El sábado 13 de junio de 2013 fue el peor día en la vida de un club que supo de glorias y epopeyas. El gol de Ángel Correa en el estadio Libertadores de América, al que todavía no le habían sumado el nombre y apellido ilustre (Ricardo Bochini), condenó a un grupo de jugadores, entrenadores y dirigentes a la B Nacional. Se cumplen diez años del descenso de Independiente: quiénes jugaban y cómo fue el peor año de su historia.
Después de cinco campeonatos irregulares, Independiente llegó al Torneo Final 2013 con la soga al cuello. Para afrontar el semestre catalogado como el más crucial de su historia, llegaron como refuerzos Daniel Gastón Montenegro, quien volvió al club por tercera vez, y el delantero colombiano Juan Fernando Caicedo, goleador del Deportes Quindío.
El entrenador en ese arranque era Américo Gallego, el Tolo, el DT que logró el título del Apertura 2002. El primer partido de ese Torneo Final fue contra Newell’s (equipo que se consagraría campeón con el Tata Martino) en Avellaneda, donde el Diablo cayó 1-3. Cuando el partido estaba 1-1, Ernesto Farías desvió un penal que podría haber cambiado el rumbo del partido.
Luego, se sucedieron dos triunfos seguidos: ante Vélez (1-0) y Racing (2-0). Esos resultados le permitieron al equipo salir por primera y única vez de los puestos de descenso. A pesar de estas victorias, los partidos siguientes no fueron alentadores, puesto que Independiente volvió a caer en la zona roja, lo que apresuró la decisión de la directiva de echar a Gallego. El Tolo dejó su cargo tras un 1-1 contra el que en ese momento era el último de la tabla del descenso, Unión de Santa Fe.
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Los directivos, con el presidente Javier Cantero a la cabeza, contrataron a Miguel Ángel Brindisi, quien había sido campeón con Independiente en el Clausura 1994. En el debut, perdió 0-2 ante Atlético en Rafaela, pero el equipo se recuperó y venció al Argentinos Juniors de Caruso Lombardi (3-1), Tigre (2-0) y San Martín (3-1), con un doblete del delantero Caicedo.
Empates posteriores ante Belgrano en Córdoba y Estudiantes de la Plata, ambos sin goles, y la caída en el Monumental ante River (1-2) sumada a la racha vencedora de San Martín de San Juan y la levantada del conjunto de Argentinos Juniors, dejaron al Rojo con muy pocas chances de mantener la categoría. Para el milagro debía derrotar a San Lorenzo y a Colón en Santa Fe, y esperar que el Bicho no sumara y que los sanjuaninos sumaran un punto o ninguno.
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Pero el milagro no se dio. Más de 35 mil personas vieron cómo el equipo perdía con San Lorenzo. Esa tarde, Brindisi mandó a la cancha a: Diego Rodríguez; Julián Velázquez (Gabriel Vallés), Cristian Tula, Claudio Morel Rodríguez, Lucas Villalba; Hernán Fredes (Leonel Miranda), Fernando Godoy, Juan Manuel Trejo; Daniel Montenegro; Francisco Pizzini (Eloy Rodríguez) y Adrián Fernández.
El descenso de Independiente, con bajos rendimientos
Si se hace un repaso breve, puede concluirse que el nivel de los futbolistas fue muy bajo durante los seis torneos que condenaron a Independiente por el promedio. Maximiliano Velázquez, lateral, jugó 40 partidos de los que significaron el descenso con un nivel pobre. Cristian Pellerano (48 juegos) y Nicolás Cabrera (27) no se destacaron.
Hilario Navarro, arquero que llegó del otro lado de Avellaneda, empezó para ídolo y terminó naufragando entre lesiones y malos rendimientos. Leonel Núñez aportó muy pocos goles (4 en 24 partidos). Lucas Mareque y José Vélez tampoco se hicieron fuertes como laterales...
Los seis entrenadores
Seis técnicos formaron parte de la campaña que llevó a Independiente al Nacional B (siete si se cuenta el interinato de Ricardo Pavoni). Dos que habían sido campeones en el club (Américo Gallego y Miguel Brindisi); un símbolo de River (Ramón Díaz); un referente de Huracán (Antonio Mohamed); y dos exjugadores de la casa haciendo sus primeras armas (Daniel Garnero y Cristian Díaz).
Después de una temporada en el Infierno, justamente, Independiente logró volver a Primera: fue tras un desempate con Huracán en el Estadio Único de La Plata. A esa altura, el descenso era un (mal) recuerdo.