En el majestuoso escenario de la Terraza Caffarelli del Ayuntamiento romano, el portugués José Mourinho dio inicio a su experiencia como entrenador de la Roma con su habitual carisma. Con tono calmo, tranquilo, pero decidido, pidió tiempo para construir a un equipo ganador y no dudó en lanzar dos dardos para reivindicar su posición.
La victoria no lo obsesiona, pero sí a sus detractores, aseguró. Solo está centrado en trabajar al 100 % por el bien del equipo, consciente de que llegó a la capital a aportar su currículum y de que “es víctima” de los grandes éxitos que tuvo en el banco de clubes como el Oporto, el Inter de Milán o el Chelsea.
Su fichaje por la Roma, anunciado a principios de mayo, disparó el entusiasmo en la capital. Las cuotas del club en la Bolsa milanesa se dispararon y sus amantes hasta la dedicaron un mural en el céntrico barrio de Testaccio, todo un feudo del romanismo.
Pero también hubo quien expresó sus dudas sobre la decisión de la directiva, que invirtió en un entrenador que en los últimos años no logró resultados importantes como los de su pasado.
Primer mensaje: “Soy víctima de lo que hice, de la forma en la que me mira la gente. Lo que para mí es un desastre, para los demás es fantástico”, afirmó Mourinho, antes de agregar detalles en una conferencia a l que en un momento frenó porque le molestaba el ruido de la lámina que habían colocado en una de las ventanas del recito para filtrar la luz del sol en pleno verano europeo.
“Mis últimos tres clubes: título con el Chelsea, tres copas con el Manchester United, una final con el Tottenham. Llegué que iban duodécimos y acabamos en Europa. Lo que para mí es un desastre, otros nunca lo hicieron en la vida”, dijo.
Llegó a continuación una pregunta sobre cómo vivirá su regreso a San Siro para enfrentarse al Inter de Milán, un equipo en el que se convirtió en leyenda al conquistar el Triplete de 2010. En la pregunta también fue mencionado Antonio Conte, el preparador que ganó el título liguero este año y cuyo estilo fue comparado al del Mou interista.
“Hay entrenadores que no debes comparar. Aquí hablas de Niels Liedholm o Fabio Capello, no hay que compararlos con nadie. En el Inter no compares a nadie conmigo o (el argentino) Helenio Herrera” (campeón de Europa en los años 60 del pasado siglo)”, sentenció el portugués.
Por lo demás, el nuevo entrenador de la Roma se mostró absolutamente tranquilo, convencido de que tiene por delante mucho trabajo, pero aún más de que este esfuerzo llevará a triunfar.
“No es una obsesión pensar en ganar. Hay algo de lo que no podemos huir. Es verdad que los últimos nueve técnicos no ganaron trofeos, es verdad que terminamos a 16 puntos de la Liga de Campeones. Tenemos que entender por qué, hasta llegar a lo que queremos”, afirmó.
“Esto es llegar, trabajar mucho, tener tiempo (para triunfar). Tengo tres años de contrato, luego el club decidirá el futuro. No podemos huir del hecho de que llevamos años que no ganamos, porque terminamos lejos del título. Nosotros queremos ganar, en fútbol nunca digas nada, pero normalmente no ganas de forma inmediata”, prosiguió.
Recordó a los periodistas presentes que no le interesa quedar como “antipático”, pues lo hará todo para que no salgan informaciones sobre lo que ocurre en el vestuario.
El centro deportivo de Trigoria debe ser un fortín. El lugar donde todos trabajan al 100 % con un único objetivo en mente, llevar al Roma al triunfo.
El trabajo está en el centro y por eso el luso insistió con el representante de prensa durante la rueda de prensa, con una serie de bromas, que escondían la verdad, sobre su voluntad de terminar lo antes posible su comparecencia para volver a Trigoria y dirigir el entrenamiento.