Alfio Basile encontró el equipo ideal unos días antes del Mundial de Estados Unidos y se dio cuenta de que el hallazgo era extraordinario: Argentina podía ser campeón. La goleada a Grecia y el triunfo ante Nigeria habían enterrado el 0-5 de Colombia en River en septiembre del año anterior y también la tensa clasificación frente a los australianos en el repechaje, ya con Diego Maradona como capitán de la Selección.
Y el Diez estaba impecable, motivo extra para alimentar una ilusión que se desnutrió de un día para el otro con el doping de Maradona. Cuando el 28 de junio de 1994 Basile recibió esa noticia, supo que se avecinaba un derrumbe que sería difícil de frenar. Solo quedaba una mínima chance que llevó a que el técnico pasara la noche posterior al doping despierto. Según el recuerdo del propio Coco Basile fue “la peor noche” de su vida.
El recuerdo del Coco Basile: de preparar la defensa de Maradona a tirar la toalla
Argentina jugó el 25 de junio ante Nigeria y ganó 2-1. Fue un partido complicado ante un buen rival, que había empezado ganando. Si el fácil debut ante Grecia se había coronado con un golazo de Maradona y su desaforado grito cargado de revancha de cara a la cámara de TV, el encuentro contra los africanos tuvo a Diego como la gran figura de la cancha y confirmó que con 33 años estaba para grandes cosas. Estaba de vuelta.
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Sin embargo, el control antidoping para que el fue sorteado luego de ese partido, arrojó el peor resultado: su frasco dio positivo. Y la droga era efedrina. Justamente, en esa sustancia, la AFA creyó que podía encontrar un atajo para salvar al Diez. “Grondona nos dijo de un caso similar, con efedrina, de un español en el Mundial 86 al que solo le dieron una fecha de suspensión”, recordó el Coco.
Así empezó aquella noche, que se transformó en madrugada del 29 de junio con Basile y todo su cuerpo técnico y médico desvelado, preparando la defensa justa porque cuando saliera el sol había que ir a Dallas, donde estaba concentrada la plana mayor de la FIFA, a justificar lo accidental de la droga en el cuerpo Maradona y, fundamentalmente, lo casual, dado que la efedrina se encontraba en varios medicamentos de venta libre.
“Esa noche fue imposible dormir, estuve de acá para allá, pensando qué hacer, cómo presentar la defensa. Además, me llamaba todo el mundo, hasta el presidente Carlos Menem estaba pendiente”, contó tiempo después el entrenador argentino.
Sin embargo, a pesar de que en México 86 había ocurrido, efectivamente, el caso que mencionaba Grondona (Calderé, futbolista del Barcelona, tomó un jarabe para la tos que contenía efedrina antes del partido España vs. Irlanda del Norte y dio positivo) y el futbolista fue sancionado con un partido, Maradona no sería medido con la misma vara.
“Para mí nos garcó Havelange, creo que fue él quien nos volteó”, es la conclusión de Basile, quien el 29 de junio de 1994 estaba en el desayuno, listo para ir al hotel de los dirigentes de la FIFA a dar las explicaciones correspondientes, cuando recibió un llamado inesperado: era Julio Grondona, desde el lugar en el que estaban las autoridades del fútbol internacional.
“Me dijo: ‘Ni se te ocurra venir para acá, (Maradona) está expulsado del Mundial y tiene que irse, ni siquiera puede quedarse en el hotel’. Me quería pegar un tiro…”, rememoró el Coco Basile quien, además del golpe que era para él asimilar esa decisión, porque sentía que el equipo con Diego podía ser campeón, tenía que ir a la habitación y encarar a su capitán para decirle que había sido desafectado del plantel y que debía irse.
“Cuando le dije, se puso a llorar, no paraba de llorar. Él tenía la esperanza de volver a ser campeón mundial. Y yo también estaba convencido de que podíamos serlo”, dijo Basile, quien sintió que, más allá de que Maradona quedaba fuera del Mundial, era un hecho que lo mismo pasaría con la Selección.
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“Fue una gran frustración -reflexionó el Coco- y encima teníamos que jugar enseguida contra Bulgaria. Pero ya estábamos crucificados, teníamos que volar del Mundial. Nos vieron jugar y todo indicaba que llegaríamos a la final contra Brasil. Y Havelange no quería eso, porque desde que era presidente de la FIFA, su país nunca había sido campeón. No podíamos seguir”.
