La agroindustria consolidó su rol como motor clave del ingreso de divisas para la economía argentina en los últimos diez años.
Según un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), el sector aportó el 92% de las divisas netas que ingresaron al país entre 2014 y 2024, superando ampliamente a otros sectores exportadores.
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El documento señaló que, además de representar el 61% de las exportaciones totales de bienes entre 2020 y 2024, la agroindustria logró una notable relación entre exportaciones e importaciones: por cada dólar que necesita importar, exporta seis.
De cara a 2025, las proyecciones apuntan a una liquidación de divisas por unos US$30.800 millones.
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El análisis, elaborado por Guido D’Angelo y Emilce Terré, subrayó que la agroindustria y la minería fueron los únicos sectores con aporte neto de divisas en la última década.
En total, el sector agroindustrial liquidó más de US$177.000 millones netos en ese período, muy por encima de la industria automotriz y la energética, que aunque integran el podio, presentaron balances cambiarios deficitarios.

La agroindustria es responsable de US$92 de cada US$100 que ingresan
El informe también destacó la mejora reciente del sector energético, que en 2024 cerró su primera balanza comercial superavitaria desde 2009, gracias al crecimiento de la producción en Vaca Muerta.
Sin embargo, advirtió que, pese a este avance, el agro sigue siendo el principal generador de divisas netas y una pieza central para la estabilidad cambiaria del país.

La Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC) reveló que la agroindustria argentina, pese a ser el principal generador de divisas netas, recibe una asistencia efectiva negativa por parte del Estado.
Según su estimación de la Tasa de Asistencia Efectiva por Actividad Económica correspondiente a 2023, los sectores de alimentos y bebidas, agricultura y ganadería, y extracción de petróleo y gas son los únicos con saldo negativo entre las 40 actividades analizadas.
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El indicador combina la Tasa de Protección Efectiva, que mide el impacto de los aranceles y derechos de exportación, y la Tasa de Asistencia Fiscal, que releva los subsidios y gastos directos.
En la mayoría de los sectores, la intervención estatal resulta positiva, aumentando el valor agregado. Sin embargo, en el agro y la energía, la carga de los derechos de exportación (DEX) supera cualquier beneficio, generando un efecto negativo en la capacidad productiva.

Paradójicamente, los únicos sectores con asistencia negativa son los que sostienen la balanza de pagos del país. De acuerdo al informe, la agroindustria es responsable de US$92 de cada US$100 netos que ingresan a la economía argentina, pero enfrenta políticas que, lejos de impulsar su crecimiento, actúan como un techo para su desarrollo.
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Los desincentivos, según estimaciones de la BCR y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), limitan la expansión de la actividad.

La OPC advirtió que mientras otros sectores reciben protección y apoyo fiscal, el agro carga con tributos que reducen su competitividad.
Este contexto pone de relieve el contraste entre el rol clave que juega la agroindustria como motor exportador y la falta de incentivos que acompañen su desempeño, en un escenario donde el ingreso de divisas resulta vital para la economía argentina.