El 2 de agosto de 2005, José Pekerman, por entonces entrenador de la Selección Mayor argentina, dio a conocer la lista para un amistoso contra Hungría, que se jugaría el 17 de ese mes. Era uno de los últimos partidos antes del Mundial 2006 y se trataba de una prueba para varios futbolistas, que en ese partido se jugaban parte de su futuro mundialista. Para varios salvo para uno, el más chico, el debutante, Lionel Messi.
La primera vez de Leo en la Selección fue simplemente para que empezase a entrar en el grupo, a compartir horas con experimentados y referentes como Ayala, Heinze, Sorín o Crespo. Pero no “a prueba”, porque su presencia nunca estuvo en debate: la historia de aquella primera convocatoria tiene el simbolismo de haber sido la apertura de una puerta soñada por Messi, la de la Selección Argentina.
Hacía un par de meses, Leo había brillado en el Mundial Sub 20 de Países Bajos en el que la Selección se consagró campeona de mundo. Había sido la figura excluyente. “Es una bendición para el fútbol argentino”, lo definió Pekerman, quien había asumido en la Mayor en octubre de 2004, tras la inesperada renuncia de Marcelo Bielsa, y lo conocía desde un tiempo antes, cuando lo vio jugar en España para las juveniles del Barcelona.
La primera convocatoria de Messi a la Selección: la historia de un amor a la distancia
A finales de julio de 2003, el bar rosarino El Paso, Fabián Soldini, quien entonces era representante del adolescente Lionel Messi, se juntó con Claudio Vivas, ayudante de campo de Bielsa en la Selección. Lo conocía de Newell’s y, en confianza, le dio un video de formato VHS con seis jugadas de Leo y un pedido: “Miralo y convóquenlo porque sino se lo van a terminar llevando los españoles y el pibe quiere jugar para Argentina”.
Faltaban pocos días para el Mundial Sub 17 de Finlandia y Claudio Vivas le entregó el video a Hugo Tocalli, quien estaba al frente de las juveniles argentinas en el lugar que había dejado vacante José Pekerman, por entonces secretario técnico de Leganés de España.
Eran solo seis jugadas que Tocalli vio decenas de veces sin dejar de sorprenderse por la habilidad en velocidad y la aceleración de Messi. Pensó en citarlo para el Mundial pero descartó la idea por respeto al resto de los jugadores Sub 17 con los que venía entrenando desde hacía tiempo y prefirió no dar de baja a ninguno a diez días del viaje.
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Sin embargo, aprovechó la estadía de su amigo Pekerman en España y lo llamó. Le preguntó si había escuchado hablar de ese tal Messi. Y convinieron en que José aprovecharía algún partido cercano de los juveniles del Barcelona para ir a verlo personalmente.
En cuanto tuvo la posibilidad, Pekerman quedó tan deslumbrado que le devolvió el llamado a Tocalli: “Hugo, no te podés perder a este jugador”, le dijo. El Mundial de Finlandia ya había terminado. Y allá el técnico argentino no solo había oído del interés español por llevarlo consigo, sino que vivió algunos hechos casuales y muy particulares vinculados a Lionel.
Argentina llegó a la semifinal y la perdió 3-2 justamente frente a España. Luego del partido, en el hotel, Tocalli se cruzó con el cocinero de los españoles, que lejos de ser un especialista en fútbol le dijo sin dudar: “Tocalli, con ese chaval del Barcelona eran campeones”.
Lo mismo le ocurrió con el presidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, quien además le confirmó que habían intentado llevarlo a las selecciones juveniles de España y que Messi se había negado siempre porque quería jugar para Argentina.
Si algo faltaba para convencerse fue cruzar unas palabras con el goleador y gran figura de aquel Mundial Sub 17: Cesc Fábregas, compañero y amigo de Messi en La Masía. El joven futbolista español, aun con los laureles colgados en su cuello por su extraordinario torneo, con humildad le dijo: “Con Leo eran campeones. Y él solo quiere jugar para Argentina”.
La primera convocatoria de Messi a la Selección: un amistoso de apuro que definió el destino
España no podía creer cómo Tocalli, sabiendo de la existencia de Messi, no lo había llevado a Finlandia, y siguió insistiendo para quedárselo. Pero el entrenador argentino ya había decidido: habló con el presidente de la AFA, Julio Grondona, y lo puso al tanto de la situación.
Al poco tiempo, se armó un amistoso Sub 20 homologado por la FIFA (con planilla oficial) contra Paraguay, para el que Messi fue citado: el 29 de junio de 2004, Lionel entró en el segundo tiempo y quedó para siempre vinculado al seleccionado argentino.
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Antes, el administrativo de la AFA, Omar Souto, debía ubicar a la familia de Messi para informarle de la convocatoria. Souto solo sabía el nombre y el apellido del chico, y que era rosarino. En un locutorio de la localidad bonaerense de Monte Grande, cerca del predio de la AFA en Ezeiza, pidió una guía telefónica de Rosario y arrancó -sin que el dueño del lugar se enterase- la página en la que estaban los números con el apellido Messi.
Y empezó a llamar. Primero a la abuela, luego al tío y finalmente a Jorge, el padre: “Lo llamo de la AFA y quiero avisarle que la Selección Sub 20 va a convocar a su hijo, Leonardo”. Ahí Souto supo algo más: que “Leo” era por Lionel. Y cuando lo vio jugar supo que, en realidad, daba lo mismo el nombre, lo importante era que fuese argentino.