Por Sergio Chiarito.
La torcida la esta pasando muy mal. Brasil volvió a quedar eliminado de un torneo significativo. Los muchachos de Dunga una vez más pasaron sin pena ni gloria por la Copa América. Empataron sin goles contra Ecuador, golearon al pobre equipo de Haití y perdieron con una selección pobre como la peruana.
A nivel selección Brasil sigue despertando una gran atención. Por su rica historia y porque nos invitó desde chicos a ver a grandes equipos, pero ahora todo es diferente. La goleada que le metió Alemania en su casa terminó de confirmar lo que la mayoría sospechaba: Brasil ya no es la misma. Y en esta copa nos volvimos a encontrar con un equipo conservador y poco creativo. Con apellidos que están lejos de ser merecedores de ponerse la verdeamareha.
La pregunta cae de maduro, ¿Brasil tiene más que esto? Claramente no. A nivel de clubes la situación no es diferente. Los equipos brasileños hace rato que no son finalistas de la Copa Libertadores. Hay que retroceder tres años y encontrarnos con el Atlético Mineiro como el último campeón. Aquellos equipos que nos metían miedo lentamente están bajando al llano, y en está edición, sólo el San Pablo de Bauza puede salvarles la temporada.
Salvo Neymar, nungún otro jugador brasileño está en la elite de fútbol mundial. Marcelo, Thiago Silva, Dani Álves, son grandes jugadores, pero ninguno mueve la aguja a la hora de sacar una entrada. Si los comparamos con los argentinos, no tienen nada que hacer. Agüero, Higuaín, Di María y por supuesto Messi son palabras mayores a la hora de hablar de fútbol, y dinero.
¿Que pasó en el fútbol brasileño? ¿Que pasó con el Jogo Bonito? ¿Qué paso con los cracks que poblaban su liga y las ligas de Europa? Los problemas que embarran al 'futebol' se extienden desde la corrupción en las instituciones hasta el cambio en el tradicional estilo de juego. Los brasileños ven con preocupación el futuro de un deporte que forma parte de su identidad social. El fútbol, que se volvió más físico en los últimas decadas, claramente afectó su manera de jugar.
Ayer se despidieron con un gol injusto, eso es cierto. Pero su nivel no cambió para nada. Lo peor que les puede pasar, es empezar a acostumbrarse a estas cuestiones, terminar en el lamento y que le marquen la puerta de salida. Y eso no nos gusta. Siempre queremos encontrarlos en la final.
