El 3 de julio de 1990, la Selección argentina dio un gran batacazo en el Mundial de Italia al vencer en la semifinal al equipo local en la definición por penales gracias a una noche épica de Sergio Goycochea, que atajó los últimos dos penales para darle el triunfo al equipo de Carlos Bilardo.
Hace 33 años, en el mítico estadio San Paolo de Nápoles (hoy, rebautizado como Diego Armando Maradona) Argentina llegaba como punto a la semifinal con los anfitriones. Sin embargo, la Selección jugó su mejor partido de aquel Mundial y consiguió un empate 1-1 que le permitía soñar con otra actuación memorable de Goyco (ya había sido vital en la serie contra Yugoslavia, en cuartos de final, atajando dos remates).
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Esos últimos penales de Goycochea en la Selección permitieron escribir otra página de gloria en la historia albiceleste. Renaciendo de sus cenizas luego de la derrota en el debut ante Camerún y clasificando como uno de los mejores terceros a octavos de final, el equipo del Narigón volteó en octavos a Brasil, el gran candidato y fue recorriendo paso a paso el duro camino hacia la final, que perdería dolorosamente ante los alemanes.
Salvatore Schillacci había adelantado a la Azzurra, pero un inolvidable cabezazo de Claudio Caniggia puso las cosas 1-1. Así terminaron los 90 reglamentarios. En la prórroga no hubo más goles y así se llegó a la definición por penales, en los que Argentina se sentía imbatible.
Primero patearon los italianos y Franco Baresi dejó sin chances a Goyco. Con algo de fortuna, José Tiburcio Serrizuela igualó la serie (Walter Zenga llegó a tocar la pelota). Después convirtieron Roberto Baggio y Jorge Burruchaga. En tercer turno la mandaron a la red Luigi De Agostini y el Vasco Olarticoechea. Llegaba lo mejor…
Roberto Donadoni, figura del Milan multicampeón, tenía la responsabilidad del cuarto penal. Se paró muy recto al balón y su remate fue a media altura, a la izquierda de Goyco, que se arrojó hacia allí y logró desviar la pelota.
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Si Diego Maradona, que había errado un penal ante Yugoslavia, convertía el suyo, Argentina se ponía al frente a falta de un remate. El 10 la acarició suave y a la derecha de un Zenga que buscó el otro palo. La serie estaba 4-3 e Italia debía marcar sí o sí el quinto para seguir con vida.
Esa enorme responsabilidad cayó en manos de Aldo Serena, goleador del Inter y capocannoniere del Calcio. El zurdo, que después confesaría que no sentía las piernas en ese momento clave de su carrera deportiva, eligió pegarle fuerte y a la izquierda del Vasco, que adivinó la intención y logró frenar el remate.
La pelota quedó muerta a unos centímetros de la línea y Goyco inició su carrera hacia el medio de la cancha para abrazarse con sus compañeros. Argentina estaba en la final por segundo Mundial consecutivo.
En la final ante Alemania, el destino quiso que un penal amargara esta vez a Argentina. Con el partido 0-0, a poco del final, el árbitro mexicano Edgardo Codesal sancionó la pena máxima de manera polémica por una supuesta falta de Roberto Sensini y toda Argentina depositó sus esperanzas en Goyco. Sin embargo, Andreas Brehme ejecutó con una precisión asombrosa y su remate entró rozando el poste derecho y haciendo infructuosa la estirada del arquero.
Argentina terminó siendo subcampeona de ese Mundial en el que nunca pudo hacer pie para mostrar su juego, pero a fuerza de temperamento, algunas pinceladas de Diego, y la aparición de Caniggia, fue avanzando de ronda. Ya en cuartos de final, en los penales ante Yugoslavia, surgió Sergio Goycochea, que repitió sus hazañas en la semi ante Italia para convertirse en ídolo con sus tremendas atajadas.
El oriundo de Zárate, que terminó siendo titular en ese Mundial por la fractura de Nery Pumpido ante la Unión Soviética, nunca pudo afianzarse en la Selección y tras el 5-0 contra Colombia, en River, quedó marcado. Ya en el Mundial 94, Basile le dio la titularidad a Luis Islas.
