Hernán Montenegro tenía todo para triunfar en el básquet, pero una experiencia traumática que vivió durante su infancia lo llevó a no disfrutar del deporte, a abandonar la Argentina, a consumir drogas y, más tarde, a intentar quitarse la vida. A pesar de todo, se dio el lujo de enfrentar a Michael Jordan y llegó a la NBA, aunque dejó Estados Unidos rápidamente.
Nació el 10 de agosto de 1966 en Bahía Blanca. Debutó en la Primera del Club Alem a los 13 años y con apenas 16 llegó a España.
La traumática experiencia que lo marcó en la infancia y el consumo de drogas
A pesar de que su carrera deportiva avanzaba bien, él no pudo disfrutar de sus inicios. En gran parte, por el contexto de dictadura militar que atravesaba la Argentina: “Con mi familia, yo vivía en la sede de la CGT de Bahía y una noche vi cómo los militares nos sacaron a la calle; cómo se llevaron mi vida, mis camas, mis juguetes, todo. Tenía 9 años. Y eso me marcó para toda la vida. Fue un derrumbe, se me cayó todo”.
Situaciones similares se repitieron durante su adolescencia. Él se tomaba dos colectivos para ir a entrenarse a Alem. Llevaba un sandwich de queso, porque en su familia no alcanzaba para el jamón. “En esos viajes un par de veces me manotearon los milicos. Les resultaba raro un pibe de 13 años, alto, a las 12 de la noche. Me encaraban como si fuera montonero. Y hasta me retuvieron. No fue nada lindo y me recordó aquella noche que nos desalojaron. Fueron épocas duras, que me marcaron mucho”, contó
Por eso, aprovechó la primera oportunidad que tuvo para abandonar el país. Un reclutador lo observó durante el Mundial Juvenil de España 1983 con la Selección Argentina y lo llevó al CAI Zaragoza. Llegó solo a Europa y la soledad, sumado a que en un principio no podía jugar por reglamento, lo empujó hacia lados oscuros.
“Ignorado y aburrido, me empecé a juntar con gente de la música y me fui a la mierda. Yo nunca había tomado una cerveza ni probado drogas, y de repente estaba tomando rayas de cocaína. Estaba vacío, indefenso y me agarró por ese lado: beber y consumir. Tuve suerte de probar la heroína y que mi cuerpo la rechazara porque ahora no estaría hablando”, reveló.
Poco después, regresó a la Argentina. Otra vez, un ascenso acelerado: fue citado en 1985 por primera vez a la Selección de mayores para el Sudamericano de Medellín y fue subcampeón con Olimpo de Bahía Blanca en 1986, mismo año en el que participó del Mundial de España.
La etapa difícil de Hernán Montenegro fuera de la Argentina: la frustración de la NBA
Al año siguiente fue reclutado por los Gigantes de Carolina, de Puerto Rico. De allí fue a la Universidad Estatal de Luisiana y, aunque no jugó oficialmente, participó del draft de la NBA de 1988. Philadelphia 76ers lo seleccionó en el lugar N° 57 de la tercera ronda y se convirtió, junto a Jorge González, en el primer argentino en formar parte de la liga más competitiva del mundo, aunque no disputó encuentros oficiales.
“Yo hipotequé mi vida para llegar a la NBA y cuando estuve ahí me di cuenta de que no era el paraíso que imaginaba. Porque ojo, la NBA de los 80 no es la de ahora. Era un circo caótico, lleno de veteranos, falopa por todos lados, como el mismo Jordan admitió en su serie. Esa era la NBA que yo conocí, no la de Manu en adelante que se disfruta hoy”, explicó a Infobae.
Nunca llegó a arreglar su contrato con Philadelphia. Apenas disputó unos pocos minutos durante un amistoso ante Maccabi Tel Aviv. Maurice Cheeks, base y figura del equipo, no le pasó ninguna pelota. “Era lógico, se cuidaban entre ellos. Lo mandé a la mier… en un minuto y no jugué más. Después me fui casi llorando por el estacionamiento”.
Philadelphia le había ofrecido 900.000 dólares por tres años, sin descontar los impuestos. Su manager le dijo que no y, sumado a que sabía que no iba a tener continuidad, se fue al Panathinaikos de Grecia a cambio de 400.000 dólares. Sin embargo, cuando llegó al país, suspendieron al dueño del equipo y todo se canceló. En 1989 jugó en el Anabella Pavia de la segunda división de Italia y al año siguiente regresó a la Argentina.
Su enfrentamiento con Michael Jordan
Durante su paso por Estados Unidos, se dio el lujo de jugar contra Michael Jordan. Fue en un torneo amistoso que jugaron Philadelphia 76ers, Chicago Bulls, New York Knicks y Brookyln Nets.
“Ahí confirmé lo que era, sobre todo mentalmente. En esos partidos de arranque de pretemporada muchos jugadores juegan a media máquina y los consagrados, casi boludeando. Jordan, todo lo contrario, no te miraba la patente, no le importaba si enfrente estaba Montenegro o Reggie Miller. Jugó con una intensidad terrible. Estaba en su mundo y usaba cada minuto en cancha, sin subestimar a nadie. Al revés, si podía, te asesinaba. Me fui con esa imagen, de su poder de concentración, de su mirada asesina. Cada vez que se ponía los cortos, jugaba a morir”, señaló.
Para comenzar de cero, volvió a sus orígenes y firmó contrato con Estudiantes de Bahía Blanca, su ciudad natal. Llegó a la final de la Liga Nacional, pero cayó ante el ahora extinto Gimnasia Esgrima Pedernera Unidos de San Luis. En 1995 firmó con el Guaiqueríes de Margarita de Venezuela, pero fue suspendido a los seis meses por consumir cocaína.
A fines de la década de 1990, jugó en grandes equipos argentinos como Independiente General Pico o Peñarol de Mar del Plata. En 2000 regresó a Estudiantes de Bahía Blanca. Desde entonces, pasó por otros clubes, aunque sin disputar muchos partidos. Tras retirarse, anunció en 2015 su regreso al deporte para jugar en el primer equipo de handball de River Plate.
Los momentos más dif´ciles
La primera vez que intentó quitarse la vida fue a mediados de la década de 1990, cuando aún jugaba al básquet.
“Me la puse toda de merca, pero Dios me ayudó y mi cuerpo aguantó. Y la otra vez no salió la bala. Estaba retirado, ya no soportaba la vida. No era la salida, lo sé, pero lo sentí así. Hoy sé que cuesta pero se puede seguir. Entendí un poco mejor la vida”, se sinceró.
Asimismo, reconoce que “el suicidio fue una mala idea” y que “tuvo que ver con no poder soportar las cargas de niño, que a veces hacen que un adulto explote”. Sin embargo, a sus 57 años, asegura que esas ideas “hoy están muy lejos”.