No hay partido en el que Gustavo Costas no bese su medallita de El Señor de los Milagros, una imagen religiosa que tiene muchos seguidores en Perú, y que él adoptó en el año 2003 cuando se convirtió en el técnico de Alianza Lima. Durante toda la Copa Sudamericana, no hubo encuentro en el que el DT no le dedicara unos segundos a este ritual que, creer o reventar, ayudó para que Racing volviera a consagrarse campeón de una copa internacional después de 36 años.
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“No pido por un resultado deportivo, porque además el rival también puede pedir lo mismo, no tiene sentido. Sí le pido que nos cuide a todos, que salga lo mejor, y que sepamos aceptar la derrota y la victoria”, dice el DT campeón.
Pero Costas es mucho más que un creyente. Es un “enfermo de Racing”, como él mismo se describe. Y léase por ‘enfermo’ una persona que rige su vida en torno a ese club que lo acogió desde que tenía ocho años y quedó en las inferiores. Hoy toman sentido las declaraciones de sus familiares, de sus amigos y de sus excompañeros que muestran que no come tomate o morrón por tener el color rojo, algo que indefectiblemente lo relaciona con Independiente, el rival de toda la vida y uno de los pocos clubes a los que nunca dirigirá.
“No compramos autos colorados, ni usamos nada con ese color. Es algo que lo mamamos desde muy chicos. Venimos de una familia muy racinguista y esta enfermedad nos la transmitieron ellos. Mi hermano se la pasa cantando todo el día canciones de Racing. Es así de toda la vida. Nosotros vamos por la calle caminando y si ve una camiseta de Racing toca bocina o saluda. Somos así, somos muy enfermos”, le cuenta Fabio Costas, hermano del DT, a TN.
La obtención de la Copa Sudamericana puso a Costas como uno de los ídolos máximos de la institución de Avellaneda, no solo porque cortó con una extensa racha de títulos internacionales, sino porque era el logro que le faltaba en el club. Anteriormente había tenido dos breves pasos por la Academia, pero la tercera fue la vencida. Ahora se puede decir que este fanático no solo fue campeón como jugador, sino también como técnico, algo por lo que será recordado por toda la vida.
“Gustavo era el capitán, era referente del equipo que se consagró campeón en la Supercopa de 1988. Yo creo que su aporte al equipo es fundamental porque es el único que puede transmitirle el sentimiento de lo que es Racing a los jugadores. Gustavo Costas es Racing”, lo describe su excompañero, Omar Catalán, en diálogo con este medio.
Teté Quiroz, uno de sus grandes amigos dentro del fútbol, también lo ponderó con TN: “Hoy se puso entre los tres o cuatro personajes más importantes de la historia de Racing y la Sudamericana es el tercer título en importancia después de la intercontinental y libertadores del 67″.
Cuando Catalán dice que Costas es Racing no exagera. El actual DT fue la mascota del famoso equipo de Juan José Pizzutti, que se consagró campeón del mundo en 1967. De hecho, está en la foto de ese plantel que hizo historia.
“Fui mascota de ese equipo por mi padrino Alejandro, que conocía a uno de la comisión. Fui mascota hasta el partido 39, y en el 40, River nos cortó el invicto. Esto me lo contaron, yo no me acuerdo, la verdad”, dijo en una entrevista con la revista El Gráfico.
“Lo que sí recuerdo bien es a mi vieja haciendo la bandera en papel crepé cuando jugamos contra el Celtic. Esa imagen la tengo grabada. Y también que después de ganar sacamos el tocadiscos a la calle y pusimos las canciones de Racing”, le contó con orgullo al periodista Diego Borinsky.
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De las inferiores a la gloria: Gustavo Costas y su sentimiento de pertenencia con Racing
Costas hizo todas las inferiores en Racing y debutó en la Primera a los 18 años casi de casualidad. Fiel a la historia del club, fue en un momento crítico, con una renuncia de un DT de por medio y con la tarea de marcar a Carlos Bianchi, goleador de Vélez.
“Fue raro, porque yo estaba en Quinta y jugué el sábado, un día de lluvia, para colmo. Al día siguiente, me dijeron que me presentara con la Primera, porque se había ido Pastoriza, el técnico, e iba a dirigir un interino. Fui en colectivo a la cancha de Vélez, éramos como 50 en el vestuario. A un central titular le dolía algo, al otro una cosa distinta, nadie hablaba, y de golpe, el técnico dice: “¡Costas, cámbiese que juega!”. Tenía unos botines Fulvence todos gastados y me mandaron a marcar a Bianchi. ¡Y Bianchi metió dos goles! (risas). Igual, anduve más o menos bien y ahí me vio Cavagnaro, que iba a asumir y estaba en la tribuna, y me dejó en la Primera”, contó.
Desde ese momento no salió más. No solo se convirtió en un gran defensor, sino que además se hizo capitán y referente. Su talento, sentido de pertenencia y su cualidad de hincha lo llevaron a sostener a Racing en uno de los peores momentos de su historia: cuando Daniel Lalín decretó la quiebra y la síndico Lilian Ripoll se hizo cargo de manejar el club.
Allí no solo se involucró como referente, sino que además lo eligieron como técnico. Agarró el equipo casi sin experiencia y salió airoso. Tuvo una campaña floja en el comienzo, pero después remontó y logró 30 puntos con un plantel en el que estaban el Chelo Delgado, Teté Quiroz y el Piojo López, entre otros.
También fue muy importante su participación como hincha. Él, junto a otros futbolistas, se pusieron a la par de los socios para sacar a Racing del pozo. Ayudaron a construir el Predio Tita, lugar en el que hoy entrenan y juegan las inferiores del club, y tenían habituales reuniones con dirigentes políticos para encontrar una solución al conflicto legal y jurídico.
“En Racing llovían embargos y había deudas que levantar. Cuando nos enteramos de la quiebra nos pusimos locos y decidimos involucrarnos todos. Me acuerdo que un grupo de hinchas había abierto una cuenta en un banco a nombre de mi hermano porque era una persona en la que confiaban. Fueron momentos duros, difíciles y Gustavo participó en todo, al igual que un montón de hinchas”, le cuenta Fabio Costas a TN.
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Después de esa etapa empezó una carrera como DT en la que casi no dirigió en el fútbol argentino. Su identificación con Racing hizo que muchos equipos decidieran no contratarlo y se fue a Paraguay, donde entrenó a Guaraní entre el 2001 y el 2003. Luego llegó el turno de Alianza Lima, en Perú, donde consiguió sus primeros títulos y se volvió un ídolo para los hinchas.
Después de eso seguiría su periplo por toda Sudamérica: Cerro Porteño, Olimpia, otra vez Racing, Barcelona de Ecuador, Independiente Santa Fe de Medellín, y Atlas de México, entre otros.
Su carrera también lo llevó a dirigir en Arabia Saudita, donde estuvo al frente del Al Nassr y de Al-Fayha, equipos en los que estaba bien, pero en donde sentía que no podía desarrollarse de manera completa.
“Por mi manera de vivir el fútbol, sentía que estaba robando la plata. O sea: doy la charla y subo la voz, pongo énfasis, pero el traductor hablaba todo en el mismo tono, faltaba esa pasión, esa comunicación con el jugador, entonces, para adentro, pensaba que estaba robando la plata. Fue una linda experiencia, y me volví”, recordó en una nota con El Gráfico.
En la temporada 2022 le llegó la oportunidad de ser DT de la Selección de Bolivia, que necesitaba hacer una gran eliminatoria para clasificar al próximo Mundial. Sin embargo, ese desafío duró muy poco. Dirigió cuatro partidos y los perdió todos. La Federación de fútbol de ese país decidió despedirlo.
Al poco tiempo le llegó la propuesta de Racing. Fernando Gago había dejado de ser el entrenador y Víctor Blanco necesitaba un nuevo DT. Su nombre volvió a sonar, como cada vez que había una vacante en el puesto.
Después de analizar algunas opciones, la dirigencia académica le dio la oportunidad de volver a ser el entrenador, por tercera vez en su carrera. En su primera conferencia de prensa aceleró y dejó los miedos de lado. Dijo que llegó a Racing para ser campeón, un mensaje que le transmitió no solo a los hinchas, sino también a los jugadores, que se identificaron de inmediato con su filosofía.
“Al amigo, al amor de nuestra vida, nunca lo dejamos solo. Nos encadenamos en la sede y estuvimos siempre al lado. Hoy yo les exijo a ustedes que nos pidan, porque Racing ya puede competir con cualquiera, no es como antes, tenemos que ir por algo grande”, aseveró en su primera conferencia de prensa.
“Sería el gran sueño de mi vida poder llevar a Racing a lo más alto, lograr cosas internacionales, campeonatos. Cuando estuvimos unidos lo salvamos, logramos cosas importantísimas. Entonces estemos más unidos que nunca, que estando unidos vamos a lograr cosas hermosas”. Y así fue, el Señor de los Milagros, otra vez puso a Racing de pie.
Qué será del futuro de Gustavo Costas en Racing
La obtención de la Copa Sudamericana puso a Gustavo Costas en lo más alto. El actual presidente, Victor Blanco, señaló que en caso de que el oficialismo siga en el poder (las elecciones en Racing son el 15 de diciembre) el DT tiene asegurada su continuidad. Por el otro lado, Diego Milito, el otro gran candidato, dijo que se sentará a negociar su continuidad en caso de ser electo.
Mientras tanto, el DT se mantiene al margen y su hermano dice que la prioridad es conseguir otro título local: “La verdad es que estamos enfocados en estos partidos que quedan, estamos muy cerca de la punta y el partido que viene (ante Rosario Central) es importantísimo para seguir con chances en el campeonato”.
Por otro lado, Fabio Costas reconoce en diálogo con TN que a su hermano no le interesa la idolatría, solo quiere a Racing en lo más alto: “A mi hermano le hablan de hacerle una estatua y eso no le importa. Él me dice: ‘yo quiero salir campeón, no quiero ninguna estatua’. Él pone el bien de Racing por encima del bien de él, eso te lo juro por la vida de mis hijos. Racing está por encima de todo y de todos”.