A la Selección argentina siempre le costó visitar a Bolivia en la altura de La Paz y adaptarse a condiciones geográficas no habituales (3600 metros sobre el nivel del mar) para la práctica del fútbol, pero abaladas por la FIFA y la Confederación Sudamericana.
Dentro de la diferente gama de partidos jugados en la capital boliviana, hay dos papelones que no deberían repetirse jamás: el bochorno del corte de Julio Cruz el 2 de abril de 1997, y la humillante goleada por 1-6 del 1 de abril de 2009.
Hace 16 años, Argentina se presentó en el estadio Hernando Siles con Daniel Passarella al frente. El por entonces DT sostenía que no se podía jugar en la altura, por lo que el partido tuvo un clima hostil. Incluso, el Kaiser debió cortar una conferencia de prensa previa cuando un periodista lo trató de "cobarde".
La Selección se había preparado durante dos semanas en los 3.500 metros de altura de La Quiaca (Jujuy), pero no dio resultado: Bolivia ganó 2 a 1 y todo terminó con el polémico corte en el rostro de Cruz que nunca se esclareció (le pegaron del lado derecho y apareció cortado del otro lado), con los jugadores argentinos peleando con la policía y con el arquero Nacho González pegándole un cabezazo al boliviano Angola.
Años después, en 2009, Argentina sufrió una de las peores derrotas de su historia. Diego Maradona era el técnico. Solo apostó por pegar cartulinas en el vestuario con la leyenda: "A la altura hay que enfrentarla, gambetearla y hacerle goles". Los goles fueron bolivianos: 6 a 1. El resto fue todo improvisación: desde la organización hasta la estrategia de juego.