Fuegos artificiales, Madonna en el entretiempo cantando, comida en las tribunas, luces, música a todo lo que da. Postales de una típica noche de Super Bowl, el evento deportivo más popular en los Estados Unidos. Tanto, que ayer, cuando se disputó la final entre los Giants de Nueva York y los Patriots de Nueva Inglaterra, casi uno de cada dos televisores tenían sintonizado el partido.
Fue apenas menor que el 47,9%/71% del partido entre Green Bay y Pittsburgh en el que los Packers se impusieron 31-25 el año pasado, transmitido por Fox, y el récord previo de 47,9%/68% del partido entre los Giants y los Broncos de Denver, que ganó Nueva York por 39-20 en 1987.
La cadena de televisión NBC, que trasmitió el partido, ratificó el gran negocio que significa cubrir este partido: le dejó 250 millones de ingresos con la venta de los 45 minutos dedicados a la publicidad y 3,5 millones de dólares por cada anuncio publicitario de 30 segundos.
Las tiendas de aparatos electrónicos también confirmaron que los televidentes siguieron con la tendencia de ver el partido en pantallas de televisión más grandes y planas que compran antes de que llegue el gran partido de fútbol americano, convertido una vez más en el producto único estadounidense.
