La muerte de Kobe Bryant en enero de 2020 ya hacía presagiar que este iba a ser un año especial. Cuando el 26 de enero el helicóptero cayó en la zona de Calabasas, en California, Lebrón James estaba en un aeropuerto. Cuando se enteró, se puso a llorar y se fijó una meta: ganar el campeonato.
El año pasado, con su presencia, los Lakers no habían podido ni llegar a los playoff. Ahora, la situación era diferente. Un nuevo equipo, un gran socio como Antonhy Davis y un título para dedicarle a su amigo eran el motor de una nueva temporada. Pero en el medio también llegó la pandemia y las dudas sobre todo lo que iba a ocurrir. Pese a esto, la NBA se rearmó de forma espectacular y los Lakers pudieron cumplir con su objetivo. Después de 10 años ganaron las finales de la NBA tras vencer a Miami 106 a 93 y sellar la serie 4 a 2.
El camino al Olimpo de Lebron James y los Lakers no fue fácil. El comienzo de la temporada regular en Disney lo tuvo dubitativo, pero de a poco el equipo adquirió el roce necesario para ir de menor a mayor y eso le permitió llegar muy bien a la final.
Miami no pudo resistir. Su juego intenso lo dejó sin piernas en el sexto partido. Un equipo que tuvo una temporada increíble, con saltos de calidad que lo dejan ver como uno de los conjuntos del futuro.
La diferencia estuvo en que los Lakers tenían más recursos. Lebrón rompió defensas todo el tiempo y eso fue clave. Anthony Davis se convirtió en una pesadilla en los dos tableros. Acompañaron muy bien Caruso, Rondo, Pope, Morris, y Howard. Todos cumpliendo a la perfección el rol asignado.
Pero sin dudas, lo mejor de la temporada estuvo en la química entre Lebrón y Davis. Ambos nos hacen recordar a Magic y Kareem Abdul Jabbar (5 anillos) o a Kobe Bryant y Shaq O’Oneal, (3 anillos), parejas históricas que le dieron grandes satisfacciones al equipo angelino. Su excelente temporada los puede llevar a ser una de la parejas célebres de los Lakers.
El amo Lebron
Ya nadie puede discutir a Lebron James. Su nuevo título con los Lakers lo colocan entre los grandes de la NBA, con la posibilidad de pelearle el trono a Michael Jordan, el hombre que cambió este deporte. En esta temporada, rompió varias marcas. Fue tercero en conversiones de lanzamientos libres en toda la historia de las finales, pasó a Magic Johnson en asistencias y está segundo detrás de Curry en triple. Tiene el mejor promedio en cierre de partidos definitivos 49 juegos en total, 39 triunfos y 10 derrotas. Es el jugador que jugó más finales de NBA, con 260 partidos. Superó a Derek Fisher (259) y Tim Duncan (251).
Su promedio en las finales: 30.2 puntos por partido, 11.4 rebotes, 8.4 asistencias, 1.2 robos. En el sexto encuentro marcó: 28 puntos, 14 rebotes y 10 asistencias.
A sus 35 años, Lebron James es el MVP de la finales y el mejor jugador de la Liga.
Pero lo más importante de todos, es que sus logros, van acompañados con una postura de compromiso con la sociedad. No hay momento en el que la estrella de los Lakers no critique el racismo, la violencia policial o el maltrato a los ciudadanos negros. Su gran influencia en los temas más ácidos, cambiaron a una NBA que siempre prefirió enfocarse en el juego. Esta temporada, todos los jugadores, de todos los equipos, jugaron con remeras que tenían algún mensaje. Paz, igualdad, equidad, justicia, eran algunas de las palabras que se podían leer en cada partido. Lebron, fue uno de los que más insistieron con este tema.
Llegó a Los Ángeles para ganar y lo logró. Con este, consiguió su cuarto anillo en tres equipos diferentes (1 Cavs, 2 Miami, 1 Lakers) y se metió en la mesa de los grandes.
