La feria Caminos y Sabores, que del 3 al 6 de julio tendrá su 19° edición en el predio ferial de Palermo, oficiará una vez más como vidriera para los productores de todo el país, que se destacan por la elaboración artesanal de diversos alimentos y bebidas.
En este marco, desde la localidad misionera de Tres Capones llegará la propuesta de la yerba mate “Sol y Lluvia”, que por segundo año consecutivo participarán de la muestra por invitación del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM).
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“Fue una hermosa experiencia para mostrarle al resto del país el producto que hacemos acá en misiones”, recuerda el socio gerente de la empresa, Fabián Pawluk, sobre la experiencia del año pasado.
En la feria volverán a ofrecer sus paquetes de yerba tradicional de 500 gramos, un kilo y dos kilos. Además, llevarán su paquetes de arpillera (500 gramos y un kilo) y de tereré de 250 gramos.
Entrevistado por TN, Pawluk adelanta: “Vamos a ir con el precio de costo. Los consumidores lo van a poder comprar a la mitad de lo que se consigue en el mercado a modo de promoción. En Caminos y Sabores, y otras exposiciones, generalmente se demanda más nuestro paquete de dos kilos, que fue con el que nos iniciamos en el mercado”.
Asimismo, dijo que este año tienen la intención de participar del concurso “Experiencias del sabor”, donde se eligen los mejores productos que se exponen en la muestra, diferenciados por rubro.
Una larga historia vinculada a la yerba mate
Fabián Pawluk integra la tercera generación de su familia que se dedica a la producción de yerba mate. Todo comenzó cuando su abuelo paterno Nicolás, inmigrante ucraniano, instaló en 1917 un secacero de 20 plantas.
Su elaboración era rudimentaria: el “sapeco” lo realizaba manualmente, pasando rama por rama a fuego moderado, y luego continuaba el secado en un horno de barro que también usaba para hornear el pan.
Ese emprendimiento familiar de don Nicolás fue creciendo y continuado por su hijo Luis Felipe, que junto a su esposa María Isabel Korol lanzaron su propia marca “Sol y Lluvia” hace ya 25 años.
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“Mis padres le pusieron Sol y Lluvia porque la planta necesita de ambas cosas para crecer”, recuerda Fabián, quien actualmente dirige los destinos de la empresa junto a uno de sus seis hermanos.
“Mi padre murió hace un año y medio, y mi madre María Isabel sigue supervisando de cerca que nosotros trabajemos como ellos nos enseñaron. Ahora estamos formando a nuevas generaciones, con mis hijos y mis sobrinos, que están siguiendo los pasos de sus abuelos y también nos ayudan”, asevera Fabián, de 51 años de edad.

La yerba de “Sol y Lluvia” se fabrica bajo el sistema barbacuá, una técnica ancestral que era utilizada por los guaraníes para el secado de la yerba. Se caracteriza por ser un proceso lento y delicado donde las hojas se exponen al calor de la leña durante varias horas, adquiriendo un sabor ahumado y suave.
“Es un proceso donde no se puede hacer en grandes cantidades y requiere de una mayor mano de obra. Por eso, las grandes empresas industriales no suelen utilizarlo. Es un producto más artesanal, más cuidadoso, es otra cosa”, describe Felipe.
Producción y distribución
En el establecimiento “Felisa” (que nace de la fusión del nombre de sus padres Felipe e Isabel), ubicado en Tres Capones, la familia Pawluk planta 80 hectáreas propias y el resto lo adquieren a otros productores de la zona.
“Tenemos el secadero, donde se hace el procesamiento canchado, que es la molienda gruesa que lleva entre 7 y 10 horas. Luego va a estacionamiento natural, en bolsas apiladas, a un galpón acondicionado para que permanezca entre 12 y 18 meses. Por último, va al sector de molienda para el envasado final”, detalla.
Su distribución se concentra en Misiones, Corrientes, Chaco, Entre Ríos, provincia de Buenos Aires y la Capital Federal. Se comercializa principalmente en dietéticas y también hacen despachos puerta a puerta, con envíos a todo el país.
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“Nuestra producción es limitada debido al proceso de estacionamiento. Eso hace que sea más lenta la reposición y la apertura de otros mercados que demandan más cantidad”, aseveró.

No obstante, están haciendo su incursión en el exterior, con la comercialización del producto en la ciudad estadounidense de Miami, donde hay una importante comunidad de argentinos radicados.
“A través de una gente amiga, que allá distribuye a supermercados, les enviamos dos palet de yerba para que los vayan ubicando. Es difícil entrar a un nuevo destino, pero está teniendo una buena aceptación”, comenta.
Un “escenario complejo y delicado” para el sector
Por otro lado, Pawluk se refirió al complejo presente que vive el sector, con la desregulación de los precios que reciben los productores y la pérdida de preponderancia del INYM en el mercado interno.
“El Instituto es hoy cuestionado a partir de los cambios a nivel nacional, pero para las pequeñas y medianas empresas es una herramienta y un acompañamiento”, asegura.
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En tanto, describe que los últimos dos años fueron de muy buenas cosechas, lo que refleja un exceso de oferta en las góndolas, a lo que se suma una apertura de las importaciones desde Brasil y Paraguay que compiten con la producción nacional. “Es un escenario bastante complejo y delicado el que atraviesa la actividad”, dice.
Por último, sobre la desregulación que hubo en el mercado interno desde la asunción del presidente Javier Milei, y que fue cuestionada por algunos productores, Pawluk explica: “Históricamente se fijaba un precio mínimo de la materia prima en base a los costos. Pero eso, se derogó en 2024, con el DNU 270, y hoy es libre comercio. Es decir, la industria le paga al productor lo que considere conveniente”.