El escaso vínculo entre la Argentina y el fútbol americano no impidió que un deportista albiceleste pudiese consagrarse campeón del torneo más importante de la disciplina: Martín Gramática construyó una prolífica carrera en Estados Unidos que lo llevó a ganar el Super Bowl de 2003 con los Tampa Bay Buccaneers, teniendo un rol fundamental para conquistar el preciado título. Tiempo después de su retiro, intentó despuntar el vicio con la redonda, pero la iniciativa esta vez no prosperó.
El oriundo de Buenos Aires, que nació el 14 de marzo de 1975, se mudó con su familia a los Estados Unidos cuando era pequeño. Durante la secundaria, fue convocado por el entrenador de LaBelle High School debido a su precisión para patear: ya en el equipo escolar, marcó ocho de diez goles de campo y 22 puntos después de touchdowns. Su buena performance lo catapultó a jugar cuatro temporadas a nivel universitario con los Kansas State Wildcats.
Sus extraordinarios números, que incluyeron un récord escolar de 349 puntos, le valieron el apodo de “Automática” por su capacidad de anotar cada vez que intentaba ejecutar una jugada con el pie. En 1999, fue seleccionado en la tercera ronda del Draft de la NFL -que tiene un sistema similar al de la NBA- y permaneció allí durante cinco años: durante su primera campaña, quedó en el top 8 entre los kickers con más goles de campo cosechados.
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La fallida transformación de Martín Gramática: de su etapa más gloriosa en la NFL a las lesiones que truncaron su regularidad
En 2001 fue ungido como titular del Pro Bowl, el juego de las estrellas del certamen. Ya en 2003, los Bucs le ganaron a Oakland Raiders por 48-21 en el Super Bowl, la final del campeonato estadounidense: Martín Gramática sumó 12 puntos y se convirtió en el primer jugador de su país en hacerlo en una instancia decisiva. Además, rubricó un contrato con la franquicia de más de 14 millones de dólares, que lo situó entre los deportistas argentinos mejor pagos, superando a cracks futbolísticos de la talla de Hernán Crespo y Juan Sebastián Verón.
Luego de su prolífica etapa en Florida, se mudó a Indianápolis para vestir la camiseta de los Colts en diciembre de 2004, pero las lesiones conspiraron contra su regularidad.
En 2006 se sumó a las filas de los Dallas Cowboys y se retiró definitivamente en New Orleans Saints un año después, con muchas dificultades para ganarse un lugar y ya consciente de que estaba atravesando sus últimos días como profesional.
La fallida transformación de Martín Gramática: la pasión por el fútbol que lo llevó a ser DT
A lo largo de toda su trayectoria, la pasión por el fútbol se mantuvo intacta en Martín Gramática: contó en reiteradas oportunidades que era hincha fanático de Boca e incluso utilizó el dorsal número 7 como homenaje a Guillermo Barros Schelotto, uno de sus ídolos. “Las veces que me escapé de la concentración para ver los partidos... Recuerdo irme en plena madrugada del hotel donde estábamos para poder mirar la final de la Intercontinental contra el Real Madrid”, aseguró en una entrevista.
Por eso, Martín Gramática no sorprendió a nadie cuando, en 2022, aceptó la oferta de Tampa Bay Strikers para ser head coach de los elencos de futsal masculino y femenino.
“Además de la experiencia, buscábamos cualidades en nuestros candidatos. Pasión, liderazgo y un recorrido ganador, así como también compromiso con nuestra comunidad. Martín tiene todas esas características y más”, afirmó Andrew Haines, copropietario del club.
Poco antes, el kicker había sido entrenador de la categoría sub-19 de los West Florida Flames. “Para aquellos que no son aficionados, les explico que esto es como el hockey. Hay muchos goles, mucho ritmo, porque el balón rara vez sale del campo. Si mirás el primer juego, parece que sigue y no termina nunca”, graficó el exdeportista. De todas formas, el desafío contó con varias desavenencias.
Si bien sus dirigidos lograron clasificarse a la postemporada, el torneo NISL se canceló de manera abrupta. Varios de los técnicos adujeron falta de pago e incluso poco acompañamiento de los organizadores de la competición ante los largos viajes en micros, la ausencia de comidas previa a cada cotejo y la obligación de dormir dentro de los recintos.
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“Le dije a la liga que no quiero comprometerme para seguir, excepto que mis jugadores y mis asistentes cobren. Una vez hecho eso, podré hablar del futuro”, explicó Martín Gramática, un crack con personalidad tanto dentro como fuera de la cancha.