En diciembre de 2022, mientras el país estallaba de alegría por la consagración de la Selección argentina en el Mundial de Qatar, Flavia Campeis atravesaba tiempos complejos y contradictorios. Dos días antes de la final, y de manera inesperada después de un chequeo de rutina, le diagnosticaron un cáncer incurable, que implicaba llevar adelante un tratamiento de por vida. Ante ese sacudón, decidió que el fútbol sería su amuleto: hace más de un año que va a sus aplicaciones mensuales con distintas camisetas que reflejan su pasión.
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“Se estaba viviendo un gran momento colectivo, sobre todo en la ciudad de Lionel Messi y de Ángel Di María, y paralelamente yo recibía esa noticia tan personal. Para mí, significó replantear esa felicidad tan grande que tuvimos los futboleros porque del otro lado te están diciendo que te vas a morir”, relata a TN Flavia, que vive en Rosario y se define como una fanática de Newell’s, de Messi, del Tata Martino y de Diego Maradona.
“Cáncer de mamá en grado 4 con metástasis ósea”. Ese fue el diagnóstico que recibió Flavia el viernes previo a la final con Francia. Pero no dejó que el golpe la hiciera caer. Como durante todos los partidos del Mundial, la casa que comparte con su novia fue el punto de encuentro para más de 20 amigos y amigas.
“Era mucho más que la final del mundo lo que se jugaba en nuestra casa: necesitábamos esa felicidad y una celebración colectiva de la vida. Por eso, cada vez que nos hacían un gol no lo podíamos creer y yo pensaba en eso que me estaba pasando también a mí. Lo cierto es que enfrentarme a ese diagnóstico no hubiera sido lo mismo si no hubiésemos salido campeones del mundo”, recalca la joven que nació en Capitán Bermúdez y que trabaja como periodista hace 20 años.
Los amuletos futboleros que lleva a su tratamiento
El tratamiento de Flavia implica ir todos los meses a ponerse una aplicación de ácido zoledrónico, un medicamento para fortalecer los huesos, ya que tiene lesiones en el esternón y en las costillas. También le dan una inyección para forzar una menopausia debido a que su cáncer es hormonal. Además, toma pastillas todos los días. Así será durante toda su vida.
Desde febrero de 2023, fecha en que comenzó esta visita mensual al hospital, la periodista decidió ir con sus “amuletos”: pulseras, pañuelos o bolsos que le recuerdan a sus amigos y, sobre todo, sus camisetas de fútbol más queridas. “Son cosas que tienen que ver con salir campeona, con jugar como me gusta o con estar rodeada de mi equipo si es que me caigo”, explicó.
“A mi primer tratamiento fui con la camiseta de Newell’s que me había puesto para festejar en el Monumento a la Bandera cuando salimos campeones del mundo. Es una celeste que usaba el Patón Guzmán: con esa ganó un título, le atajó un penal a Riquelme y además tiene el pañuelo de las Madres y el dibujo de las Islas Malvinas, que son dos referencias. También la usé en febrero de este año cuando se cumplió un año del tratamiento”, señaló Flavia sobre esa reliquia autografiada por el arquero.
A veces, la joven va al hospital con una casaca rosa que la Lepra lanzó hace algunos años en conmemoración a la lucha contra el cáncer de mama y sueña con que Gerardo “Tata” Martino se la pueda firmar. También suele usar una remera de la Selección argentina con la que vio todos los partidos del Mundial de Qatar y otra camiseta que un amigo le regaló después de la consagración, que tiene el escudo con las tres estrellas.
“Cuando cumplí diez aplicaciones fui con una camiseta del Inter de Miami que dice ‘Messi’ en celeste y rosa atrás, y tiene el número 10. Ese día me saqué una foto con las manos hacia arriba, como hizo Leo en el homenaje cuando murió Diego Maradona”, comentó.
Otro amuleto que usó fue una camiseta de Newell’s que se puso el día de la despedida de Maxi Rodríguez, cuando Di María también estuvo en cancha en un símbolo de unión entre dos ídolos de la ciudad.
“Voy alternando las camisetas de mis ídolos dentro y fuera de la cancha para que me acompañen en esos momentos. Para mí, ellos son referentes por su modo de vivir, de encarar el deporte, de ser respetuosos y por el compañerismo. Sus valores hacen que me sienta acompañada”, destacó.
La gran ilusión de Flavia es que esos ídolos, sobre todo Messi y Martino, algún día puedan firmarle alguna de sus camisetas. “Espero que se dé y poder usarlas en el próximo tratamiento”, se esperanzó.
“Dejé de googlear cuánto me queda de vida y empecé a mirar videos de Messi”
El cáncer de Flavia no requiere de quimioterapia, sino de un tratamiento que será de por vida: “Ya llevo más de un año de tratamiento y en el camino aprendí un montón de cosas: salimos campeones, mi equipo ganó y perdió, Messi cambió de equipo. Todo lo que va pasando es un reflejo de la vida: por eso yo quiero mostrar qué es ser un paciente en tratamiento crónico y el apoyo que se necesita”.
Como era de esperarse, el miedo se hizo presente ante un diagnóstico tan complejo. Pero ahí estuvo otra vez el fútbol para ayudarla: “Durante mucho tiempo en las noches me acostaba y escribía en Google cuánto me quedaba de vida o cuánto vive la gente con este tipo de cáncer. Al final le busqué la vuelta: ahora miro videos del Mundial o entrevistas de Messi y de mis otros referentes del fútbol como el Tata Martino o el Patón Guzmán”.
Sumado a un momento de tensión en el que su cobertura médica amenazó con no cubrir los gastos de su tratamiento, Flavia tuvo que aprender a convivir con el dolor y con cierta debilidad corporal. Hoy, que está más entera, hace natación en la pileta de Newell’s para fortalecer su cuerpo y volvió a ir a la cancha. “Eso me da energía vital”, asegura.
También está volviendo a trabajar y prepara un podcast en el que no solo hablará de su enfermedad, sino también de la importancia que tiene el fútbol a la hora de transitarla: “Siempre me dediqué a contar historias de otras personas, pero ahora estoy hablando de mi experiencia y de un tema que a veces es tabú. El cáncer es una palabra que muchas veces ni se nombraba. Quiero hablar de eso con todos sus matices y de cómo cambia la mirada. Antes pensaba que perder un partido era terrible, ahora la metáfora cambió: para mí vale más cómo se juega el partido. Hoy valoro más el modo que el resultado final porque aprendo de este deporte que amo, que me dio muchas alegrías y que fue fundamental en este proceso”.
Y reflexionó: “El fútbol para mí ya no es algo que me angustia o por lo que se me va la vida. Es una enseñanza: veo esa imagen de Messi cuando nos empatan en la final doblando las rodillas y por caer, pero levantándose y siguiendo. A mí me hizo acordar a cuando le decían que no iba a crecer, que no iba a poder jugar y no solo terminó llegando a los clubes más importantes del mundo, sino que fue campeón del mundo con sus amigos y su familia”.
“Cuando comencé el tratamiento me fui proponiendo eso: seguir el ejemplo de esa lucha por los sueños que tiene un futbolista, que son las luchas cotidianas que tenemos en la vida. En mi caso es por poder vivir lo más posible, de la mejor manera y rodeada de cariño y afecto. Eso es lo que nos va a permitir ser campeones en cada uno de los desafíos que nos proponemos en la vida”, concluyó.