Parece un jugador de 35 años por su tranquilidad y paciencia para jugar a la pelota. Hace 10 años que está en el Bayern Múnich, y parece que ahí será el club donde se retirará dentro de algún tiempo. Bastian Schweinsteiger, el rubio de apellido raro, es el alma del equipo.
Se tira, la roba y encara. Se tira, la roba y la pasa. No se tira, pero frena al rival y se la saca. Encara, desborda. Mete gol. Este jugador lo hace todo. Comenzó como extremo, jugó de mediapunta hasta que Louis van Gaal le encontró la posición. Con el DT holandés fue amor a primera vista.
Lo convirtió de un futbolista apurado y egoísta en un jugador paciente, con pausa y presencia en la cancha. En base a él se edificó el Bayern Munich 2009-2011, que ganó dos títulos a nivel local y que supo alcanzar la final de la Champions 2010, en la que cayó ante el Inter de José Mourinho.
El 1 de diciembre de 2012, ante el Borussia Dortmund, alcanzó el 80% de efectividad en los pases
Schweinsteiger no tiene una posición fija. O al menos no se lo ve siempre en un mismo lugar dentro de la cancha. Él va más allá: su rol cambia dependiendo de la situación del partido. Si su equipo va perdiendo, se para unos metros más adelante. Lo mismo si empata. Si la victoria está en camino, ata los cabos sueltos e inmoviliza al rival.
Sus movimientos sin pelota también son geniales. Sabe por dónde ir, dónde está el hueco. Suele volcarse en los extremos cuando un compañero no está en el lugar que le corresponde, y aprovecha para sorprender con diagonales rapidísimas. Su constante búsqueda de jugar por los costados habla bien de él.
En la Budesliga alcanzó un 88% de efectividad en los pases, convirtiéndose en una pieza fundamental para el fútbol total del Bayern Múnich. El alemán perdió las finales de 2010 y 2012. Quiere revancha.
Así juega
