El estreno de El Eternauta sucede dos días después del 27 de abril: aniversario del día de 1977 en que su creador, Héctor Germán Oesterheld, fue secuestrado en La Plata. Los grupos de tareas de la dictadura militar se lo llevaron por distintos centros clandestinos de detención y torturas. Su cuerpo nunca apareció.
Ya habían asesinado a sus cuatro hijas: Diana, Beatriz, Estela y Marina. Dos de ellas estaban embarazadas. El Eternauta II, continuación de la historia que había publicado por primera vez en la revista Hora Cero, en 1957, fue lo último que publicó. Para ese tiempo, militaba en la organización Montoneros y su trabajo aparecía en sus publicaciones, el diario Noticias y la revista El Descamisado.
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La aniquilación de la familia Oesterheld incluyó a los maridos de ellas, y la desaparición de dos de cuatro nietos. Diez personas desaparecidas en la familia de Elsa Sánchez de Oesterheld, abuela de Plaza de Mayo, que los evoca en su testimonio para el libro periodístico Los Oesterheld, de Fernanda Nicolini y Alicia Beltrami. Martín, nieto del historietista, es el asesor de la serie que dirige Bruno Stagnaro.
Graduado en geología, culto, creativo y prolífico, HGO, como se lo conocía, fundó junto a su hermano Jorge la editorial Frontera. En la revista del mismo nombre publicó cómics como Bull Rocket y Sargento Kirk. Grandes dibujantes, de Hugo Pratt a Alberto Breccia, pasaron por ahí. Aunque Frontera quebró, a principios de los sesenta, en las páginas de la revista Hora Cero, que llegó a tirar noventa mil ejemplares, nacieron personajes como Ernie Pike, corresponsal de la Segunda Guerra Mundial, y Juan Salvo, protagonista de El Eternauta, dibujado por Francisco Solano López.
La segunda parte de las aventuras de Juan Salvo, en 1975, tenía una carga política mucho más marcada que la primera; la obra de un autor militante que hace de la salvación colectiva de sus personajes un mensaje político que hoy muchos leen con estricta actualidad.

Hace pocos días, en su largo discurso inaugural de la Feria del Libro, y en sintonía con el estreno, el escritor e historietista Juan Sasturain dedicó un tramo al autor de El Eternauta.
“Héctor Oesterheld fue un notable contador de aventuras y, por sobre todas las cosas, un hombre bueno y sensible. En ese orden o en otro: un hombre bueno que manifestaba su sensibilidad contando aventuras, si se quiere. Un hombre sensible que contaba aventuras que no necesariamente ‘terminaban bien’ pero que dejaban en claro que había razones suficientes para sentirse cerca de sus personajes buenos. Es decir: sus buenos no necesariamente ganaban. Otra manera más precisa de decirlo: Oesterheld era un hombre ético que además escribía. La vida no era para él una cuenta de resultados o una carrera por llegar antes o ser el mejor. No buscó ni la riqueza ni el poder. Quiso ser coherente, escribir y vivir de acuerdo y sin contradicción con lo que creía. Eso es muy valioso y cuesta caro. Y se gana respeto y admiración y memoria como ésta; pero se paga, como en su caso, con la muerte violenta. Este hombre digno, bueno y coherente, que fue el mejor escritor de aventuras que dio este país, además de un ejemplo para uno y para muchos de nosotros, murió asesinado como un perro”.