Julián Valenzuela es un varón trans de 17 años que recientemente tramitó su DNI masculino. Su gran pasión es el fútbol y juega hace más de una década en el mismo equipo. Cuando se enteró de que los rivales querían impugnar su participación en la liga femenina, había tomado la decisión de abandonar, pero un gesto de sus compañeras, el entrenador y la dirigencia hizo que todo cambiara.
Leé también: Tiene cáncer y usa camisetas de fútbol como amuleto en los tratamientos: “Ojalá Messi y Martino me las firmen”
El deporte es el centro de la vida de Julián: juega desde los cinco años, edad en la que también entró al Club Deportivo Mainqué de la provincia de Río Negro. Una tía lo llevó a la escuelita de fútbol femenino que recién arrancaba.
“Siempre jugué, no paré nunca”, cuenta en diálogo con TN el joven de 17 años que va a la escuela secundaria por la tarde y que dos veces por semana, los martes y los jueves, entrena con sus compañeras de toda la vida en el equipo femenino del club.
A los diez años Julián empezó a identificarse como varón, pero recién a los 14 -y con el acompañamiento de su mamá y el resto de su familia- lo habló en la escuela y en el club.
“El equipo lo tomó muy bien, no cambió en nada mi día a día”, relata Julián, que siguió con el equipo femenino y que durante mucho tiempo jugó con el DNI con su nombre anterior. Fue así hasta hace un mes y medio, que le llegó la nueva documentación con el nombre que se corresponde con su género autopercibido.
Los rumores de impugnación y un gesto que lo emocionó
A fines de abril, cerca de la fecha de su cumpleaños, Julián estaba entrenando con el equipo del Deportivo Mainqué cuando sus compañeras le comentaron un rumor que cada vez era más fuerte: uno de los equipos a los que recientemente habían vencido iba a pedir los puntos porque Julián era un varón trans que estaba jugando en un torneo femenino.
“Les habíamos ganado bien el partido. Quisieron meterse conmigo porque decían que jugaba con mi DNI nuevo. Cuando mis compañeras se enteraron, me dijeron que querían que yo siguiera, que no me sintiera mal. Desde un principio me apoyaron y me ayudaron para que no me sintiera afuera”, relató.
Más allá de ese apoyo incondicional de sus amigas, Julián dudó y tomó la decisión de no presentarse al siguiente partido para no perjudicar al equipo. El gesto que recibió ese mismo día le dejó en claro el respaldo con el que cuenta.
“Ese domingo jugábamos y cuando faltaban diez minutos para el partido, el DT y el presidente aparecieron fuera de mi casa. Me vinieron a buscar en auto para que no me perdiera el partido”, destacó con emoción el joven. Y agregó: “Desde que dije que me percibía varón siempre me ayudaron, nunca me hicieron sentir mal”.
Raúl Romero, presidente del Club Deportivo Mainqué, recuerda con claridad ese día: “Particularmente en ese partido me llamo la atención que July no había llegado. Cuando le pregunté por él a Lore, la ayudante del DT, me dijo que no había venido para no perjudicar al club por un posible reclamo”.
“Ahí no lo dudé ni un momento: le dije a Lore que lo llamara, conseguí el auto de mi suegra y salí a buscarlo. La cara de felicidad que tenía y sus lágrimas de emoción son algo que no tiene precio. Es un gusto que forme parte de esta gran familia”, sostuvo el dirigente.
“La mayoría no quería que yo jugara”
El Deportivo Mainqué es uno de los clubes más humildes que participa de la Liga Confluencia, la competencia más importante de fútbol de la provincia de Rio Negro. La institución tiene una particularidad: no cobra cuota social y se mantiene con ayuda del intendente y de colaboradores. “Lo que buscamos es que los chicos y chicas tengan un lugar de contención”, asegura su presidente.
Ese es el lugar en el que Julián juega al fútbol hace 12 años y es el espacio que también lo acompañó amorosamente durante su transición.
“Hubo una reunión con todos los directivos de la Liga Confluencia. La mayoría decía que no quería que yo jugara, pero el DT y el presidente dijeron que a ellos no les importaba, que nos sacaran los puntos, que yo iba a jugar porque era uno más del equipo”, relató el joven futbolista.
El presidente del club añadió: “A medida que pasaban los partidos, nos decían que tuviéramos cuidado, que si ganábamos nos iban a reclamar. Siempre estuvimos a la espera de eso: yo creo que, si bien muchos lo pensaron, no hubo uno que se animara a hacerlo”.
El DT, los dirigentes, las jugadoras del equipo, sus papás y sus 13 hermanos, muchos de los cuales también juegan al fútbol en Deportivo Mainqué, son la enorme red de contención con la que cuenta Julián. Sin embargo, sufrió algunos episodios de discriminación: “A veces me siento mal, pero mi mamá me dice que no les dé importancia a los comentarios. Los insultos me afectan muchísimo y a veces en las canchas me gritan desde las tribunas, pero yo trato de no darles bola”.
“Cuando pasan esas cosas yo me siento mal, porque lo que él más ama es el fútbol y me duele saber que hay gente ignorante que lo quiere lastimar. Pero saber que su equipo no lo dejó solo es lo más lindo que hay”, resalta María, la mamá de Julián.
Un deseo para el futuro: “Pasarme a un equipo masculino”
En uno de los últimos partidos, Julián fue el capitán del Deportivo Mainqué. Sus compañeras lo eligieron para ejercer ese rol “por compañerismo”.
El joven, que juega de mediocampista por la derecha, es fanático de Lionel Messi, Julián Álvarez y Estefanía Banini. Su deseo a mediano plazo es incorporarse a un equipo masculino, aunque la idea es hacerlo cuando inicie el tratamiento médico para modificar su cuerpo en función de su identidad de género autopercibida: “Lo que más quiero es jugar con los chicos, pero primero quiero hormonizarme para poder hacerlo”.
Julián sabe que su historia puede inspirar a otros y por eso cada vez que sale a la cancha intenta dejar un mensaje: “Que las personas trans también tenemos derecho al deporte y no merecemos ser insultados o maltratados. Algunos piensan que está mal lo que sentimos, pero solo queremos ser libres”.