Fue candidato a Jefe de Gobierno porteño en 2011 por el partido Acción Ciudadana. Dos años después, se postuló a concejal en el partido de La Matanza por el PRO de Mauricio Macri. Antes de intentar nadar en las aguas de la política, fue un árbitro de fútbol que jamás pasó inadvertido. Javier Castrilli cumple 66 años alejado del ruido.
Por lo pronto, y bajo la supervisión del SADRA (Sindicato de Árbitros de la República Argentina), hoy dicta cursos de capacitaciones para afiliados en distintos lugares del país. Hasta el año pasado, cumplía una función más importante que terminó en escándalo en Chile.
El exárbitro argentino había sido contratado por la Asociación Nacional de Fútbol Profesional de Chile como jefe de la Comisión de Árbitros. Pero la relación con la entidad trasandina concluyó de manera abrupta, con sospechas, denuncias y un juicio a favor del Sheriff.
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Castrilli logró acreditar en su defensa el “despido injustificado y daño a la moral” ocurrido en abril del 2022, cuando fue desvinculado de sus funciones por la ANFP. El argentino le ganó la demanda al fútbol chileno por una millonaria suma.
Según publicaron los medios trasandinos en su momento, Castrilli recibió 152.214 dólares por concepto de indemnización contemplada, 31.156 por daño a la moral y 830 a causa de que se acogió parcialmente el cobro de prestaciones. Sumando, de esta manera, un total de 184.201 dólares.
En Chile, todo terminó mal para Javier Castrilli
El Sheriff, como era conocido cuando daba las órdenes vestido de juez, fue cesado de su cargo tras la polémica con el árbitro Francisco Gilabert y la Liguilla de Promoción donde se enfrentaron Huachipato y Deportes Copiapó en enero de 2022. En ese partido se dirimía la permanencia en la Primera División, en el caso de Huachipato, o el segundo ascenso a la máxima categoría del fútbol chileno, por parte de Deportes Copiapó.
En aquella ocasión, Gilabert acusó al argentino de presiones en el citado partido para beneficiar al club Huachipato, situación que derivó en la suspensión de Castrilli y una investigación interna que acabó con el argentino despedido y varios jueces cesados por él siendo reintegrados por el ente rector del fútbol chileno tan sólo unos días más tarde.
Finalmente, la rebeldía de los árbitros chilenos, donde destacaban nombres como los internacionales Julio Bascuñán y Piero Maza, derivó en la demanda presentada por Castrilli en contra de la ANFP, reclamando despido injustificado y perjuicios en su contra.
“Me voy con la conciencia tranquila y me voy a quedar. ¿Sabe por qué? Para llevar todo a la justicia. Vamos a la justicia, si yo lo que quiero es la verdad”, expresó en su momento el excolegiado, quien en su disputa legal llegó también hasta la comisión de Deportes de la Cámara de Diputados de Chile, en donde denunció una “cultura del nepotismo” en el arbitraje chileno.
“Cuando yo llego me encuentro con una verdadera asociación, un grupo de personas que a través del tiempo se enquistó en el poder arbitral y se manejaba practicando la cultura del nepotismo y de las relaciones clientelares a través de su cultura del amiguismo, el club de amigos”, acusó aquella vez el ex juez FIFA.
Más allá de alguna aparición en los medios para criticar el nivel del arbitraje argentino, la vida de Javier Castrilli hoy está alejada del ruido. En enero de 2010 sufrió un infarto, del que se recuperó pero por el que le recomendaron cuidados más extremos. De todos modos, en su cuenta de Twitter (@castrillijavier) mantiene una postura crítica de la actual conducción del arbitraje en la Argentina.
Hoy, el hombre que llegó a expulsar a tres futbolistas en una misma acción (en un 5-0 de Newell’s sobre River en el estadio Monumental de 1992), que dirigió un Mundial (Francia 98), que quedó inmortalizado por no expulsar y no responderle a un tal Diego Maradona en la cancha de Vélez (1992), cumple 66 años.