El genial bardo inglés seguramente se divertiría al enterarse de que su trágica heroína, paradigma de la mujer loca (de amor), se convertiría cuatro siglos después en el hit pop más escuchado del planeta.
De hecho, The fate of Ophelia (la suerte de Ofelia), de Taylor Swift, rompió el récord de escuchas en su semana de salida, quitándole el podio a Flowers de Miley Cyrus.
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Por supuesto, es el mascarón de proa, el primer single de “The life of a showgirl”, el disco número 12 de la superpotencia estadounidense, que ya estamos cantando todos. Es la segunda referencia a Shakespeare de sus grabaciones, después de Love Story (2008), sobre Romeo y Julieta.
Con Ofelia, que para muchos de sus oyentes de estas pampas era hasta ahora sinónimo de Ofe Fernández, la diva pop se inscribe en la larga lista de quienes se han inspirado en el personaje escrito por Shakespeare en Hamlet, allá por 1623.
Tanta es la identificación con la desgraciada Ofelia, cuya locura la lleva a terminar flotando en las aguas, que el videoclip arranca con Swift en la bañadera. Reemplazando a la modelo que posó para John Everett Millais, pintor e ilustrador inglés, del grupo de los prerrafaelitas, en la famosísima pintura de 1852 expuesta en la Tate Modern de Londres. Una de las pinturas más visitadas de ese museo, y una de las imágenes más icónicas de la historia del arte, y del morbo. En lugar de las aguas naturales y los nenúfares, Taylor flota en un baño de inmersión. Y vive.
El óleo de Millais será el más famoso pero es sólo uno de los que convirtieron a Ofelia en el más retratado de los personajes shakesperanos. A pesar de que es un personaje lateral, secundario, en la historia del príncipe danés atormentado entre ser o no ser. Sin embargo, le bastó con aparecer en cinco de las veinte escenas de la obra para provocar semejante fascinación eterna. Las descripciones de su locura, y sin duda la forma en la que el autor deja sin aclarar las circunstancias de su muerte (¿se suicidó o fue un accidente?) hicieron la magia.
Hace unos días, la crítica musical Lindsay Zolandz se preguntaba en el New York Times si Swift no sería una secreta fan de Grateful Dead: su tema Althea, de 1980, contiene la frase “the fate of Ophelia”. También le canta a Ofelia Bob Dylan en Desolation Row, y Natalie Merchant, en su disco Ophelia, de 1998, la imagina como una viajera en el tiempo que lucha contra distintas formas de opresión femenina.

Ícono romántico, símbolo de la mujer sojuzgada por la mirada masculina, reivindicación feminista, que ve en ella, y en su locura, a una subversiva contra el lugar impuesto por la violencia entre sus hombres. Su padre, Polonio, le impide ver a Hamlet, y termina muerto a manos del hombre del que ella está enamorada. El patriarcado no tenía por entonces visos de caerse alguna vez. Y la locura a la que es empujada la doncella estaba lejos de considerarse violencia de género.
En la alegre y pegadiza canción de Taylor Swift, las cosas son más sencillas y hay un final feliz para la heroína trágica. Según ella, sólo se trataba de encontrar el amor en brazos del hombre indicado, así que ya no hay más emblema de nada que no tenga que ver con la celebración del amor. Con malicia, otro crítico estadounidense decía, por estos días, que Swift hacía peores canciones cuanto más feliz estaba, mientras ella se prepara para convertirse en la novia del jugador de fútbol Travis Kelce, su príncipe azul.
“Y yo, la más desconsolada e infeliz de las mujeres, que gusté algún día la miel de sus promesas suaves, veo ahora aquel noble y sublime entendimiento desacordado, como la campana sonora que se hiende. Aquella incomparable presencia, aquel semblante de florida juventud alterado con el frenesí. ¡Oh! ¡Cuánta, cuánta es mi desdicha, de haber visto lo que vi, para ver ahora lo que veo!”, dice Ofelia, en soledad, en la escena V de Hamlet.
“Si nunca hubieras venido por mi/me habría ahogado en melancolía/Juré lealtad a mí, sólo a mi/Justo antes de que encendieras mi cielo/Todo ese tiempo/sentada sola en mi torre/vos sólo pulías tus poderes/ahora puedo verlo todo/una noche tarde/me sacaste de mi tumba/y salvaste mi corazón/ del destino de Ofelia”, canta Swift, enamorada.