoras con ranking profesional. La mejor ubicada es Nadia Podoroska, en el puesto 193, seguida por Catalina Pella (205ª) y Ormaechea (410ª).
Lamentablemente, ninguna ganó un título del circuito mayor. La única experiencia cercana es la de Ormaechea, quien en 2013 perdió la final del WTA de Bogotá frente a la exnúmero uno del mundo, la serbia Jelena Jankovic.
Lejos quedaron los tiempos de Sabatini, quien ganó 27 torneos WTA (incluidos dos Masters y un Grand Slam) y estuvo a un punto de ser la mejor jugadora del ranking. O los de Dulko, quien fue 26ª en el escalafón, logró cuatro títulos y un Grand Slam en dobles. Tampoco quedan muchos recuerdos latentes de Paola Suárez, quien suma cuatro trofeos en singles y ocho Grand Slams en dobles, llegando a ser número uno en parejas y novena en individual.
Las promesas se llaman Lourdes Carlé, Andrea Farulla di Palma, Azul Pedemonti… todas sueñan con ser la nueva Sabatini. La que haga que el tenis femenino vuelva a ser elegido por las más chicas para practicar un deporte. La que logre que los partidos de mujeres se vuelvan a televisar en Argentina. La que se transforme en el espejo que muchas quieran usar como reflejo. La que haga que este tipo de notas no se escriban más.