A partir de 2023, los cabezazos estarán prohibidos en las categorías para menores de 11 años de los torneos que estén bajo la órbita de la Asociación Rosarina de Fútbol. Se trata de una medida pionera en la Argentina, con el objetivo de prevenir el posible desarrollo a futuro de lesiones cerebrales y enfermedades neurológicas.
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Esta iniciativa fue adoptada en base a experiencias que ya se vienen aplicando en países como Estados Unidos, Inglaterra y Escocia, entre otros. Además, diversos especialistas de la medicina realizaron estudios, elaboraron informes y dieron opiniones que permitieron llegar a esta determinación.
Todo está sustentado, además, en la recomendación que hace algunas semanas hizo la IFAB (International Football Association Board) -la entidad que determina las reglas del fútbol a nivel mundial- para que la FIFA instruya a sus federaciones miembro a prohibir los cabezazos intencionales en los menores de 12 años.
Las autoridades rosarinas aseguran que es una tendencia que llegó para quedarse -al menos en las categorías infantiles-, aunque no niegan los debates que se generan en torno a esta adaptación del reglamento.
¿El fútbol sigue siendo fútbol sin cabezazos? ¿Cuáles son los peligros a los que se exponen los jóvenes en formación y los futbolistas en actividad ante la repetición de este tipo de movimientos? Estos son algunos de los cuestionamientos que se suscitan y que los profesionales de la materia intentan responder.
Una media pionera en la Argentina
Los seleccionados infantiles de Rosario tienen una larga tradición de participación en torneos en Estados Unidos. Ya en 2015, las autoridades de esos campeonatos les habían informado que el cabezazo iba a estar prohibido para las categorías de menores de 12 años.
Desde ese momento la Asociación Rosarina de Fútbol (ARF) empezó a estudiar la posibilidad de aplicar esa reglamentación también a nivel local. En 2019 se tomó la decisión, pero la pandemia de coronavirus y la suspensión de los torneos hizo que no pudiera hacerse oficial hasta hace algunas semanas. Finalmente, se estableció que en 2023 ya no habrá cabezazos en las divisionales más pequeñas.
“Consultamos con neurólogos, neuropatólogos, pediatras y traumatólogos. Todos coincidieron en que los golpes en una corteza cerebral que no está formada definitivamente producían microtraumatismos que con la repetición podían llegar a derivar en enfermedades neurodegenerativas en el futuro”, explicó Mario Giammaría, presidente de la ARF, en diálogo con TN.
A pesar de algunas resistencias iniciales, la medida fue adoptada de manera unánime con todos los clubes que conforman la entidad. Actualmente, todas se encuentran en un proceso de capacitación e instrucción para sus entrenadores, profesores, coordinadores, directivos y familias.
La poca incidencia del cabezazo en el fútbol infantil
Giammaria aseguró que la técnica del cabezazo es muy poco utilizada en las categorías de menores de 11 años y que no se hacen muchos goles por esa vía.
La prohibición del cabezazo, en tanto, no implica un cambio en el reglamento sino una adaptación de las reglas del juego como otras tantas que ya existen: en el fútbol infantil los partidos no entregan puntos, no se lleva la cuenta de los goleadores, se permiten los equipos mixtos de niños y niñas, se aplica el “cambio obligatorio” para que todos los chicos puedan jugar y no hay expulsiones (ante una falta disciplinaria, solo se pide al DT que cambie al jugador).
Entonces, ¿Qué pasará cuando haya un cabezazo durante un partido de menores de 11 años? “La sanción que se aplica es un tiro libre indirecto a favor del equipo contrario al que efectuó el cabezazo. Si el cabezazo se produce dentro del área por parte de un defensor, se traza imaginariamente una línea perpendicular hasta primer punto afuera del área y desde ahí se ejecuta un tiro libre indirecto”, precisó el presidente de la Asociación.
Cómo enseñar el cabezazo ante esta nueva realidad
La prohibición del cabezazo implica, en paralelo, la implementación de técnicas para ejercitarlo y aprenderlo de manera segura. Puede ser con balones desinflados o solo con las cámaras de los mismos, colocadas a cierta altura para practicar con los distintos perfiles.
“La idea es que estén familiarizados con la técnica para cuando tengan que dar el paso a divisiones inferiores, en las que van a poder incorporar la técnica, la táctica, la estrategia y todo lo que necesita un jugador para iniciar una carrera hacia un cierto profesionalismo o un amateurismo superior”, subrayó Giammaría, que recalcó que esta medida no implicará un limitante para los niños o niñas que quieran proseguir con una carrera en el fútbol.
Las resistencias: ¿la medida desvirtúa el juego?
Este cambio en las reglas generó ciertas oposiciones cuando fue planteada inicialmente. Hubo entrenadores y coordinadores que sostuvieron que “se iba a desvirtuar” la disciplina, que “eso no es fútbol” o que la medida llevaba a “entorpecer” o “afear” la actividad.
“Esto es materia opinable, por supuesto”, sostuvieron desde la Asociación Rosarina. Sin embargo, destacaron que, con el correr del tiempo, se pudieron lograr acuerdos hasta llegar a una unanimidad de parte de los clubes en la adopción de la medida.
La opinión de los especialistas
El Dr. Norberto Debbag (MN 51320) es médico deportólogo con amplia experiencia en planteles de fútbol profesionales. Desde su posición, ha analizado como, a futuro, la reiteración de los cabezazos podría producir enfermedades como Parkinson, Alzheimer, demencia senil o alteraciones cognitivas de la memoria, la atención, la coordinación y el lenguaje entre otras.
En ese sentido, precisó que aún no se han realizado estudios en niños, pero sí se ha investigado sobre los adultos que han practicado fútbol durante muchos años: “La conclusión es que, si evitamos los cabezazos desde niños y adolescentes, a futuro tendríamos menos lesiones”.
Y detalló: “Son lesiones a nivel de la sustancia blanca del cerebro. La sustancia gris es la que cubre el cerebro y que no tendría tanto efecto dañino como la sustancia blanca, que es lo que está después de la corteza de la superficie, que sería la que tiene rodas las conexiones de sinapsis entre las neuronas”.
Debbag citó un estudio realizado por un investigador llamado Michael Lipton que registró lo ocurrido con un grupo de 30 pacientes que habían practicado fútbol por más de 20 años. A todos ellos les realizó resonancias magnéticas avanzadas que arrojaron que estaban muy bajas las conexiones en la sustancia blanca como consecuencia de los microtraumatismos causados por los repetidos cabezazos. A esto lo denominó encefalopatía traumática crónica.
Los expertos sostienen que una persona que realiza más de 1800 cabezazos al año tiene más riesgo de sufrir este tipo de patologías. Los defensores, que practican este gesto técnico más que los mediocampistas o los atacantes, están más expuestos.
Para Debbag, además, hay que tener en cuenta que los niños y adolescentes no tienen aún desarrollada de manera plena la masa muscular en el cuello como para amortiguar el golpe.
“En Inglaterra está el caso de Bobby Charlton, que tiene un cuadro de demencia. En Argentina tuvimos el del Tata Brown o ahora del Patón Bauza, con cuadros de alteraciones cognitivas. Es un tema de debate entre pediatras y neurólogos. Como todavía no hay estudios a nivel de los niños, estas medidas que ya se tomaron en algunos países del mundo y también en Rosario son algo preventivo”, analizó.
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Alan Shearer, el exfutbolista que teme por su salud
“Cuando uno se convierte en profesional, se espera tener más tarde problemas de espalda, rodilla o tobillo. Pero jamás pensé que el fútbol estaría ligado a enfermedades cerebrales”, dijo el exjugador inglés Alan Shearer en un documental lanzado en 2017 por la BBC llamado, “La demencia, el fútbol y yo”.
Quien fuera un temible goleador en clubes de la Premier League y en su Selección reveló que, a poco de cumplir los 50 años, comenzó a advertir que sufría problemas neurológicos. De sus casi 400 conquistas como profesional, un 20% habían sido de cabeza. Recién a partir de la difusión de ciertos estudios médicos se le ocurrió que podía haber una relación entre estas dos cuestiones.
“Hay muchos casos de jugadores que han sufrido estas consecuencias. Por eso esta es una medida preventiva que tomamos por el bienestar a futuro de la salud de los chicos. El tiempo dirá si es acertada o no, pero no lo hacemos para llamar la atención o para diferenciarnos del resto de las asociaciones. Tiene un fundamento médico y un respaldo científico”, finalizó Giammaría.