Una histórica demanda de las mujeres, que vuelve a resonar este 8 de marzo, es la igualdad de oportunidades en los ámbitos laborales. Esta es una deuda que está aún más vigente en un ámbito como el fútbol, en el que históricamente los varones siempre pisaron más fuerte.
Hay un dato que grafica esta realidad con absoluta claridad: en el torneo semiprofesional de primera división de fútbol femenino hay 20 equipos y solo dos de ellos tienen entrenadoras. Aunque muchas ejercen otros roles (ayudantes de campo, preparadoras físicas o videoanalistas, entre otros) solo un 10% de los clubes cuentan con mujeres a la cabeza de sus cuerpos técnicos.
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Daniela Díaz, en River, e Indiana Fernández, en Banfield, son las únicas dos DT que actualmente están trabajando en la máxima categoría nacional. En años anteriores, clubes como Rosario Central, Lanús, Excursionistas, Huracán y SAT tuvieron mujeres al frente, pero hoy la cantidad ha disminuido.
“Es alarmante y triste. De las pocas que éramos, ahora quedamos solo dos. Ojalá cambie el panorama”, le dijo a TN Daniela Díaz, que en 2022 se convirtió en la primera entrenadora de la historia del equipo femenino de River. Previamente, había realizado una campaña fantástica con Belgrano en el Ascenso de AFA.
La cordobesa admite que, en sus comienzos, sintió cierto temor a no poder conseguir trabajo como entrenadora por ser mujer. Sin embargo, había algunos factores que le permitían conservar la ilusión: el primero era su carrera previa como futbolista en equipos de Buenos Aires (UAI Urquiza y Boca), algo que desde su perspectiva no es crucial para ser DT, pero que suele ser considerado por las dirigencias. El segundo era, según sus propias palabras, “el movimiento feminista y la lucha de las mujeres en la calle”, que le permitía soñar con un cambio de paradigma en el deporte en general y en el fútbol en particular.
Indiana Fernández, por su parte, accedió a su primer trabajo en un cuerpo técnico justamente por esa experiencia previa que había tenido como jugadora. En 2016 comenzó a ser parte del cuerpo técnico de UAI Urquiza y tres años más tarde recibió el llamado de Banfield, el club en el que había iniciado su carrera, para ser la entrenadora principal.
“En mis últimos años como jugadora en UAI Urquiza ya había comenzado el curso de entrenadora porque sentía que podía darle mucho más al fútbol femenino. Nunca imaginé no contar con oportunidades”, señaló Fernández en diálogo con TN. En ese sentido, recalcó: “Siempre estuve y estoy en constante capacitación y actualización, eso es muy importante”.
Díaz coincidió en la importancia de la formación permanente y agregó un componente al análisis: “Vivimos en una sociedad en la que las mujeres somos evaluadas todo el tiempo, en el deporte y en el fútbol aún más. Nosotras tenemos que seguir capacitándonos el doble o el triple porque una vez que estamos en esos lugares, nos exigen resultados y eso está bien porque es parte del deporte y del alto rendimiento, pero todavía falta un poquito de perspectiva de género en algunos casos. No contemplan a la mujer desde el todo: desde la lucha que hacemos para llegar ahí y de que nos cuesta más que a los varones”.
“Nuestro recorrido es siempre más largo y más duro, pero sin duda que hay que seguir insistiendo”, sostuvo la entrenadora de las Millonarias.
Los entrenadores varones, ¿son percibidos como las voces más autorizadas para hablar de fútbol?
Un relevamiento realizado por la periodista Ayelén Pujol y la antropóloga Nemesia Hijós daba cuenta de que, hasta mediados de 2019, había solo 150 egresadas mujeres entre las 16 mil personas que habían obtenido su título en la escuela de ATFA (Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino).
Son números que, en algún punto, explican las razones por las que la inserción de las mujeres es tardía en los puestos más importantes de la dirección técnica del fútbol nacional, incluso en la rama femenina. Hay barreras culturales que, aunque comienzan a caer, aún determinan que el deporte es un espacio masculino, en el que el poder lo tienen los varones.
“Yo lo noto todavía: la voz de un varón en un equipo de mujeres siempre es la más autorizada y la que las chicas escuchan. Simplemente por ser un varón, por estar parado ahí y por estar hablando de fútbol como tranquilamente lo podemos hacer nosotras”, reflexionó Díaz.
Y continuó: “Todavía nos impacta con mis compañeras cómo cambia la mirada y la escucha de la jugadora cuando el que habla es un varón. Eso es muy fuerte todavía”.
Para la DT de River, años y años de conducciones masculinas en los equipos femeninos explican esta postura. “Yo constantemente me siento evaluada por mis jugadoras. El desafío es todos los días”, admitió.
La entrenadora de Banfield se permitió disentir en algún punto. No consideró que los técnicos sean voces más autorizadas y, respecto de por qué son más buscandos cuando se abre algún puesto, argumentó: “Simplemente creo que ellos tienen más experiencia y que ya se encuentran trabajando en disciplinas del masculino, entonces es más fácil para los clubes acudir a ellos”.
“Esto de que seamos solo dos mujeres en planteles de la A lo veo como un proceso, estoy segura de que en poco tiempo seremos más”, se ilusionó.
Las inferiores femeninas, un proyecto que también favorecerá las oportunidades de las entrenadoras
Indiana Fernández busca concientizar desde su propia historia: quiere que más jugadoras se interesen por la dirección técnica e incluso que empiecen a hacer el curso antes de retirarse. Las alienta, además, a dar sus primeros pasos en las divisiones inferiores de femenino para luego tener oportunidades en la primera división.
“Veo muchas entrenadoras en divisiones juveniles adquiriendo experiencia y pronto tendrán lugar en planteles de Primera, tanto en la A como en el Ascenso”, anticipó.
En 2020, la AFA presentó un plan estratégico para el desarrollo del fútbol femenino que establece, de manera paulatina, la obligación de que los equipos de Primera y del Ascenso tengan inferiores: Reserva (Sub 19), Sub 16 y Sub 14.
Daniela Díaz mostró su optimismo de cara al futuro, pidió que haya más mujeres en puestos de decisión en los clubes y coincidió con Fernández en que la gran escuela y la fuente de oportunidades para las DT está en esas divisiones juveniles: “Hoy hay más campo laboral. Hay que tratar de hacer un buen trabajo en las categorías más chicas para que el día de mañana, cuando un equipo piense en algún recambio de su cuerpo técnico de primera, tenga en cuenta a las entrenadoras y preparadoras físicas que ya están en las formativas”.
Mientras la semilla se va plantando en las inferiores y las barreras empiezan a caer en la categoría superior, las mujeres entrenadoras se plantan fuerte y buscan abrir camino para todas aquellas que quieran sumarse a la profesión.