Boca y Fluminense jugarán el sábado la final de la Copa Libertadores en el Maracaná de Río de Janeiro y Brasil anunció tolerancia cero para cualquier acto de racismo y/o xenofobia en ese marco. Aquella persona que cometa una injuria racial se arriesgará a tener que cumplir la pena dispuesta por el país: de dos a cinco años de prisión efectiva. De eso sabe y mucho Leonardo Ponzo, un hincha del Xeneize que en abril de 2022 vivió uno de los peores momentos de su vida, del que habló con TN primera vez.
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De la tribuna a la cárcel
El 26 de abril de 2022, Boca visitó a Corinthians por la Copa Libertadores de ese año. Leonardo, fanático del Xeneize, viajó a alentar a su equipo y cometió un acto repudiable, del que hoy se arrepiente. Sus gestos racistas hacia a los hinchas del Corinthians fueron captados por cámaras de TV y fotográficas y quedó directamente detenido en la mismísima tribuna del estadio ubicado en San Pablo. De alli fue trasladado a una cárcel, multado con 600 dólares y expuesto a una causa penal en Brasil, adonde nunca más quiere volver.
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El hincha de Boca detenido en Brasil por gestos racistas rompió el silencio
Leonardo Ponzo es un verdadero fanático de Boca, pero no estará el sábado en la final de la Copa Libertadores que lo obsesiona tanto como al mundo Xeneize. Conoce el riesgo, sufrió la consecuencia y Brasil ya no es para él el país de la samba y el carnaval. Brasil es el drama. Y desde lo que le tocó vivir producto de su propio accionar, aprendió. Sigue de cerca las recomendaciones del Consulado argentino en ese país, aconseja a los que hinchas, les dice lo que sí, pero sobre todo lo que no. Y de todo habló con TN.
¿Pudiste procesar lo que viviste en Brasil hace un año y medio, empezando por tu propia conducta?
- Yo hice un gesto racista que estuvo muy mal. La verdad es que no fue mi intención provocar lo que provoqué. Todo empezó como parte del folklore del fútbol y ahí hice el gesto. Una chica me vio, me hizo la denuncia en el mismo estadio y me detuvieron antes de que empezara el segundo tiempo. Nunca imaginé lo que iba a pasar después de eso, nunca tomé dimensión.
¿Cómo es estar detenido en Brasil?
- Me detienen cuando termina el primer tiempo y yo no me resisto. Me sacaron de la tribuna y me llevaron a una comisaria que tienen ahí dentro del estadio. Hasta que llegó el juez la pasé horrible. Nunca imaginé que me iban a tener así, detenido. Además de mí había otros dos hinchas brasileños que también me habían denunciado.
¿Cómo fue ese momento?
- Venían policías a prepotearme, a decirme macaco (mono en portugués) y muchas cosas más. Gracias a Dios había un agente con casco blanco que nunca se separó de mí y me protegía. Hasta por ahí me levantaron la mano como para darme un chirlo y este policía los sacaba.
¿Y qué pasó después?
- Ese policía me trasladó al BOPE (Batallón de Operaciones Policiales Especiales) en donde tienen algo parecido a un juzgado. No hay celdas ni nada parecido, pero ahí te entrevista el juez y después vas directamente a prisión.
¿Cuál fue el peor momento?
- Cuando me trasladaron. Me pusieron adentro de una camioneta que pasó justo por donde estaban los hinchas del Corinthians. Yo tenía puesta la ropa de Boca y me habían puesto un chaleco antibalas. Ellos nos empezaron a seguir y me tuve que tirar al piso de la camioneta. Se metieron en contramano, venían con revólveres, le pegaban a la ventana de la camioneta, nos seguían en auto, nos encerraban en moto, con todo. Fue horrible, esa parte fue horrible.
¿El idioma fue un obstáculo que empeoró las cosas?
- Sí. Llegué al juzgado y es ahí donde me empiezan a tomar declaración, imaginate, yo portugués no hablo, así que costaba muchísimo entender. Ahí cae gente del consulado y empiezan a hablar con el juez. Me dan la posibilidad de pagar la fianza. Yo tenía algo de plata, pero no me alcanzaba, así que ellos me dieron el resto y después se los devolví. Me liberaron a las 4 de la mañana y estuve tres días para volver a la Argentina.
Una vez en el país creíste que lo peor había pasado, pero no...
- Claro. Mi teléfono se colgó y nadie se podía comunicar conmigo. No hablaba con nadie, solamente con los compañeros con los que viajaba. No tenía idea de la dimensión que había tomado todo. Cuando llegué al lado argentino me empiezan a caer las llamadas. Fueron como 300 en dos minutos. Me hacían videollamadas y yo por ahí atendía. Después dejé de atender porque no servía de nada. Me llamaron tres tipos con ametralladora, me decían dónde vivía, dónde esto, quién era mi hijo, me amenazaban a mí y a mi señora, que se había quedado en la Argentina. Ahí me di cuenta de la dimensión que había tomado lo que había hecho. Por eso no di nunca ninguna nota, ni salí en ningún lado. Nunca dije nada.
¿Pudiste recuperar tu vida?
- No. Yo a Boca no puedo volver. Yo hice lo que hice, pero nunca tuve la intención de ensuciar al club ni a su gente. Tampoco puedo entrar a ninguna cancha de Buenos Aires porque estoy en el listado de Tribuna Segura. Eso es lo que más me duele, porque me encantaría ir a ver a la Bombonera y no puedo. Estoy arrepentido de lo que pasó, de lo que hice, porque yo hice eso, pero entendí.
¿Boca se comunicó alguna vez con vos?
- Sí. Me mandaron un correo por el tema de la multa que le habían puesto de Conmebol en donde me pedían que yo hiciera un descargo.
¿Cómo es tu vida hoy?
- Estoy a punto de cumplir 44 años. Vivo con mi señora en un pueblito que se llama Bowen, en el sur de Mendoza. Mi casa está en una zona rural y ya hace un par de años que estoy acá. Yo laburé 15 años en el petróleo, era jefe de equipo de una empresa petrolera. Cuando empezó la pandemia arreglé con la empresa y renuncié. Una de las razones por las que lo hice fue porque siempre me gustó ir a ver a Boca y quería ir más seguido. Bueno, un montón de razones, ¿viste? Pero una de esas, de la renuncia, fue por Boca.
¿De qué vivis?
- Y bueno... Vivo acá, tengo un negocio de ramos generales, tengo cereales y un espacio verde con un quincho, que es donde nos encontramos para ver a Boca. De hecho, ahora nos vamos a juntar el sábado a ver el partido, la final. Pongo ahí una pantalla y bueno, siempre viene gente de Boca y vemos el partido ahí. Además tengo unas canchitas de fútbol.
Cuando recordás lo que viviste, ¿qué es lo primero que pensás?
- En todo lo perjudicial que vino después. La gente te juzga, te juzga (repite), ¿viste? Se hablaron muchas cosas, se inventaron muchas más. No viene al caso volver a eso, yo soy una persona tranquila y sé lo que viví, pero sí, te perjudican un montón de cosas, un montón.
¿Qué reflexión haces de lo que pasó?
- Como dije antes, si bien lo que yo hice entra dentro del folklore del fútbol, no está bueno. Por ahí hay que medir bien las dimensiones de las cosas. Ojalá que toda la gente que está viajando a Río, que es muchísima, disfrute; disfrute del mundo Boca, de todo lo que tiene que ver con los colores, y que sea sanamente. Ahora yo estoy al tanto de que las leyes en Brasil han cambiado. Yo pude pagar una multa y volver a estar en mi casa con mi familia, que la pasó mal en ese momento, pero hoy eso ya no se puede hacer. Hoy vas directo a la cárcel y no salís al menos por dos años. Entonces que disfruten, ojalá que ganemos la séptima, que es lo más deseado de todos nosotros, los bosteros, y que nos vengamos con esa copa tan deseada para acá festejando, pero tranquilos. Ojalá que salga todo bien.
¿Qué consejo les darías a los hinchas de Boca que van a la final?
- Que disfruten y alienten nuestros colores, el azul y amarillo. Dejemos de lado el color de piel o gestos que molesten a los demás. Que sea todo fiesta que este deporte es hermoso y seguramente este sábado nos va a dar otra alegría.