Horas después del accidente de Michael Schumacher, el periodista británico Kevin Garside le dijo a la CNN que el excampeón es un muy buen esquiador "que no tiene miedo". El alemán, una vez retirado de la Fórmula 1, siempre buscó alternativas en el deporte para sentise en constante desafío; sentir adrenalina y velocidad.
El esquí, el alpinismo y el paracaidismo son algunas de las actividades en las cuales buscó la felicidad mezclada con el riesgo. El motociclismo también es su otro gran amor: en 2009, en el circuito de Cartagena, sufrió un grave accidente que le generó una fractura en la costilla y en la base del cráneo. Se recuperó rápidamente de ese gran susto.
"Todos los días intentas llenar el vacío que deja la Fórmula Uno. No hay nada que dé tanta adrenalina", declaró el cuádruple campeón, Alain Prost, tras enterarse del accidente de Schumi.
Schumacher y Prost
El esquí ocupaba un rol importante en su vida. "Él no era un esquiador cuando se unió a Ferrari en 1996, pero para cuando terminó, era excelente”, agregó Garside. “Cada año, Ferrari solía tener una semana para los medios en Los Alpes en Italia y siempre llevaban a cabo una carrera, y era siempre Schumacher el que ganaba. Era un esquiador rápidamente genuino", dijo.
Pero la F1 expulsa una adrenalina que el alemán nunca pudo reemplazar con otra disciplina. En 2010, cuatro años después de su retiro, decidió volver a competir bajo las órdenes de Ross Brawn en Mercedes. Pero la chispa se había apagado ya. Su mejor resultado fue un tercer puesto en el GP de Valencia 2012. Decidió abandonar el automovilismo definitivamente en 2013.
El alemán es un caso aparte. Como suele ocurrir en el deporte, algunos grandes campeones retirados siempre intentan aislarse del mundo; embarcarse en proyectos austeros y tranquilos. Schumi no. Hoy pelea por su vida mientras millones de fanáticos del automovilismo rezan por su pronta recuperación.
