La vida de Luka Modric podría tratarse de cualquier historia de ficción que es posible encontrar en algunos libros fantásticos, ya sea por su trágica infancia en la antigua Yugoslavia durante la guerra de los Balcanes, que le hizo presenciar el fusilamiento de su abuelo Luka, o por su exitosa trayectoria como futbolista, en la que conquistó casi todos los títulos posibles a pesar de que durante su adolescencia era rechazado por los clubes por su físico y su estatura.
De cara al Mundial de Qatar, que por su edad parece indicar que será su última función en una Copa del Mundo, el volante creativo del Real Madrid buscará cerrar con un broche de oro su exitosa trayectoria como futbolista de la selección de Croacia. Cerca estuvo en el Mundial de Rusia 2018, cuando dio una clase de fútbol junto con Ivan Rakitić en la fase de grupos ante Argentina (goleada 3-0), en un tránsito de los balcánicos que sólo fue detenido por el poderío de Francia en la final.
Pero la caída en la definición de aquella Copa del Mundo no privó a Modric de ser nombrado como el mejor futbolista de Rusia 2018 (lo mismo que había sucedido cuatro años antes, cuando a Lionel Messi le dieron el mismo galardón de Brasil 2014 aun después de la derrota en la final contra Alemania), y también de ser distinguido con el Balón de Oro por la revista France Football, el premio más importante que se otorga en Europa.
Modric ha regalado muchas sonrisas en su derrotero como futbolista. Lo hizo tanto en la selección de Croacia como en los clubes, en especial con el Real Madrid, donde lleva ganados 21 títulos, entre ellos cinco Champions League. Si se le suman las coronas en el Dinamo de Zagreb, llega a 27.
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Pero no fue fácil el camino que debió transitar Luka Modric a lo largo de su carrera. Heredó se su padre la pasión por el fútbol, que utilizó el deporte como excusa para distraer a aquel niño en la guerra de los Balcanes, que dividió la antigua Yugoslavia y generó un brutal enfrentamiento especialmente enfocado entre serbios y croatas.
Los conflictos bélicos de su país hicieron que presenciara el fusilamiento de su abuelo Luka en 1991 por parte de los militares serbios, en lo que se transformó uno de los momentos más difíciles y traumáticos de su vida cuando apenas era un niño, según explica el propio futbolista en el libro autobiográfico “Mi juego”, publicado tras el Mundial de Rusia 2018.
Luka Modric: el refugio en el fútbol
Luka Modric nació el 9 de septiembre de 1985. Tenía cinco años recién cumplidos cuando estalló la guerra de los Balcanes, el conflicto de secesión que causó la destrucción total de su hogar e hizo que su familia debiera escaparse a Zadar, un pueblo costero del mar Adriático ubicado a 60 kilómetros de distancia de su antigua vivienda. Durante años permanecieron instalados en una habitación del Hotel Kolovare, que con el tiempo se convirtió en un centro de refugiados.
Lo peor le tocó cuando a los seis años vio cómo fusilaban a su propio abuelo, también llamado Luka. “Yo tenía una relación increíble con mi abuelo, porque mis padres trabajaban y pasaba mucho tiempo con él. Fue muy triste lo que le pasó, y me marcó porque era muy joven y él era una persona muy importante. Me afectó mucho”, contó Modric en una entrevista radial.
Allí, Modric encontró una distracción en el fútbol con el resto de sus amigos, ya que todos se juntaban a practicar en el estacionamiento del hotel. También tuvo que escapar de las bombas enemigas. “Caían a menudo, a veces a cien metros, y teníamos que correr al bunker antes de volver a entrenar o irnos a casa. No lloraba, sabía que estaba pasando algo malo, pero había mucha gente y los niños jugábamos cuando podíamos”, rememoró.
Cuando estaba entrando en la adolescencia, un día fue observado por el dueño del complejo, que al mismo tiempo era dirigente del NK Zadar de Croacia. Fue el mismo empresario que le consiguió una prueba en el Hajduk, pero el club lo rechazó por su baja estatura y su estado físico.
Sin embargo, continuó viviendo en la pensión del NK hasta que en 2016 lo fichó el Dinamo Zagreb, uno de los clubes más grandes de Croacia, que la primera temporada lo cedió al Zrijinski y a la siguiente al Inter Zapresic, donde obtuvo su primera convocatoria a la Selección Sub-21 croata con apenas 18 años.
La consagración de Luka Modric
Al volver al Dinamo Zagreb ganó cinco títulos en tres temporadas y se transformó en uno de los volantes más destacados de la liga su país, que lo distinguió con el premio al mejor jugador de la temporada en 2007. Sus buenas actuaciones llamaron la atención del Tottenham de Inglaterra, que compró su pase al año siguiente por 20 millones de euros.
A pesar de haber integrado un gran equipo con jóvenes promesas como Gareth Bale, Giovani Dos Santos y Kyle Walker, entre otros, no logró obtener títulos en Inglaterra. Fue entonces cuando Florentino Pérez sumó al croata y al galés al Real Madrid por un valor superior a los 100 millones de euros.
En el Merengue encontró su mejor y más completa versión como futbolista: , conformando uno de los tridentes más destacados de la última década junto con Carlos Henrique Casemiro y Tony Kroos, con el que obtuvieron 5 Champions League, 4 Mundiales de Clubes, 4 Supercopas de Europa, 3 ligas españolas y 4 Supercopas de España, entre otros títulos.
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Llega a Qatar 2022 para su cuarto Mundial, después de haber jugado los de 2006, 2014 y 2018. En Alemania y Brasil no pudo superar la fase de grupos y no convirtió goles. En Rusia brilló, con siete partidos, dos goles y una asistencia. En Medio Oriente, a los 37 años, va por una función despedida que le haga honor a semejante carrera.