El técnico portugués de la Roma, José Mourinho, alcanzó la que será su octava final europea, después de imponerse al Leicester en las semifinales de Liga Conferencia (1-0, 2-1 global) gracias al solitario tanto del inglés Tammy Abraham.
Tirana, la capital de Albania, será la sede de la final de la Liga Conferencia, que será la octava final europea del técnico luso después de dos finales de Liga de Campeones, con Porto e Inter de Milán; dos de Liga Europa, con Pporto y Manchester United; y tres Supercopas de Europa, todas perdidas. Su rival será el Feyenoord neerlandés, verdugo del Marsella.
El nacido en Setúbal ostenta el récord de ser el entrenador con más semifinales de la historia y el primero en alcanzar finales de Liga de Campeones, Liga Europa y Liga Conferencia. Puede convertirse, además, en el primer entrenador de la historia en levantar este trofeo.
Tras la eliminación del Atalanta ante el Leipzig en la Liga Europa, la Roma es el único equipo italiano con opciones de levantar un título europeo, algo que no ocurre desde 2010, cuando el Inter ganó la Liga de Campeones en el año de su triplete histórico, precisamente con Mourinho sentando en el banco.
La Roma de Mourinho a la final
La Roma de José Mourinho se clasificó a la final de Liga Conferencia gracias al solitario tanto del inglés Tammy Abraham, que sentenció en los primeros compases un partido (1-0, 2-1 global) que devuelve a una final europea a la ‘loba’ 31 años después.
Salió la Roma dispuesta desde el primer momento a alcanzar una final europea 31 años después, con el recuerdo de la eliminatoria perdida ante el Inter de Milán (2-1). Tardó en carburar el equipo de Mourinho un minuto, el tiempo suficiente para que el Leicester ejecutara un tiro lejano sin peligro, muy lejos del arco de Rui Patricio.
A partir de aquí, un monólogo para “La Loba” en el primer tiempo. Avisó Pellegrini en el minuto 7 con un remate de tiro libre que por poco sorprendió a Schmeichel. El Estadio Olímpico creció en emoción. Smalling remató el córner en la siguiente jugada. El estadio era un clamor. Dominaba la Roma.
Y la tercera chance fue la vencida. El dominio lo materializó Abraham con un testarazo inapelabe a una pelota perfectamente enviada de ‘Lorenzone’ Pellegrini desde el córner. Nueve minutos y la Roma estaba en la final de Liga Conferencia tras un inicio arrollador.
Los hinchas de la Roma se perdieron el gol que los depositó en una histórica final
Pellegrini dominó en el centro del campo, cuidado por los Abraham, Zaniolo, Smalling, Zalewski u Oliveira, que tenía el complicado papel de hacer de Mkhitaryan, fuera por lesión.
Pudo ser mayor la ventaja si Schmeichel no hubiera sacado otra buena mano a un activo Pellegrini, capitán del conjunto romano. Tuvo un atisbo de desperezo el Leicester a falta de poco para el final del primer acto, pero la posesión no le duró ante una sólido Roma que tapió a Vardy, el peligro ofensivo de los ingleses, con un inconmensurable Smalling atrás.
Los ingleses encararon los vestuarios con un total de 0 disparos entre los tres palos y con una única ocasión creada, aquella del primer minuto. El partido estaba donde Mourinho quería. Ya había avisado en conferencia de prensa que no sabía que partido encontraría, pero que le gustaría uno en el que Rui Patricio no tuviera trabajo: la tarea fue sobresaliente en los primeros 45 minutos.
Salió mejor el Leicester al comienzo del segundo tiempo y, aunque no consiguió una ocasión clara, igualó la contienda en lo táctico y mantuvo la pelota con posesiones largas que no pudo tener en la primera mitad.
“La Loba” resistió y se encomendó a las salidas rápidas, comandadas por Abraham y Zaniolo, muy aislados y bien sujetos por la defensa inglesa. El partido había dado un vuelco, lo que parecía muy claro en el descanso, ya no lo era tanto.
Sin embargo, poco a poco, los hombres de Mou fueron durmiendo el partido, arrebatándole la posesión a los visitantes y devolviendo el equilibrio al partido. El primer tiro al arco inglés llegó en el minuto 78, muy centrado, sin poner en apuros a Rui Patricio.
El choque no corrió peligro para los romanos, bien plantados, ni si quiera en los minutos finales cuando, por inercia, el Leicester encerró a la Roma con centros laterales y un remate de Maddison que dejó sin aliento al estadio solo por un segundo.
Los “tifosi” celebraron. La hinchada se entregó tal y como pidió Mourinho en rueda de prensa. Llevaron en andas a los suyos hasta Tirana (Albania), para disputar la primera final en 31 años, y tuvieron tiempo para dedicarle la más sonora ovación de la noche a Claudio Ranieri, romano y exentrenador de sendos equipos, campeón de la Premier inglesa con el Leicester.