Fernando Gago no tiene la culpa, pero tiene la obligación. El futuro de Boca es hoy: es Gimnasia y Esgrima La Plata por Copa Argentina. “Son decisiones”, diría otro entrenador. La estrepitosa caída en Victoria expuso a futbolistas que ya habían perdido sus lugares por bajo rendimiento. Y en vez de ser un paso adelante, eso de que técnico-que-debuta-gana quedó en la nada. El error es de funcionamiento, lógicamente, aunque también fallaron los nombres propios. Fue un porrazo de los fuertes…
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Sergio Romero no da garantías. Y sus bajas prestaciones exceden al castigo por enfrentarse a los hinchas después de que Boca perdiera ante River: da ventajas desde lo físico, ni más ni menos. Leandro Brey, quien compite por el lugar, lo supera en ese aspecto. Gago deberá elegir y bancar, por lo que implica para el resto de la formación ese puesto.
Marcos Rojo sale en todas las fotos, aunque esta vez sufrió por las carencias del esquema que aún está verde. Si logra sumar minutos (sin lesiones), tiene una chance. Aaron Anselmino aún no mostró demasiado. El potencial está, por eso lo compró el Chelsea, pero no es un bastión en la actualidad.
Si Edinson Cavani no hace goles, su despliegue no es tan relevante. Puede hacerlo Miguel Merentiel. Y pesan los goles que ostenta Milton Giménez, generalmente sentado en el banco de suplentes. El ex-Napoli y PSG siempre es una amenaza, pero en Victoria se mostró errático. Y se suman los nombres, porque Cristian Medina y Kevin Zenón conviven entre “el una sí y una no”…
Gago no tiene la culpa, pero tiene la obligación. Corregir rápido, tener una intuición afinada, y bancarse el costo, si así lo quisiera, cuando saque a un peso pesado. El miércoles, por Copa Argentina, no tendrá margen de error. El futuro de Boca es hoy.
River dejó pasar el tren en el torneo local: ¿y la Copa Libertadores?
River dejó pasar el último tren del torneo contra Vélez tras el empate 1-1 en el Monumental. Por potencial y variantes, es una gran decepción. Pero de ningún modo lo que “no se pudo” en el plano local equivale a esa obsesión que es la Copa Libertadores. La pregunta que se impone es obvia: ¿le alcanzará con esta versión millonaria a Marcelo Gallardo?
Da la impresión de que ninguno de los semifinalistas es imbatible. Eso, para River, es un estímulo, y también un llamado de atención. Eso significa que para llegar a la final en su estadio deberá sacar adelante una serie pareja, durísima, contra Atlético Mineiro. El que se haga fuerte en su cancha tendrá la ventaja. El encuentro de ida será un partido de detalles, pero sin dudas determinante. “No los vamos a dejar a pata”, sentenció el Muñeco. De jugar con seriedad y con error-cero; de eso se trata.
