El 4 de abril de 2006 quedó en la historia del Villarreal porque su equipo logró superar los cuartos de final de la UEFA Champions League, en la que era la primera participación del Submarino Amarillo del torneo más importante de Europa. Y en aquella noche hubo un héroe argentino, Rodolfo Arruabarrena, quien convirtió el gol de la clasificación a semifinales.
Ahora, 16 años después, mientras el Vasco Arruabarrena es entrenador de Emiratos Árabes Unidos, equipo en el que también quiere hacer historia intentando llevarlo al Mundial de Qatar (está en repechaje), el Villarreal volverá a jugar una serie de cuartos de Champions League contra otro poderoso, esta vez el Bayern Munich.
No será sencillo para los españoles, está claro, los alemanes son uno de los grandes candidatos a ganar la orejona. Pero el Villarreal viene de despachar en octavos de final nada menos que a la “Vecchia Signora”, a la Juventus, y en Turín. Y sueña con volver a las semifinales.
Champions League: el Villarreal de Arruabarrena y Riquelme
En 2006, Villarreal equipo ya venía haciendo historia. Había obtenido un histórico tercer puesto en la Liga española 2005/06 y conseguido la clasificación directa a la Champions. Ganó su grupo invicto, superando nada menos que al Manchester United, al Benfica y al Lille. Y en octavos, eliminó al Glasgow Rangers (2-2 en Escocia y 1-1 en Villlarreal, con gol de Rodolfo Arruabarrena).
En los cuartos le tocaba el Inter. El primer partido fue el San Siro de Milán. Ahí las cosas habían arrancado muy bien para Villarreal, porque al minuto ganaba 1-0 con gol de Diego Forlán. Pero con el correr del partido, los italianos se lo dieron vuelta y con goles de Oba Martins y Adriano, se quedaron con el primer chico por 2-1.
La revancha, en el Estadio de la Cerámica, era esperada con muchísima expectativa. El Villarreal de Manuel Pellegrini estaba muy bien parado como equipo, tenía jugadores de jerarquía como Juan Pablo Sorín, Forlán, Arruabarrena y Juan Román Riquelme.
Y aquel gol del uruguayo Forlán en Italia les abría las chances a los españoles de soñar sin restricciones, porque con un 1-0 en su cancha, y aprovechando la ventaja deportiva del gol de visitante, se pondría en las semifinales.
Leé también: Robert Lewandowski, la máquina goleadora: hat-trick y récord en el triunfo de Bayern Munich
Y del pie derecho de Riquelme y de la cabeza del Vasco Arruabarrena el sueño se hizo realidad. Porque después de un primer tiempo en el que Villarreal no logró imponer en la red la superioridad que tenía en el campo de juego, a los 13 minutos del complemento, una pelota parada le resolvió el problema de la falta de gol.
Riquelme ejecutó un perfecto tiro libre, casi desde una posición frontal al arco del Inter, y Arruabarrena se escapó de su marca y, perfectamente habilitado, saltó antes que el arquero, peinó para atrás la pelota e hizo delirar a todos los fanáticos del Villarreal que sintieron que tenían la clasificación en el bolsillo.
Y no se equivocaron, porque Riquelme después puso la pelota bajo la suela y el resultado final ya no cambió: Rodolfo Arruabarrena se había convertido en el héroe de la noche en Villarreal, como alguna vez lo había sido en el Boca de Carlos Bianchi, por ejemplo en la final de la Copa Libertadores de 2000, en la que anotó los dos goles en el partido de ida en La Bombonera.
Luego, la ilusión de llegar a la final se truncó contra el Arsenal, que en Londres, en el partido de ida, ganó 1-0, y aguantó el 0-0 en la revancha. Y lo aguantó en gran parte por las manos de su arquero alemán, Jens Lehmann, quien le atajó un penal a Juan Román Riquelme en el tiempo de descuento del segundo tiempo y le dio la clasificación a su equipo.
Pero nada le quitó el reconocimiento al Submarino Amarillo ni mucho menos al Vasco Arruabarrena, quien con 270 partidos jugados a lo largo de siete temporadas, es el octavo jugador con más presencias en la historia del Villarreal. Un ídolo. Y un héroe.