El 23 de mayo de 1993, poco menos de un año antes de su fatídico accidente en la curva Tamburello del Gran Premio de San Marino, Ayrton Senna le puso el sello a un increíble récord dentro de la Fórmula 1: ese día, el astro brasileño, a bordo de un McLaren, ganó su sexto GP de Mónaco, quinto de manera consecutiva, estableciendo así dos marcas que aún nadie puede superar.
El tricampeón mundial de F1 no sólo se mantiene hasta hoy como el piloto más ganador del circuito callejero del Principado, sino que además es quien acumula mayor cantidad de poles (5) y podios (8). En cuanto a victorias, lo siguen el inglés Graham Hill y el alemán Michael Schumacher, con cinco, y entre los pilotos en actividad el más cercano es el británico Lewis Hamilton, con tres.
Ayrton Senna, el rey de Mónaco
El idilio entre el paulista y Mónaco comenzó en 1984, en la temporada debut de Senna en la F1, cuando bajo un diluvio deslumbró al mundo y dio una muestra de lo que era capaz: con su coqueto pero humilde Toleman, escaló desde la decimotercera posición hasta el segundo lugar pero la bandera roja terminó salvando a Alain Prost, quien desde su McLaren influenció con sus constantes señas para que suspendieran la carrera.
De hecho, en aquella tarde monegasca se bajó la bandera roja en la vuelta 32, cuando el paulista estaba a sólo 7,4 segundos de Prost y le había descontado casi medio minuto en nueve giros. Esa vez no habrá alcanzado la cima del podio, pero allí nacía la leyenda de Senna y quizá la rivalidad más feroz de la historia de la Fórmula 1.
Al año siguiente, ya con Lotus, el brasileño marcó la pole en el GP de Mónaco, aunque abandonó por una falla en el motor. En 1986 logró su primer podio al terminar tercero. Y en 1987 consiguió la primera de sus seis victorias.
Ayrton Senna: entre Dios y el Diablo en el GP de Mónaco 1988
Otro momento sublime se dio en el GP de Mónaco de 1988. Ya como compañero de Prost en McLaren, Senna concretó la que muchos consideran la mejor vuelta en la historia de la F1. Durante la jornada de clasificación ya tenía la pole position, pero empezó a bajar su tiempo una y otra vez, hasta que terminó aventajando en 1.427 segundos al francés.
Lo de esa jornada fue un caso de estudio. Algunos expertos lo llaman “estado de flujo”, una especie de concentración total. Senna lo explicó con sus palabras: “Ese día me di cuenta de que ya no conducía conscientemente. Estaba en una dimensión diferente. El circuito para mí era un túnel y sólo me desplazaba por él. Sé que estaba más allá del entendimiento”.
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Sin embargo, al día siguiente falló como un humano: a 11 vueltas del final y con una abismal ventaja sobre Prost, chocó contra un guardarrail y debió abandonar. Bajó del auto, se sacó el casco y, en lugar de ir al box, se fue a su departamento que estaba a unas pocas cuadras.
“Aquello no fue sólo un error de conducción. Era el resultado de una lucha interna que me paralizaba y me convertía en invulnerable. Tenía un camino hacia Dios y otro hacia el Diablo. El accidente sólo fue una señal de que Dios estaba allí esperándome para darme la mano”, dijo el brasileño, quien por lo visto aprendió la lección a la perfección. Tanto que se impuso en las cinco ediciones siguientes y así se convirtió en el piloto más ganador del Gran Premio de Mónaco.
Ayrton Senna: las cinco victorias consecutivas en el GP de Mónaco
Las carreras de 1989, 1990 y 1991 se las llevó de punta a punta luego de partir desde la pole. En 1992 se impuso tras una batalla memorable con el británico Nigel Mansell (Williams), a quien venció por sólo 215/1000, la menor diferencia entre el vencedor y su escolta en la historia de este Gran Premio.
Y por último, en 1993, con un McLaren no tan competitivo, largó tercero y aprovechó la mala fortuna de Prost (penalizado con 10 segundos por falsa largada) y de Schumacher (un problema mecánico en su Benetton) para cruzar victorioso la meta.
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En el GP de Mónaco de 1994 se corrió la primera carrera post Senna, dos semanas después del accidente que terminó con su vida y lo convirtió en un ícono inmortal del automovilismo.