El descenso de River generó una verdadera revolución en el sentir del hincha millonario. De esa multitud que acompañó al equipo en cada rincón del país y también de aquellos que quisieron cambiar la historia desde adentro. Así, para afrontar el torneo de la B Nacional, se dio el regreso de dos ídolos como Fernando Cavenaghi y Alejandro “Chori” Domínguez, y ya sobre la marcha se sumó David Trezeguet, una figura que cumplió su sueño de vestir la camiseta con la banda roja y fue fundamental para concretar la vuelta a Primera, de la que se cumplen 10 años.
En el caso de Cavenaghi y Domínguez, la decisión fue un acto reflejo del amor. Ellos ya tenían un pasado de gloria en el club y la distancia no hizo que el dolor por el descenso fuera más leve. Una vez finalizada la revancha de la Promoción ante Belgrano, con la herida sangrante y el Monumental ardiendo, el Torito y el Chori ahogaron sus penas por teléfono.
“Estaba con mi mujer viendo el partido, y apenas terminó me llamó Fernando. ‘¿Y si lo intentamos?’, me dijo. Ahí empezamos a movernos un poco. Él con su familia, yo con la mía”, cuenta el futbolista surgido en Quilmes y que en 2001, tras ser campeón del mundo Sub 20 con la Selección argentina, se mudó a Núñez, donde consiguió los torneos Clausura 2002 y 2003, época en la que se forjó la química dentro y fuera de la cancha con Cavenaghi.
El retorno, sin embargo, tenía unos cuantos escollos por delante. El primero, Daniel Passarella, el presidente que arrastraba una mala relación con el Torito y su agente, Néstor Sívori, quien también representaba al Chori. Pero, por razones obvias, esta vez el Kaiser no estaba en condiciones de ponerse en divo y el deseo de los jugadores fue más fuerte que cualquier enojo.
Cómo fue el regreso de Cavenaghi y el Chori Domínguez a River
Entonces, ya superado ese ítem, Cavenaghi debió romper dos contratos (con el Bordeaux de Francia, dueño de su pase, y con el Inter de Porto Alegre, club en el que estaba a préstamo), mientras que Domínguez apeló a su buena relación con los dirigentes del Valencia de España para finalizar su vínculo antes de tiempo.
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Así fue cómo llegaron a convertirse en el 9 y el 10 de la reconstrucción, en los líderes del plantel en el momento más difícil de la historia de River. Los goles del Torito y el toque distintivo del Chori. Cavenaghi, máximo artillero, aportó 19 tantos en 37 partidos, pero en los últimos nueve cotejos anotó sólo dos veces.
“Fue un año de mucha carga emocional y de muchas responsabilidades como capitán del grupo. Fue muy duro. No dormía, tenía dolor de pecho y estaba angustiado”, confesó Cavegol.
Para esa etapa de sequía, dentro de la cancha, insustituible, ya estaba David Trezeguet, el campeón del mundo con Francia en 1998 que, a pesar de que el momento no fuera el ideal, quiso sentir la camiseta que amó desde su infancia en Vicente López. Llegó, al igual que Leonardo Ponzio, para la segunda mitad de la temporada y no tardó en empezar a regar con su calidad las canchas del Ascenso.
Se recuerda por elegancia un golazo ante Ferro y por importancia el grito del 1-0 ante Instituto, pero de sus 13 tantos en 19 partidos los que lo convirtieron en ídolo fueron esos dos que le hizo a Almirante Brown en el 2-0 del 23 de junio de 2012, el día que River volvió a ser River.
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“Lo viví como un hincha más y por eso los goles del ascenso fueron más importantes que el de la Eurocopa”, afirmó el Rey David en referencia al Gol de Oro que marcó para Francia en la final de 2000 contra Italia.