El carnaval típico que es la tribuna en la última fecha del año fue aplastado por el desánimo. Los estadios de Boca (después del pálido empate frente a Independiente), y de River (cuando el Millonario no pudo con el pobrísimo San Lorenzo hace algunas semanas), hablaron. Más bien silbaron.
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La reprobación de los hinchas de Boca se repitió varias veces durante 2024. Al fanático lo derrotó el hartazgo y nadie puede mirar para otro lado. Fundamentalmente, el presidente Juan Román Riquelme. Porque el libro de quejas no solo recibió recriminaciones para los futbolistas que no dieron la talla. El presidente también jugó su partido, y lo perdió.
La elección de Fernando Gago se pareció a una evolución. Es un entrenador autónomo, que no pondrá a un futbolista a partir de un elogio público de un dirigente y que tampoco aceptará imposiciones verticales. El modelo “Consejo de Fútbol + DT funcional” fracasó y por eso llegó la hora de consensuar y delegar.
En cuanto a los protagonistas, hay cuestiones elocuentes. Marcos Rojo tropezaba con sus lesiones porque no estaba en forma. Pol Fernández jugaba siempre, incluso cuando lo hacía mal. Sergio Romero no se comportó como debe hacerlo un profesional. Son todos casos testigo y entre ellos alternó la cinta de capitán.
De cara a 2025 las señales son claras y no hay margen para repetir errores. El problema no es que este año Boca no ganó ni un título; la carencia es la falta de un estilo. Por eso la reconstrucción debe ser colectiva: no se trata de un salvataje solitario. Ni un presidente ídolo, ni un DT con pergaminos, ni jugadores arrebatados. Es entre todos los actores, asimilando los errores que se han cometido.
River debe revertir la involución con un mercado de pases quirúrgico
River perdió el rumbo futbolístico con el mejor técnico posible. Si a esto sumamos un contexto institucional favorable y a los guiños del destino (el Monumental fue sede de una final de Copa Libertadores entre brasileños), el balance es aún peor. ¿Qué pasó? Tal vez se impuso la desesperación.
La desprolija salida de Martín Demichelis multiplicó la presión. Con Marcelo Gallardo, dos campeones de mundo como refuerzos y un cuadro favorable en la Libertadores, la goleada (en contra) frente Atlético Mineiro fue un lastre que debilitó a todos. Miguel Borja mutó de goleador a suplente, por ejemplo. River involucionó hasta una versión sin rigor defensivo ni gol.
El balance para el Millonario también es malo. El próximo mercado de pases no puede limitarse a pagar lo que fuere por el solo hecho de engordar a un plantel con variantes. Debe ser quirúrgico, práctico y funcional al plan de un Gallardo que es estatua, pero que afrontará un comienzo de año diferente. Su espejo es la gloria pasada, pero el segundo semestre de 2024 lo erosionó.
Vélez, un merecido campeón: los fundamentos
Párrafo final para Vélez, el mejor del fútbol argentino. Coherencia para armar un plantel, jóvenes que juegan como experimentados, temple en el duelo más importante después del palo más doloroso, y dos referencias estelares: Valentín Gómez, el más valiente, y Claudio Aquino, el distinto. Se coronó el que más lo mereció.
