No lo sabía, pero el 3 de febrero de 1958, Juan Manuel Fangio ganó el Gran Premio de Buenos Aires, que fue la última carrera de Fórmula 1 que lo tuvo en lo más alto del podio. Tampoco sabía que 20 días después, en la previa de una competición en Cuba, iba a ser secuestrado en La Habana por la guerrilla que encabezaba Fidel Castro.
Fue el 23 de febrero y a plena luz de día cuando unos hombres del Movimiento Revolucionario 26 de julio secuestraron a Juan Manuel Fangio en Cuba. El encargado de esa “misión” era Manuel Uziel, quien apretó el caño de su revólver contra el quíntuple campeón del mundo de Fórmula 1 y con enorme cortesía le dijo: “Disculpe, Juan, me va a tener que acompañar”.
Fangio no entendía nada. Tampoco otros pilotos y allegados que estaban viendo la escena en el hall del Hotel Lincoln de La Habana. Sin perder la serenidad aunque no sin preocupación, la máxima figura del automovilismo mundial aceptó con “vamos” y se subió al auto de sus captores, quienes luego de dar unas vueltas por la ciudad lo llevaron a la casa de uno de ellos donde permaneció cautivo unas horas.
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Fueron suficientes las horas en las que estuvo secuestrado como para no correr el Gran Premio de La Habana, al que había sido invitado especialmente por el entonces presidente cubano, Fulgencio Batista. Esto no era casual, sino causal: la guerrilla que lideraba Fidel Castro quería evitar la foto de Batista con un Fangio seguramente vencedor de la carrera y, además, mostrar la vulnerabilidad de un evento organizado por el gobierno cubano.
El secuestro de Fangio: el síndrome de Estocolmo a la cubana
Se conoce como “Síndrome de Estocolmo” al fenómeno psicológico que se genera en un secuestrado cuando siente empatía con su secuestrador. Lejos de temerle, lo comprende, y hasta puede buscar ayudarlo perdiendo la noción de que, en definitiva, está privado de la libertad. Esta denominación comenzó a usarse luego de una toma de rehenes Banco de Crédito de Estocolmo, Suecia, en 1973.
Pero el secuestro de Fangio fue 15 años antes y la finalidad fue publicitaria. Nunca estuvo en juego la vida de Fangio ya que la única intención del Movimiento 26 julio fue ser noticia mundial y exponer al gobierno de Batista.
El argentino tuvo un lugar cómodo para dormir y le dieron bien de comer (según reconoció siempre el propio Juan Manuel Fangio). Y desde el primer momento, en el que se “disculparon” por secuestrarlo, le aclararon que sería por unas horas y que luego lo liberarían.
El tema era que el ejército cubano que respondía al presidente Fulgencio Batista estaba buscando por todos lados a Fangio. Los guerrilleros temían por su vida en caso de que fuesen descubiertos y, en cierto modo, Fangio también: no podían descartar que si los militares lo encontraban, lo mataran y usaran el crimen para culpar a la guerrilla del secuestro y posterior asesinato de una de las máximas figuras del deporte internacional.
Fue entonces que Fangio, quien entonces tenía 46 años, entendió que el mejor lugar para que lo liberasen fuese la Embajada argentina en La Habana. Y ahí lo dejaron una vez finalizada la carrera que, aun con su máxima estrella secuestrada, se corrió igual y el vencedor fue el gran rival de esa época de Fangio y luego gran amigo de la vida, el británico Stirling Moss.
Fulgencio Batista tuvo la foto que quería con el ganador, aunque no con el que él quería…
El secuestro de Fangio: un amigo de la revolución cubana
Independientemente de lo que dictó la historia con el paso de los años luego de la llegada al poder de Fidel Castro y su movimiento revolucionario en el Año Nuevo de 1959, es objetivo afirmar que el Coronel Fulgencio Batista había tomado por asalto la presidencia cubana en 1952 a través de un golpe de Estado.
Fangio entendió a su secuestro como “una buena causa. Nunca me vendaron los ojos. Cien veces me pidieron disculpas. Me parecieron macanudos. Su trato fue familiar y sus intenciones cordiales”, destacó el quíntuple tras ser liberado, algo por lo que siempre Fidel Castro le estuvo agradecido.
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Con el paso de los años, el piloto argentino visitó muchas veces la isla como turista y también hizo una visita “oficial”, como embajador internacional de Mercedes Benz. Esto fue en 1981 y el gobierno de Fidel Castro le brindó una recepción a la altura de un jefe de estado, con honores, desfiles y algo más: pasó por la casa en la que 23 años antes había estado secuestrado.
Ahí fue homenajeado como también en el Hotel Lincoln, donde descubrieron una placa de agradecimiento por su colaboración desde el momento en que comenzó la historia de su captura en febrero de 1958.