El 4 de abril de 1998, la vida de Florencia Romano cambió por completo, como también se modificó para siempre una estructura rígida en el fútbol argentino: ese día, ella se convirtió en la primera árbitra de la Argentina.
Fue en un partido del fútbol del ascenso de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), en la Primera D. Jugaron Victoriano Arenas y Muñiz, ganando los primeros por 6 a 0 en un partido en el que, además, hubo tres expulsados y, antes de comenzar, la mujer recibió un ramo de flores por parte del club local, Victoriano Arenas.
Para Florencia Romano terminaba una etapa durísima de peleas y conflictos institucionales pero empezaba una nueva, en la que sentiría otro tipo de discriminación. Aquel día el debut, más allá del ramo de flores, tuvo que escuchar burlas y cantos machistas de los hinchas y una bandera cruel: “Para dirigir te falta un pedazo”.
Qué es de la vida de Florencia Romano: la mujer que le torció el brazo a Grondona
Este 26 de octubre, Florencia Romano está cumpliendo 52 años. En su ciudad natal, San Miguel de Tucumán, estudió en una escuela secundaria técnica donde recibió el título de Maestra Mayor de Obras y cuando llegó a Buenos Aires, a los 24 años, quiso profundizar sus conocimientos estudiando arquitectura.
Hoy es artista plástica, cada tanto hace exposiciones con sus creaciones y también se apasiona por la escritura, ya sea con la poesía como con la prosa. De hecho, en una entrevista reciente, reveló que está estudiando cine y escribiendo un guión para hacer una película sobre su vida.
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En ese libreto estarán contados sus orígenes, cuando quería jugar al fútbol y, como las mujeres no lo jugaban, ella se camuflaba entre los hombres: pelo corto y un nombre falso para la inscripción, Roque, que buscaba allanarle el camino. Claro que esa “trampa” no funcionó por mucho tiempo. Y, quizá, motivada por la sensación de injusticia que sintió por tener que simular lo que no era para jugar, pensó en el arbitraje como una opción.
Además, entendió, no había algo que impidiese que una mujer dirigiera fútbol de hombres, considerando que no se podían argumentar diferencias técnicas o de conocimiento, porque podía estudiar, hacer cursos y tener las mejores notas (como las tuvo) ni tampoco diferencias físicas, ya que debía correr la cancha para impartir justicia y no para competir con los futbolistas.
Florencia, además, es una apasionada del ajedrez y de la estrategia. Y de eso aprendió también en la vida porque en un momento determinado, cuando llegó a Buenos Aires en 1994, ya recibida de árbitro en Tucumán. En la AFA se encontró con algo más duro todavía que el portón de hierro de la entidad de la porteña calle Viamonte: el poder de su presidente, Julio Humberto Grondona.
Ya le había pasado en Tucumán que, cuando se anotó en los cursos, antes de poner su nombre, reconfirmaron si la inscripción era para su hermano o para su papá. Cursó y aprobó con uno de los mejores promedios, pero en la Liga Tucumana no la dejaron dirigir. Y en Buenos Aires, a través del SADRA (Sindicato de Árbitros Deportivos de la República Argentina), volvió a hacer el curso de manera brillante pero desde la AFA ponían trabas para que Florencia dirigiera.
Qué es de la vida de Florencia Romano: carta documento, huelga de hambre y la advertencia de Grondona
Cuando vio que, por más cursos que hiciera, la decisión de la AFA era no darle lugar, acudió a la vía judicial. Primero mandó una carta documento y como no tenía respuesta ni solución, fue a la puerta de la Asociación del Fútbol Argentino e hizo una huelga de hambre. La primera reacción de Grondona, fue terminante: “No es sensato que una mujer dirija entre hombres”.
El hecho de considerar una “insensatez” que una mujer arbitre, llevó el tema a otro plano, al de la discriminación llana y públicamente admitida con esa frase desafortunada de Grondona. Florencia Romano lo denunció y el poderoso dirigente debió retractarse ante el Congreso de la Nación y la Secretaría de Derechos Humanos.
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Era el triunfo más importante de su vida y el que le abrió las puertas para cumplir su sueño, aquel 4 de abril de 1998. Luego se convirtió en árbitro internacional (FIFA) y hasta llegó a dirigir en el Mundial de fútbol femenino en 2003. ¿Pudo llegar a más? Tal vez, pero al oído, y ya sin declaraciones públicas, el presidente de la AFA le había anticipado el futuro en tono amenazante luego de la huelga de hambre:
“Cuando estaba en Suiza -le relató Grondona- un presidente de una Federación me dijo: ‘Hay una chica en la puerta de tu casa” y me mostró el diario. A vos, por hacerme quedar como un pelotudo afuera, a nivel internacional, no te voy a echar nunca: pero tampoco vas a ascender”.