Por Emiliano Espinoza.
¡Aleluya! ¡Hay vida! Por fin pasa algo emocionante en la Formula 1. Algo de lo que hizo grande a la máxima categoría del automovilismo. En Barcelona vimos el punto máximo de tensión entre Lewis Hamilton y Nico Rosberg con el choque entre ambos en la primera vuelta del Gran Premio de España. Y eso nos gusta porque es competencia pura, y porque claramente la F1 fue otra sin el dominio de Mercedes en carrera. Hubo lucha en la punta entre los Red Bull y las Ferrari y como frutilla del postre, el joven Max Verstappen, se consagró campeón a los 18 años, algo que nunca había pasado.
Lo que ocurrió en Barcelona me hizo recordar otro duelo entre compañeros de equipo. No hay que ser una luz para que se te venga a la memoria Senna y Prost. Salvando, y mucho, las distancias, el brasileño y el francés nunca se regalaron ni un metro, ni tampoco le mezquinaron a los choques para vencer el uno al otro.
El clima en el equipo alemán no es el mejor. Ya tuvieron un encontronazo de este estilo en Spa 2014 cuando Rosberg tocó a Hamilton. Sin embargo en esa carrera ninguno tuvo que retirarse. Pero lo del domingo fue mucho peor (o mejor) porque estaban en la primera vuelta y porque los dos tuvieron que abandonar. Claro está que el campeón fue el culpable, aunque Rosberg lo "ayudo" cerrando al puerta y obligando al inglés a ir por el pasto.
Ojalá que los dos pilotos sean rebeldes, que no le hagan caso a los retos del capo de Mercedes, Toto Wolf, y continuen con su lucha cuerpo a cuerpo por ganar un posición en las carreras que vienen. Los ojos del mundo de la F1 los van a estar mirando. De esta manera seguirán dando un poco de espectaculo y será mas facil levantarse temprano para ver una carrera.