Paul Scholes es uno de los históricos del Manchester United y la Selección de Inglaterra. Un jugador de los que ya no hay, y que seguramente en Old Trafford extrañan y mucho. Pero los años pasan y él ya tiene 40. Hoy, se dedica a escribir columnas de opinión para el diario The Independent. La última que publicó trata de Lionel Messi.
Para empezar, nunca habla en el campo. Es más, creo que nunca lo escuché articular palabra. Y en segundo lugar, es inimaginable lo fuerte que es para ser un hombre bajito. No me da vergüenza admitir que en esos partidos contra el Barça pasé mucho tiempo deseando que actuara lo más lejos de mí posible. Piensas que lo tienes controlado y zas. Escurridizo, esa es la palabra que se me viene a la mente cuando pienso en el estilo de juego de Messi. Piensas que le tienes controlado y zas, se ha ido, solo para reaparecer en otro punto del espacio, con el balón a los pies
Scholes enfrentó a Messi en cuatro oportunidades, y siempre en Champions League: semis de la temporada 2008, en la que ganó el Manchester United, y las finales del 2009 y 2011, donde la Pulga convirtió y el Barça se consagró.
En 2008, en Old Trafford, Paul le hizo un claro penal a Lio que el árbitro no cobró. Y recordó esa jugada en esta columna: "Fue un momento que nunca olvidaré. Pasó al lado mío, puse la pierna y cayó. Nunca olvidaré esos segundos en que tumbé mejor futbolista del mundo; yo estaba esperando que el mundo se hundiera. Debía haberse marcado penal, y un tanto de visitante les habría dado el pase a ellos. Él no protestó mucho".
Messi es famoso donde vaya, pero en el fondo sabemos poco de él. Sé que es un hombre de familia, que le gusta pasear a sus perros, pero por lo demás todo es un misterio. Eso me gusta. Sobre todo en estos tiempos en que los pensamientos de la gente sobre cualquier tema están en Twitter, o donde sea. Tengo ganas de verlo jugar en el Etihad Stadium (el martes) y si el City quiere sacar algo (positivo) deberán concentrarse y centrarse como nunca y mirar de estar bien parados durante los 90 minutos. A Messi le basta con unos segundos para llevarte a cometer una tontería. Y no siempre puedes fiarte de que árbitro no lo vea
