Abandonó su cargo como entrenador después de 26 años en el Manchester United. Ganó en 13 ocasiones la Premier League, en dos la Liga de Campeones, en cinco la FA Cup y en cuatro la Copa de la Liga. Una trayectora envidiable para el escocés, que se transformó en uno de los hombres más respetados en la historia del fútbol inglés.
Alex Ferguson plasmó toda su experiencia en una autobiografía imperdible que lanzó esta semana. En ella tuvo grandes palabras de elogio hacia los futbolistas brasileños: "Díganme uno que no se destaque en los grandes momentos. Tienen una cualidad especial, un profundo orgullo, una gran fe. Nacieron para los grandes momentos", opinó. Y agregó: "Hay un mito acerca de ellos, que entrenan sólo como pausa en una vida de placeres. No es cierto, entrenan a conciencia".
Sobre los argentinos, destacó que se le hizo "muy difícil" trabajar con ellos. "Había mucho patriotismo hacia Argentina, siempre tenían la bandera cerca de ellos. No tenía problemas con eso, pero a los que entrené no les interesó especialmente hablar inglés. (Juan Sebastián) Verón apenas me decía 'Mister'", admitió. "No hablaba con nadie. Estaba solo en el vestuario. No era un antisocial, simplemente no era un comunicador". De todas formas, lo describió como "un espléndido futbolista con una gran fortaleza".
Recuerdo un enfado con Roy Keane después de un partido europeo. Aquello se puso feo. Otro con Gabriel Heinze en Portsmouth. Heinze estaba dispuesto a pelearse. Pero no, no fue una mala influencia.
Además de la Brujita, Ferguson también entrenó a Gabriel Heinze (2004-2007) y a Carlos Tevez (2007-2009).
