Muchos dicen que pagarían lo que fuera con tal de jugar un partido en la primera de Boca Juniors. Sin embargo, el brasileño Baiano hizo al revés: en 2005, el defensor sacó dinero de su bolsillo para irse del club, agobiado por el acoso mediático, tras un episodio de racismo en el que no estuvo directamente involucrado.
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Dermival Almeida de Lima, tal su nombre completo, llegó al Xeneize, procedente de Las Palmas para jugar en el puesto de lateral derecho que había dejado vacante Hugo Ibarra. Después de un semestre irregular, en el que disputó 16 partidos, el futbolista surgido en Santos les pidió a los dirigentes que le permitieran emigrar de la institución. A los 45 años, Baiano lanzó su escuelita de fútbol en Brasil y dice estar arrepentido de aquella decisión que tomó.
“Tenía contrato y en Boca no querían que me fuera, así que tuve que negociar, poner dinero y destrabar la salida”, contó el defensor, que continuó su carrera en Rusia, jugando para el Rubín Kazán.
Lo que desencadenó la tajante decisión de Baiano fue el acoso mediático que sufría a raíz del escándalo de Leandro Desábato y Grafite. El zaguero de Quilmes había sido detenido en Brasil acusado de discriminación por el jugador de San Pablo. “La gente me veía a mí y creía estar viendo a Grafite. Además, los rivales me hostigaban por eso, diciéndome cosas horribles”, recordó el lateral.
El episodio entre Desábato y Grafite se produjo el 13 de abril de 2005, cuando el delantero brasileño denunció que el zaguero le había dicho “macaco” y “negro”. Como consecuencia de eso, el argentino fue arrestado, acusado de racismo y pasó 40 horas en un calabozo. “Me trataron como un delincuente, me llevaron esposado y me dejaron en una celda en la que no había ni un colchón”, aseguró en aquel momento Desábato.
El entonces defensor de Quilmes, que tenía 25 años, negó haberle dicho a Grafite lo que denunció el futbolista paulista y la causa finalmente quedó en la nada porque el brasileño nunca confirmó la querella. “Ya pagó bastante por lo que hizo”, aseguró.
Por su parte Baiano contó que los periodistas de la Argentina y de Brasil lo buscaban constantemente para hablar sobre la discriminación. “Sólo me preguntaban por ese tema. Sentí una gran persecución mediática. En una conferencia de presa había medios de todo el mundo para consultarme por ese tema”, señaló.
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Además, el brasileño se quejó de la actitud de sus compañeros en Boca. “No me respaldaron, me sentí solo. No estaba fuerte mentalmente y la situación me superó. Por eso tomé la decisión de emigrar”. No obstante, aseguró haberse arrepentido por su decisión: “Hoy me arrepiento de haberme ido, de no haber soportado ese mes tan duro que me hizo irme del club. A cualquier jugador brasileño le recomendaría jugar en Boca, que no lo dude”.
El marcador de punta, nacido el 28 de junio en 1978 en Capim Grosso, también habló de La Bombonera: “Jugué en el Morumbí, en el Bernabéu y en el Maracaná, pero la cancha de Boca es distinta a todas. Se siente a los hinchas como en ninguna otra”.
Lanzó su escuelita de fútbol en Brasilia
También contó una simpática anécdota del mellizo Guillermo Barros Schelotto. “En uno de los primeros entrenamientos empecé a proyectarme, como era mi costumbre. Iba al ataque en todas... Hasta que Guillermo me agarró del brazo y me dijo ‘mirá que a vos te trajeron para que seas figura del medio para atrás’”.
Actualmente, dirige la Escuela de Fútbol Baiano, en Brasilia, a la que concurren decenas de chicos que buscan abrirse paso en el fútbol. “Trato de que reciban una formación integral, porque no se trata solamente de jugar bien en la cancha. Este es un deporte de equipo, en el que hay que ayudar al compañero, trabajar con seriedad y tener una gran fortaleza mental”, aseguró.