Nadie lo sabía. Siete fechas después, se retiraría como futbolista profesional. Pero ese domingo soleado del 14 de septiembre de 1997, el diez más diez de todos los tiempos metió su pique corto, su típico saltito y festejó en la Bombonera su última conquista. Fue el último gol oficial de Diego Maradona. Esa tarde le ganó a un amigo y hasta sorprendió a un árbitro.
Diego tenía 37 años y su vida deportiva (y la otra también) había tenido muchas idas y vueltas. Su cuerpo no era el mismo. Después del golpe del Mundial de EE.UU. 1994, con el doping positivo, Maradona quería seguir siendo él. Pero no había caso, más allá de alguna genialidad que podía soltar vestido de futbolista.
El último gol oficial de Diego Maradona
El 9 de junio de 1996, es decir casi 14 meses antes, Diego había metido su último gol oficial de jugada. Fue frente a Belgrano, en la Bombonera, con un zurdazo alto, a contrapierna, que se le metió al sorprendido César Labarre, quien le había atajado un penal. Pero el 14 de septiembre de 1997, en el mismo césped, se daría su último grito.
Fue frente a Newell’s, en un partido correspondiente a la tercera fecha del Apertura 97. A los 41 minutos del primer tiempo, por una mano de Daniel Fagiani luego de un centro de Martín Palermo, el árbitro Rubén Pascualino sancionó penal. Y ahí el 10 agarró la pelota y se puso enfrente de un amigo…
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El arco del equipo rosarino lo defendía Sergio Goycochea, el héroe de los también héroes del Mundial de Italia 1990. El mismo que se cansó de recibir los elogios y los saludos de Diego por su atajadas que llevaron a la Selección de Bilardo a la final, tenía que evitar que el 10 de Boca convirtiera.
Pero no hubo caso, a pesar de la especialidad de Goyco, Diego la puso a la derecha del arquero, que eligió el otro lado y salió disparado hacia los palcos, para dedicarles el gol a Claudia -todavía estaban juntos en ese momento- y a Dalma y a Giannina.
“Creo que enfrente tuve al arquero más grande atajador de penales que vi en mi vida. Cuando entrenábamos en la Selección era imposible hacerle un penal”, dijo el 10 más tarde en conferencia de prensa. “Pero en un partido así se juegan un montón de cosas. Hoy ganaba el que aguantaba más y yo aguanté más que él”. Goyco, resignado, dijo: “Creí que la iba a cruzar, que iba a meter un chanflazo ahí abajo, pero lamentablemente me engañó bien”.
La tarde que sorprendió a un árbitro
Poco después de los 15 minutos del segundo tiempo, Diego fue reemplazado: en su lugar entró Diego Latorre. El 10 salió rengueando, pero feliz por el triunfo parcial. Le dio la cinta de capitán a Alfredo Berti, quien se la pasó a un tal Claudio Paul Caniggia. El uruguayo Josemir Lujambio puso el 1-1 y para alegría de Diego y de la Bombonera, Guillermo Barros Schelotto, en su debut en ese estadio, convertiría el 2-1 final.
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En esa tarde tan especial, Diego tenía preparado un gesto muy maradoniano. Y lo tuvo con Rubén Pascualino, a la postre, el árbitro que pitó y convalidó el último gol oficial de la leyenda. “La verdad es que yo no iba a dirigir ese partido porque el día anterior, el sábado 13 de septiembre, había fallecido mi abuela. No sé cómo se enteró Diego y vino al vestuario a entregarme su camiseta firmada. Ese realmente era Maradona”, reveló Pascualino hace unos años.
