Chiara Singarella es el claro ejemplo de una persona que vive para el deporte. Durante gran parte de sus jóvenes 18 años, jugó al fútbol y al handball en paralelo. Su enorme talento le valió ser llamada a la Selección argentina en ambas disciplinas al mismo tiempo.
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Pero, hace algunos meses, la mendocina tuvo que tomar una difícil determinación: era momento de dedicarse de lleno a uno de esos deportes y dejar el otro atrás -al menos en el alto rendimiento-. Tras una larga deliberación, decidió volcarse por completo al fútbol. ¿Las razones? Mayores perspectivas de crecimiento y desarrollo profesional.
A partir de esta decisión, la vida de Chiara cambió: fue reclutada por una universidad de Estados Unidos y se fue a vivir al exterior. Hoy estudia psicología al mismo tiempo que juega al fútbol. Además, hizo su debut en la Selección mayor y marcó un gol.
Su carrera está en franco ascenso y cada paso que da no es solamente un éxito individual, es un dato alentador para el desarrollo del fútbol femenino argentino.
Una infancia marcada por los deportes
El amor de Chiara por el handball nació a partir de la influencia de su mamá, profesora de educación física. Su papá también le inculcó la pasión por ese deporte, pero además hizo que “le picara el bichito” del fútbol. “Yo me iba con él, peloteábamos un rato y me dejaba jugar unos picaditos con sus amigos”, recordó la futbolista en diálogo con TN.
Los dos deportes se volvieron una constante en la vida de la mendocina. Su cronograma diario era una suerte de rompecabezas en el que las prácticas de ambas disciplinas debían encajar con las piezas de los horarios de la escuela y de otras actividades extracurriculares como inglés o el gimnasio.
“Mis papás siempre me acompañaron y se ocuparon de mis horarios. En cada cosa que necesité, ellos estuvieron ahí. Todo lo que logré hoy se los debo a ellos”, destacó Chiara.
En su casa había solo una condición: si no le iba bien en la escuela, no podía ir a entrenar. Esa fue la principal razón por la que de niña siempre “se puso las pilas”, como le gusta decir, con lo académico.
Por eso, además, los sacrificios también eran parte de su vida: “Lo cierto es que me perdí de muchas cosas, como juntadas con la familia o con amigos”
En cuanto a sus reglamentos, el fútbol y el handball tienen incontables diferencias. Sin embargo, a la hora de hablar de sus valores y principios, son mucho más parecidos de lo que parece. “Te enseñan el compañerismo, el ser amable, el ser optimista, el compromiso y la unión”, recalcó Chiara.
“Lo que más me llama la atención del fútbol es la repercusión que tiene, es una locura, explota todo. En el handball, en cambio, me encanta lo dinámico que es y que cada defensa se grita como un gol”, diferenció.
Su infancia y adolescencia consistieron en salir del entrenamiento de fútbol para ir al de handball, y viceversa. Paradójicamente, tan solo una vez le coincidieron en horario dos partidos de estas disciplinas. Aún hoy se muestra profundamente agradecida con los entrenadores que tuvo, ya que siempre le permitieron avanzar en sus dos pasiones.
El difícil adiós al handball
Cuando Chiara jugaba en la categoría de infantiles, fue a disputar un torneo nacional de clubes con el equipo de la Universidad Nacional de Cuyo. Su buen desempeño la llevó a dar el salto al seleccionado de Mendoza, con el cual salieron campeonas argentinas tras vencer en la final a Buenos Aires.
Ese fue su trampolín a la selección argentina de handball. En la categoría de menores, salió campeona de un torneo Sudamericano con la camiseta celeste y blanca y, más tarde, con las cadetas, no solo logró un tercer puesto en otro certamen similar, sino que fue elegida la mejor pivote. Ese crecimiento se daba en paralelo con su ascenso en las selecciones nacionales de fútbol.
Hace algunos meses, su nombre ya estaba escrito en una convocatoria para las selecciones juveniles de handball, pero llegó el momento crucial: las exigencias en las dos disciplinas eran cada vez más grandes y, a pesar de ser una adolescente, el cuerpo empezaba a “pasarle factura”. Fue así como la mendocina decidió dejar el handball para dedicarse de manera plena al fútbol.
“Me re costó esa decisión porque el grupo humano que se formó con mis compañeras de handball fue hermoso. Teníamos una camada muy linda. Los deportes me gustaban los dos por igual, por eso me dio ‘en el cora’ tener que dejar handball”, explicó Chiara.
Su nueva vida en Estados Unidos
La decisión estaba tomada: la vida de Chiara comenzaría a girar solo alrededor del fútbol. Pero, para eso, había otros objetivos concretar. ¿El primero? Irse a estudiar al exterior.
Con esa finalidad, la joven avanzó con sus clases de inglés y consiguió una agencia de reclutamiento que le armó un video con sus mejores momentos en la Selección argentina. Ese material fue ofrecido a distintas universidades de Estados Unidos -el país que reina en el fútbol femenino internacional- y, finalmente, la propuesta de irse con una beca a la Kennesaw State University de Georgia la convenció.
Hoy Chiara estudia Psicología y vive una vida como las que se ven en las películas en los campus universitarios del país norteamericano. Se levanta temprano, toma clases hasta el mediodía y luego va a los entrenamientos con el equipo. Sus días los pasa en un departamento que comparte con otras tres estudiantes.
“No puedo pedir más. El día que llegué mis compañeras me fueron a buscar al aeropuerto y me integraron ahí nomás, no hay ninguna diferencia, tampoco con el entrenador. La estoy pasando de 10″, destacó la mendocina, que es una de las tres extranjeras que tiene el equipo (hay, además, una jugadora italiana y otra canadiense).
El sueño albiceleste de Chiara Singarella
El deporte puede brindar muchas alegrías, pero también es un camino en el que a veces aparecen los sinsabores. Uno de ellos fue el que tuvo que atravesar la futbolista hace algunos días, con la eliminación de la Selección argentina en la primera ronda del Sudamericano Sub 20 de Chile. Ese traspié le impidió al equipo nacional competir por una plaza en el Mundial de la categoría que se disputará este año en Costa Rica.
“Fue un placer defender esta camiseta con guerreras que dejaron todo desde el primer minuto. Me hicieron muy feliz y me quedo con el grupo extraordinario que formamos”, escribió en sus redes sociales.
A pesar de que aún tiene edad de juveniles, Chiara ya debutó en la Selección Mayor y lo hizo a lo grande. El pasado 20 de febrero entró a los 85 minutos del amistoso que Argentina jugó ante Colombia y, a los 88′, marcó su primer gol con la camiseta albiceleste. Fue un empate 2-2 que la mendocina nunca olvidará.
“Sentí una mezcla de todo. Entré y se me dio esa oportunidad de empatar el partido en mi primera convocatoria, fue hermoso. Lo primero que hice fue ir a abrazar a mis compañeras de la sub 20 en el banco. Siempre quise jugar en la mayor y lo soñé, pero no me hubiese imaginado que a los 18 años me iban a llamar y menos aún meter un gol. Fue un momento muy lindo”, sostuvo la jugadora que sueña con vestir la celeste y blanca en un Mundial.
Chiara se reconoce como una gran admiradora de Lionel Messi y de la brasileña Marta. De ella resalta no solo su juego, sino el mensaje que da a las nuevas generaciones. “Yo no sé si el camino es más fácil para las que somos más chicas, pero es cierto que ahora se están viendo muchas mejoras y cambios para bien. Para que nosotras podamos correr, hubo chicas que antes caminaron. Es gracias a ellas que hoy estamos como estamos y por eso nosotras, las de mi generación, vamos a hacer todo para que las que vengan después se sientan mejor y tengan más de lo que tenemos ahora”, afirmó.
Las próximas metas en su carrera están claras: crecer como jugadora, recibirse y tener el título de psicóloga para luego dar el salto al fútbol profesional.
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¿Y la posibilidad de jugar en la primera división de Argentina? “Es algo que hay que ver, una siempre está dispuesta a escuchar propuestas. Elegiré lo que más me convenga o lo que más me guste, pero yo estoy apostando a irme a Europa primero”, concluyó.
Y si hay algo que está claro es que cuando Chiara se traza una meta, no hay nada que se interponga en su camino.