Liniers arrancó ganando desde el vestuario, prácticamente. El árbitro dio la orden y Julián Rodríguez Seguer pateó al arco: golazo del delantero que igualó un récord y entró en los libros de historia del fútbol argentino.
J.J. Urquiza recibía a la Topadora del Oeste en el estadio Ramón Roque Martín, por la Primera C. El sorteo indicó que el saque inicial lo haría el equipo visitante, sin que nadie supiera aún que sería absolutamente determinante en el resultado.
Leé también: La Justicia levantó la clausura de la tribuna superior sur de la Bombonera
Cuando el juez tocó el silbato, comenzó a correr el reloj: un jugador de Liniers movió la pelota de taco hacia delante y Julián Rodríguez Seguer pateó sin dudarlo ni un instante.
El arquero estaba adelantado, casi al borde del área; caminaba haciendo los últimos ejercicios precompetitivos cuando lo sorprendió el remate del centrodelantero rival.
Cuatro segundos pasaron desde que comenzó el encuentro hasta que la pelota cruzó la línea e impactó contra la red. Ahí se escribió la historia: el gol más rápido del fútbol argentino tenía un nuevo dueño.
Cabe aclarar que el primer lugar es compartido: el 19 de octubre de 1996, Luis Torres de Acassuso le hizo un gol a Juventud Unida por la Primera D, también a los cuatro segundos.
El gol más rápido de la Primera División sigue siendo de Carlos Dantón Seppaquercia: el 18 de marzo de 1979 convirtió a los cinco segundos en el duelo entre Gimnasia de La Plata y Huracán.
La reacción de los jugadores de Liniers
Nadie lo podía creer. Todavía se acomodaban algunos hinchas de J.J. Urquiza cuando un bombazo explotó en la red de su arquero.
Los 11 jugadores de Liniers salieron corriendo desesperados; la mayoría fue a abrazar a Julián Rodríguez Seguer, que había salido disparado hacia el córner derecho.
Los futbolistas del equipo visitante se abrazaron, entre risas, gritos y una euforia pocas veces vista. No entendían cómo había hecho ese gol su centrodelantero.
“Estás loco”, le gritó un compañero mientras otros se reían y celebraban abrazados al goleador. Otro jugador, un poco más medido, prefirió advertir a los suyos: “Seguimos concentrados”.
Lo cierto es que ese gol no solo sirvió para entrar en los libros de historia del fútbol argentino, sino que fue el único tanto del partido: Liniers ganó 1-0 y de esa manera se ubicó como único escolta de la Primera C, a dos puntos de Claypole, el líder de la categoría.
