Boca no podía permitirse un 2025 sin Copa Libertadores. Ni Juan Román Riquelme, más allá de las declaraciones lavadas, ni Fernando Gago, que llegó al cargo condicionado. La derrota increíble ante Vélez por Copa Argentina había detonado (otra vez) al humor del hincha, pero los éxitos en cadena frente a Gimnasia y Newell´s fueron un bálsamo.
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Es cierto que aún la clasificación no está garantizada. Y que esta historia puede mutar desde una participación difícil y temprana en playoffs hasta la chance de que Boca se quede sin nada (en caso de que Huracán sea campeón de Liga y Central Córdoba se quede con la Copa Argentina). Todo esto es tan cierto como la estadística irrefutable: el equipo de Gago, con matices de todo tipo, ya hizo su parte.
Esta es la primera valoración, el balance a una fecha del final de la temporada. Boca hoy es apenas una intención, un examen general al plantel que determinará quién vendrá y quiénes se irán. Y en ese tránsito, hay puntos -cinco triunfos en seis fechas-, que son el principal argumento.
¿Qué hay detrás de esa sumatoria abultada? Dos triunfos y un empate fuera de la Bombonera. Una rareza para un plantel que, en general, de visitante, no dio la talla. Los éxitos en Junín y en Rosario, y el empate en Parque Patricios, le dieron valor a lo que Boca logró sumar en su cancha, su fortaleza.
¿Y en cuanto al juego? No mucho. La recuperación de alternativas que estaban postergadas, como el inesperado regreso de Frank Fabra. El tardío acondicionamiento físico de Marcos Rojo, y Exequiel Zeballos como estandarte, el distinto que se hizo cargo. No mucho más, tal vez Milton Giménez, aunque necesario.
Boca ahora depende de terceros para atrapar el objetivo consuelo, después de otro año sin títulos. Será decisivo para calmar los ánimos. Le dará espalda el entrenador para armar un plantel a medida, y a Juan Román Riquelme para ahuyentar al mal humor de los hinchas.
River también deberá estar a la altura de las exigencias
River ya se aseguró una plaza. Después de perder sus chances de campeón de manera estrepitosa en Copa Libertadores, y en Mendoza, por el torneo local, Marcelo Gallardo selló el pasaporte a la Libertadores frente a Central.
Las exigencias para el Millonario serán exactamente iguales a las de Boca. A partir de las decisiones en cuanto a refuerzos, Gallardo tendrá, otra vez, la necesidad de armar “un equipo que represente al hincha”. Y la vara está altísima. Porque el espejo, nada más y nada menos, es el propio Gallardo.
Última recta para los dos más grandes del fútbol argentino, en busca de una última sonrisa para dar vuelta la página en este año olvidable. A Boca le falta un paso. A River, por calendario, tan solo un clásico.