Por Julián Mansilla
David Foster Wallace fue un escritor de culto, pretendidamente posmoderno, cuya obra -como suele suceder en muchos casos- ganó espesura cuando su autor decidió darle un impulso entregándole su vida. En este caso, literalmente: se suicidó en 2008, a los 36 años. Foster Wallace, que arrastraba una profunda depresión desde la adolescencia, había sido un buen jugador de tenis y escribió varios artículos sobre el tema. En uno de ellos, “Federer como experiencia religiosa”, intenta diseccionar cada movimiento detrás de lo que él llama “los momentos Federer”, esos que hacen mágico al suizo.
Es interesante su mirada, pero Foster Wallace se dejó engañar por la juventud: “La explicación metafísica es que Roger Federer es uno de esos raros casos de atletas, extraordinarios, que está exento, por lo menos en parte, de ciertas leyes físicas”. Casi diez años después, la realidad relativiza esta mirada fascinada: mortificado por un dolor de espalda, Federer hizo lo que pudo ante el austríaco Dominic Thiem (que no por casualidad es el segundo jugador que más victoria suma en la temporada, después de Djokovic) y ahora está en duda su presencia en Roland Garros. El dato no es menor, para quien ostenta un récord extraterrestre: desde el US Open de 1999 no falta a ningún torneo de Grand Slam, con 65 presencias consecutivas.
Pero es evidente que desde hace tiempo que Federer mide cada paso. Y que su único desafío es con la historia. ¿Qué puede desear quien ha ganado todo? El único objetivo es sumar algún título más de Grand Slam. Federer suma 17, y supera por tres a Nadal y Sampras y por seis a Novak Djokovic. Hace algunos días, Djokovic dijo que podía llegar a superar ese cifra y también se subió a esa carrera por la historia. En ese contexto, Federer tiene muy pocas posibilidades más. Con Djokovic en este nivel, con desventajas físicas y jugando a cinco sets, su única esperanza razonable es Wimbledon, donde los partidos son más cortos y su tenis se acomoda con menor esfuerzo. Entonces, ¿tiene sentido ir a penar con su problema en la espalda a Roland Garros poniendo en riesgo la chance en el césped del All England? No parece lo más lógico. Y entonces, el tenis puede comenzar a pensar en un Grand Slam sin el suizo. Porque a Federer es posible que no lo alcancen algunas leyes físicas. Pero el paso del tiempo es cruel con todos. Incluso con él.