Fernando Gago simula, haciendo equilibrio entre palabras difíciles que al hincha de Boca le importan poco o nada. No es honesto maquillar lo que no fue, usando argumentos incomprobables cuando el resultado está puesto. Los fanáticos, decepcionados incluso antes de que la pelota rodara, ya no se comen el verso del chamuyo táctico y la pizarra.
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River se animó a dar una versión que no da casi nunca solo por la propuesta de Gago, que arrimó al local hasta Agustín Marchesín. La línea de cinco de la visita fue de siete, con dos tapones que no taparon a nadie. Y lo demás ya es historia conocida. Por eso la pregunta apunta hacia adelante: ¿el proyecto deportivo de Boca solo va a durar hasta el próximo tropiezo conceptual de Gago?

Milton Delgado tuvo el coraje que les faltó a los que jugaron en puntas de pies. Lo mismo vale para Miguel Merentiel. El resto, timoratos, como Gago. Muy poco, si se compara al potencial y a los puntos acumulados en el campeonato. Pero asoma algo aún más preocupante: ¿el DT xeneize no corrigió el armado inicial por convicción o por orgullo?
En este universo de subjetividades y pasiones que contienen a las opiniones de fútbol existen coincidencias. Una máxima sentencia es que Gago, a veces, tropieza por sus caprichos. ¿Jugó con cinco defensores en el Monumental hasta el minuto noventa y seis para no reconocer su error o por convicción? Esa, al fin y al cabo, es la gran cuestión.
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El futuro de Boca está atado a la respuesta de la pregunta anterior. Si el DT de Boca no movió lo que todos creían que debía mover por orgullo, los xeneizes volverán a chocar de frente contra el mismo muro. Es cierto que la sumatoria del equipo de la Rivera es buena. Tan cierto como lo que salta a la vista: con rendimientos como el que exhibió en el Monumental no tiene futuro.
¿Y River qué? Por ahora es un grupo de muy buenos futbolistas que Gallardo no logró ensamblar. Pero Franco Mastanuono, como dicen los pibes, es todo… El chico está activando el botón que revitaliza, bloquea la mala onda y potencia a los que, en la mala, se achican. No es poco; un muy buen punto de partida.

El crack millonario está tocado por la varita que solo acaricia a los distintos. El pibe remontó a un River pobre que pierde poco porque tiene mucho, más que por la mano de Marcelo Gallardo. Esta no es una de esas máquinas que el Muñeco supo construir, ni mucho menos. Pero el pibe maravilla está jugando por él y por todos, y está potenciando a sus compañeros, que no es poco.
Pasó el Superclásico en el que unos y otros arriesgaban poco. Y Gago se metió solito en la delgada línea de la gloria o Devoto. Gallardo dejó atrás los cuestionamientos y ganó tiempo para darle forma a un equipo que hoy está atado a los raptos del pibe maravilla, la joya Mastantuono.