Murió el 9 de diciembre de 2020, luego de una larga enfermedad. Tenía 64 años. Tuvo tiempo, a lo largo de su vida, para dejar su huella. Sin embargo, la polémica lo rodeó. Ese fue Paolo Rossi, el goleador que llevó al título a Italia en el Mundial de España de 1982, el que sin embargo no debía haber jugado por una suspensión.
En marzo de 1980, un escándalo de partidos arreglados y apuestas ilegales sacudió a Italia. Este caso se conoció como Totonero, nombre derivado del Totocalcio, la lotería deportiva italiana. Aquella vez, cinco clubes y 18 jugadores fueron condenados, entre ellos Paolo Rossi, que fue suspendido por tres años.
La sanción al delantero fue reducida a dos años tras un recurso, lo que le permitió al jugador de entonces 25 años ser convocado para el Mundial de España 1982. Tras dos años sin competir, el italiano fue por su sueño, a pesar del escepticismo de la prensa y de los hinchas.
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“No me creyeron y a los 23 años me sentía terminado como futbolista”. Esa fue la frase utilizada por Rossi (en su libro “Mi mítico Mundial”) para describir lo sucedido en 1980, cuando había quedado involucrado en el escándalo de apuestas ilegales. Volvió recién en abril de 1982, apenas dos meses antes de la Copa del Mundo.
Paolo Rossi y la importancia de su entrenador
Pese a su inactividad y cuando pocos creían en sus condiciones, el entrenador Enzo Bearzot lo llevó a España, confiando en sus cualidades. Cualidades que, por ejemplo, ya había mostrado en Argentina ‘78, con tres goles. “Fue fundamental la fe que tuvo en mí. Sin un DT como él, no estaríamos hablando de una Copa del Mundo”, remarcó Rossi una y otra vez en cada entrevista que le hicieron.
La cita mundialista fue la revancha perfecta para el goleador, de apenas 1 metro 74 centímetros de altura, pero con un estupendo olfato en el área. Tras sus tres primeros partidos sin goles y mirado de reojo por la prensa de su país y hasta por sus propios compañeros, la rompió a partir de la segunda fase: tres tantos a Brasil, dos a Polonia en semifinales y una a Alemania en la final. Una cosecha que le permitió quedar como máximo artillero del Mundial y ser elegido luego como mejor jugador y Balón de Oro.
“Fue cumplir un sueño. En ese momento, no te das cuenta. Hicimos feliz a mucha gente. Es una alegría interior muy grande. Es algo indescriptible”, agregó alguna vez el Bambino de Oro, que pasó de villano a héroe en su tierra.
Tras el Mundial 1982, Rossi firmó para la Juventus, donde ganó dos Scudettos, una Copa de Italia, una Recopa de Europa, una Supercopa de Europa y una Copa de Europa, en la que la Juve formó uno de los mejores equipos de su historia junto a muchos compañeros de la selección y a estrellas de la talla del francés Michel Platini y el polaco Zbigniew Boniek.
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Después de su etapa en Turín, donde tuvo un rendimiento irregular pese a los títulos, Rossi firmó para el Milan. Aunque solo permaneció una temporada con el club de San Siro, Rossi dejó buenos momentos, como los dos goles que le anotó al Inter de Milán.
En 1986, fue convocado para jugar en el Mundial de México, pero no pudo jugar ningún partido debido a una lesión. Después del Mundial, Rossi fichó con el Hellas Verona, donde tuvo un paso fugaz y de poca relevancia, retirándose en 1987 a los 31 años.
Junto con Roberto Baggio y Christian Vieri es el máximo goleador de Italia en la historia de la Copa del Mundo. Antes de su muerte, se lo vio comentando sobre fútbol en su país. Hacía tiempo que que era una palabra autorizada.
