Cuando volvía de la escuela junto a su abuela y su hermana gemela, pateando una piedrita durante las cinco cuadras del trayecto a su casa, Luciana Natta no imaginaba en convertirse en una de las mejores jugadoras de futsal del mundo.
Leé también: La vida de la primera argentina en el fútbol de Arabia Saudita: del chofer propio a las miradas de los hombres
En la cabeza de esa nena apenas comenzaba a despertar la pasión por el juego, esa que mantuvo viva durante todo su desarrollo como futbolista y que aún hoy, siendo profesional, constituye su máxima incentivación.
“A mí sólo me importa estar con la pelota, jugar y disfrutar”, resume en diálogo con TN . Toda una declaración de principios de Luciana, que con 22 años recién cumplidos, intentará clasificar a la Selección para el primer Mundial Femenino de Futsal, en la Copa América que comenzará este sábado en Brasil.

La historia de Natta comenzó en Avellaneda, donde se crió junto a sus padres, sus hermanas y su perro Milanesa. Cuando su mamá Paula, gestora automotor, se iba a trabajar, su papá (Pablo) le ponía partidos de fútbol en lugar de dibujitos. “De Independiente”, se anticipa para dejar en claro su filiación sentimental. Luciana y su gemela Magalí, que hoy es futbolista de la primera división de Newell’s, pasaban sus días viendo videos del “Rolfi” Montenegro, el “Tanque” Denis, Nacho Piatti, el Cuqui Silvera y otras figuras de la época en el Rojo. “Nacimos con el fútbol instalado”, asume.
Por esa razón, las hermanas quisieron comenzar a jugar desde muy pequeñas. Cumplir su deseo fue todo un esfuerzo para su familia. En esos años, eran pocos los clubes que permitían a las nenas mezclarse con los chicos para jugar a la pelota. Pablo y Paola descubrieron que Los Andes de Munro era uno de ellos y entonces aceptaron el desafío de cruzar toda la Ciudad de Buenos Aires para llevarlas desde Avellaneda. “Jugábamos baby fútbol, de cinco y el arquero. Estuvimos hasta los 11 años”, cuenta.
“¿Cómo te va a ganar una mujer?”

La primera etapa de Luciana en el fútbol fue la más compleja porque tuvo que vencer los prejuicios del ambiente siendo una nena. Creció escuchando el murmullo o sintiendo la mirada incómoda de los padres de los chicos con los que se divertía dentro de la cancha. “Cuando jugábamos un partido, capaz alguno se enojaba porque eludíamos a su hijo o porque ganábamos nosotras. Decían: ‘¿cómo te va a ganar una mujer?‘“, recuerda.
La vestimenta también fue un factor estigmatizante: “No era como hoy, que resulta mucho más natural ver a una chica vestida de futbolista. Sentía la mirada ajena clavada por usar botines. Capaz no decían nada, pero una misma se generaba esa incomodidad. Por suerte, todo cambió”.
Pese a ello, Luciana mantuvo firme el deseo de jugar al fútbol y avanzó hacia la siguiente etapa de su progreso deportivo. “Siempre supe que era lo que me gustaba y que si quería jugar, ese tipo de cosas me las tenía que guardar, aguantarlas y sacarlas como motivación. Nunca me rendí, cuando empezaba a jugar me olvidaba de todo y no me importaba cómo me veían los demás”.
El crecimiento como jugadora y la definitiva inclinación por el futsal

Después de su paso por el club de Munro y de competir en los Torneos Bonaerenses de Mar del Plata, Luciana encaró el ciclo competitivo en las ligas de AFA, ya con edad de divisiones federadas. Pasó por Independiente, Boca, Platense, Sportivo Barracas y Ferro, donde vivió otro momento que la puso a prueba: la pandemia.
El coronavirus detuvo toda la actividad por más de nueve meses y Natta volvió a abrazarse a sus convicciones: “Me puse como objetivo no dejar de entrenar, lo hice muy intensamente, a veces en tres turnos, desde casa y con lo que podía. Lo utilizaba como descarga porque no podíamos hacer otra cosa, más que la tarea del colegio”.
Su vida escolar también quedó relegada por su pasión, ya que Luciana decidió un cambio de escuela en los últimos dos años de la secundaria para poder facilitar su rutina de entrenamiento, que por entonces ya incluía a las selecciones juveniles argentinas.
“Cuando empecé a entrenar en AFA, no podía cumplir con la materia de educación física en mi colegio de toda la vida, así que me tuve que cambiar a uno sin esa exigencia. Fue difícil, me costó mucho, porque tuve que dejar mi grupo de amigos de toda la vida y adaptarme a una nueva escuela. Pero lo hice con un propósito, siempre sabiendo lo que verdaderamente me hacía disfrutar”, reconoció.
En 2022, Luciana se fue de Ferro, dejó el fútbol de once y se vinculó a All Boys para dedicarse de lleno al futsal. “Me encontré con un proyecto muy serio: mucha intensidad y días de entrenamiento. Mi prioridad era esa y por un tema de cansancio tuve que optar”.
El año de la consagración

La temporada 2024 fue inolvidable. Tras vencer a San Lorenzo en la final, el club de Floresta se consagró campeón del Torneo Femenino de Primera División y Luciana fue reconocida por la AFA con el premio Alumni a la mejor jugadora de la disciplina.
Pero lo más importante para la jugadora de la Selección argentina fue la nominación en los Jako Planet Awards Futsal, un galardón equipable con el Balón de Oro del fútbol. La argentina quedó seleccionada entre las diez mejores del mundo.
“No me lo esperaba para nada, no sé si nunca lo pretendí, pero sí que nunca pensé que iba a estar elegida para competir por ese premio. La vara del futsal está subiendo cada vez más y hay jugadoras que que son muy buenas, incluso compañeras de la Selección que están jugando en la Liga de España”, asumió.
“Me enteré que estaba nominada por una amiga que me mandó una historia de Instagram. No lo podía creer, verme rodeada de jugadoras de otras selecciones como la de Brasil, que son increíbles, me puso realmente muy feliz. Lo primero que hice fue agradecerle a mis compañeras de Selección porque son ellas, al final, las que te hacen crecer día a día”.
El sueño de jugar en España y consagrarse con la Selección

En el esplendor de su carrera, Natta anhela llegar a una de las ligas más competitivas del mundo como la española, pero más desea coronar un título con la Selección y clasificarla al Mundial de Filipinas, que se jugará entre el 21 de noviembre y el 7 de diciembre de este año.
Para conseguirlo, Argentina deberá quedar entre los tres primeros de la Copa América Brasil 2025. “Me encantaría ganar un título con la Selección. Nos preparamos muy bien para este torneo pero también sabemos que será muy difícil porque clasifica para el primer Mundial en el que todos quieren estar”.
“Brasil siempre es candidato, pero después también hay que considerar a Colombia, que creció mucho, Paraguay y Venezuela”, cerró.