El arranque de “Mis muertos tristes”, el relato de Mariana Enriquez incluido en su último libro, Un lugar soleado para gente sombría, está precedido por un epígrafe de su colega, la gran Lydia Davis: “Ahora es tiempo de que ustedes vuelvan. Ya se fueron suficiente tiempo”.
La primera persona es la de una protagonista que vive en un barrio delimitado por avenidas y peligrosos monoblocs junto a su madre, que está muerta. “¿Una muerta puede vivir? Está presente, entonces. Desde que la descubrí entiendo mejor la palabra. La presentí antes de verla”, dice.

De presentimientos y fantasmas, de la capacidad extraordinaria de Ema, médica de 60 años para ver y conectar con sus “presencias”, se trata lo que ahora será base de una miniserie, de cuatro episodios, filmada en Buenos Aires y Santiago de Chile. De allí es su director, Pablo Larraín (María Callas, Neruda, El Conde, Jackie), que adaptó los relatos junto a su autora, Guillermo Calderón y Anastasia Ayazi.
Se habla de relatos porque la adaptación toma elementos de otras obras de Enriquez para alimentar la historia de “terror dramático”, según define Netflix, la plataforma. Para referirse a una historia donde, en palabras de la premiada y traducida escritora argentina: “Lo terrorífico no está en los fantasmas, sino en lo que la sociedad esconde”.

El inquietante relato, en el que la realidad social más difícil y lo sobrenatural conviven como en un mismo tejido, será protagonizado por Mercedes Morán, Dolores Fonzi, Alejandra Flechner, Carlos Portaluppi y Germán da Silva.
La noticia sigue al estreno de La virgen de la tosquera, de Laura Casabé, sobre otros cuentos de la autora. Y precede a Las cosas que perdimos en el fuego, título del memorable cuento y del libro de relatos de 2016, que dirigirá la cineasta inglesa Prano Bailey-Bond, autora de la terrorífica Censor (2021).